"Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos." Colosenses 3:12-15
¿Cómo te quieres vestir para celebrar la Navidad? Cuando era pequeña, recuerdo que todos nos vestíamos con el mejor traje, mi papá se ponía su terno, mi mamá su collar de perlas, y todos mis hermanos bien peinados, con camisa planchada y los zapatos lustrados y nosotras, con el mejor vestido. La cena se quedaba a medio hacer porque más importante que la comida era el culto. Mi papá nos llamaba para apresurarnos y entonces todos íbamos en dos taxis (éramos muchos) a la casa de Dios.
Nuevamente tenemos que escoger que vamos a vestir en la “Noche Buena”, la epístola de Pablo nos dice que debemos vestirnos como “escogidos por Dios”.
Somos escogidos por Dios porque hemos nacido de nuevo. “Ser escogido” significa que Dios te ha elegido para que seas un cristiano y para que seas alguien especial en su plan. Dios te ha elegido y quiere que te vistas con las cualidades cristianas que se expresan en las relaciones con otros. De nada vale estar vestido con la mejor ropa si tus actitudes no reflejan a un hijo de Dios. Las grandes virtudes básicas del cristianismo son aquellas que gobiernan las relaciones humanas.
Entonces te puedes vestir:
Con “entrañable misericordia”: Un creyente debe ser sensible a la necesidad de su hermano.
Con "benignidad": Con actos de bondad para todos.
Con humildad: La humildad es la madre de la mansedumbre y de la paciencia. La mansedumbre muestra cómo la humildad va afectar mis acciones hacia los demás; yo no dominaré, manipularé, u obligaré a otros para obtener mis propios fines, aun cuando tenga el poder y la habilidad para hacerlo. La paciencia muestra como la humildad va a afectar mis reacciones hacia los demás; yo no seré impaciente, temperamental, o lleno de resentimiento hacia las debilidades y pecados de los demás.
Con perdón: Y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros: El entender la forma en que Jesús nos perdonó siempre nos hará más generosos con el perdón, y nunca menos generosos.
Si te vistes de estas actitudes la Paz de Dios gobernará en tu corazón, y en tu familia, y podrás dar gracias a Dios por todo lo recibido.
Feliz Navidad
Martha Vilchez de Bardales
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