"Al día siguiente, cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. Viendo a lo lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella solo encontró hojas, porque no era tiempo de higos. ¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!, le dijo a la higuera. Y lo oyeron sus discípulos." Marcos 11: 12-14
Jesús entró a una ciudad que se llamaba Betfagé, que significa "casa de higos". Obviamente, en esta zona había muchos árboles con este fruto. Jesús tenía hambre y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo, pero no encontró el fruto deseado.
Esta higuera era un árbol lleno de hojas pero sin frutos. Era como una publicidad falsa que anuncia cosas buenas, pero en el fondo es una mentira. O como la persona que aparenta hacer lo correcto pero sus motivaciones son egoístas y vanidosas.
La higuera engañosa me hace pensar en el individuo que sonríe delante de tu rostro, que aparenta bondad y buenas intenciones, pero sólo lo hace para cumplir, porque en el fondo está seco y sin amor.
Volvamos a la higuera. Marcos nos explica que no era tiempo de higos. No era que la higuera no tuviera higos porque no se suponía que debía de tenerlos. El problema era que tenía hojas pero no tenía higos. Las hojas decían, “aquí hay higos”, pero no había higos.
Seguramente había muchos árboles únicamente con hojas, y éstos no fueron maldecidos por Jesús. Habían muchos árboles sin hojas ni higos, y éstos no fueron maldecidos. Este árbol fue maldecido porque profesaba tener fruto pero no lo tenía.
¡Era la primera vez que Jesús dijo una maldición y sus discípulos lo escucharon y vieron!. No fue que se le escapó esa maldición por un arrebato de indignación, Jesús no es como nosotros. Él quiso dar una lección clara a todos. Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. El árbol fue maldecido por su pretensión en las hojas, no por su falta de fruto. Como Israel, en los días de Jesús, tenía la apariencia externa pero sin frutos. Esta nación aparentaba santidad, rectitud, buenas obras, pero en realidad era legalismo e hipocresía.
En esta ilustración Jesús advirtió a Israel, y a nosotros, del desagrado por parte de Dios cuando tenemos la apariencia de hacer cosas en el Nombre de Jesús, pero es sólo por apariencia, al Señor le interesa sobre todo el fruto espiritual que sale de un siervo que ama a Dios y lo hace todo con devoción.
En todas las obras en el ministerio de Jesús, esta fue la única vez que hizo algo destructivo. El Antiguo Testamento está lleno de milagros de destrucción y juicio, pero Jesús nos mostró otra parte de la naturaleza de Dios. Dios es Justo y Santo y ve todo lo que hacemos, ve los gestos ocultos de nuestro corazón, lee nuestros pensamientos, delante de él no hay nada oscuro. Lo que quiso mostrar Jesús en este milagro de la higuera que se secó de inmediato es que Dios no aprueba las apariencias, la hipocresía, la falsedad en el servicio.
Dios no aprueba cuando hay profesión sin voluntad, palabras sin amor, obediencia sin sumisión, sonrisas sin amor, cánticos sin adoración, oraciones sin compasión.
Al empezar este nuevo año es el tiempo para evaluar la calidad de nuestro servicio a Dios, pero también debes evaluar qué es lo que te motiva a levantarte cada día. Dios quiere que seamos árboles plantados junto a corrientes de aguas que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae.
Feliz año 2021 dando frutos de justicia y amor
Martha Vilchez de Bardales
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