“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria.” 2 Corintios 4:16-17
Como vimos desde el inicio de la pandemia, la salud mental de las personas pasó de la sorpresa y confusión a un estrés que provoca mucho daño al bienestar emocional, psicológico y social. En este grupo de estresados también están muchos cristianos porque a pesar de ser conocedores de las preciosas promesas de Dios, más poder tuvo el miedo, quien consiguió apagar la certeza de fe, la esperanza y el amor.
No ha sido fácil “no desmayar” ante la explosión que esta plaga nos ha traído. ¿Cómo hizo Pablo para “no desmayar”?
La frase usada como “no desmayar” significa, volverse un cobarde; perder el valor, ser pusilánime, hundirse, desanimarse, perder toda esperanza por la prueba o dificultad. Pablo nos enseña que por la misericordia de Dios, él no se desanimó por las dificultades que encontró; su fe y celo no flaquearon; pudo ser fiel sin dejar de servir al Señor por medio de la predicación, su valor no menguó, y a pesar de las tribulaciones su mente se llenó de alegría.
Pablo no se dejó acobardar por ninguna dificultad; y aunque lo menospreciaron, esto no lo volvió un creyente disminuido, no se avergonzó nunca de su vocación, aunque se opusieron a sus enseñanzas y trataron de estorbarlo para desviar su propósito divino, nunca decayó, siempre estuvo consciente que el ministerio que Dios le dio estaba protegido por la misericordia y la gracia de Dios.
Cada vez que veo las redes sociales me encanta ver a la mayoría de mis amigos, pastores, maestros, diáconos, misioneros, intercesores y obreros fieles usando este medio para levantar el evangelio y equipando a la Iglesia de Jesucristo. Pero así como veo muchas iglesias en las redes sociales, también veo a los creyentes fieles compartiendo textos bíblicos, animando con palabras sinceras, y hasta orando por cada necesidad. Puedo afirmar por lo tanto, que aunque Satán ha intentado doblegar a la iglesia, hay muchos cristianos que no han desmayado ante las pruebas.
Pero el apóstol, aunque afirmó que no se dejaba amedrentar, confesó que su cuerpo envejecía. Su ser mortal estaba llegando al límite de sus fuerzas, por eso mientras su cuerpo iba pereciendo, su naturaleza espiritual se renovaba; mientras sus huesos se debilitaban, su alma se fortalecía; mientras sus miembros decaían, su corazón era renovado con juventud y vigor.
Han sido dos años de continua incertidumbre a causa de la enfermedad, he llorado al despedirme de amigos y hermanos amados, pero esta pena tuvo que ser sometida a la verdad de Dios porque si continuaba en mi alma podía envejecer mi alma, volverme débil; quitarme el vigor hasta hundirme en las sombras del estrés y la depresión.
Pablo se renovó aún en la prueba más dura. Recibió fortaleza espiritual y esa seguridad revitalizó su mente, su valor se hizo más intrépido, tenía puntos de vista más claros de la verdad; tenía más fe en Dios.
Cuando Pablo se refirió a sus pruebas como “leve tribulación” no nos está diciendo que nuestras dificultades son mayores comparadas con las que él sufrió, debemos recordar que él sufrió, 2 Corintios 11:23-28: Azotes, cárceles, apedreamiento, naufragio, naufragio en alta mar, peligro de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos, en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y desnudez.
Las Escrituras son claras: “si es que padecemos juntamente con él, juntamente con él seamos glorificados” Romanos 8:17. La gloria está ligada al padecimiento, y Dios nos dará una gloria mucho mayor que la aflicción que hemos padecido aquí.
Gracias por sus oraciones, ya salimos negativos al covid19, hoy nos hicimos la prueba, lo maravilloso es que no sufrimos ningún síntoma, Dios nos ha renovado con amor.
Seguimos orando por los enfermos
Martha Vílchez de Bardales
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