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Foto del escritorIB La Molina

Verdadera mujer de fe

“Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio. Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?” Jueces 4:4-7





Esta mujer valiente se despertó porque tenía una verdadera comunión con Dios. Cuando estás cerca al Señor, Él te ayuda a discernir el pecado, puedes comprender los impulsos de tu humanidad y alejarte de la tentación. Todos los creyentes deberíamos desarrollar una sensibilidad al pecado para no caer en ninguna tentación, pero también, tener un deseo por la verdadera santidad en la vida. Este deseo de santidad es la esencia del verdadero avivamiento.


Ayer meditamos en la opresión que estaba viviendo Israel, ellos estaban sufriendo una nueva esclavitud, pero esta opresión no vino de fuera, no fue una invasión extranjera, sino que los cananeos, que ellos permitieron que co- habitaran con ellos, les provocaron más que un problema. ¡Es difícil admitir que se cosecha lo que se siembra! Israel continuó cosechando un fruto amargo de las semillas de la desobediencia que había sembrado al negarse a creer en Dios y por no destruir por completo a los enemigos en la tierra.


Aquí hay una verdad que debemos aplicar a nuestra vida, “Por tanto, el que piensa estar firme, mire que no caiga”. Los cananeos influenciaron en sus vecinos israelitas los deseos del mundo, como está escrito, “la gente se sentó a comer y beber con ellos”, se casó con sus mujeres, es decir se hizo uno con ellos. Quizá los israelitas pensaron que eran mejores que sus antecesores, menos radicales, menos santurrones, menos intolerantes, menos guerreros, menos fieles a Dios, que ellos eran gente de mente abierta. Pero el orgullo va antes de la destrucción, y el espíritu altivo antes del tropiezo.


Los israelitas le dieron la espalda al verdadero Dios y adquirieron nuevas costumbres con los dioses menores de los cananeos, pero cuando ellos les mostraron sus verdaderas intenciones, recién entonces, los israelitas clamaron a Jehová. Es interesante que a pesar de la diversidad de supuestos dioses, en "tiempos cruciales" Israel clamó al Dios único, Jehová. Esto implica que en el fondo sabían que sus supuestos dioses no eran realmente Dios y no tenían poder para salvar. Sus pequeños dioses del sexo, del poder, del dinero, del éxito, de la tolerancia, etc. no los ayudaron. Ahora mismo en la pandemia todos están buscando al único y verdadero Dios.


Débora apareció en este contexto, esta mujer extraordinaria se hizo famosa cuando los hombres de Israel estaban paralizados por el miedo. Como profetisa, recibió la Palabra de Dios y se la proclamó a Barac. Débora era esposa y madre, profetisa y ama de casa. Juez y Líder (madre en Israel).


Mi oración es que Dios levante miles de Déboras que se despierten y ayuden a sus hijos que están lejos de Dios, como Débora levantó a Barac. ¡SEÑOR Dios, danos Déboras y Baracs en estos oscuros días de miedo y plagas, días de decadencia moral, apatía espiritual y apostasía contra la iglesia.

El nombre de Deborah significa "abeja" o "avispa" y como escribió un erudito hebreo:

"¡Deborah era una abeja en paz y una avispa en guerra!" Deborah ocupó tres puestos de liderazgo en Israel. Ella era juez (la única jueza que se mencionó); fue líder militar en una exitosa campaña contra los cananeos; y ella fue una profetisa que entregó la palabra de Dios a Barac.


Débora fue una inspiración a Barac para seguir el plan de Dios, llevándolo a la batalla. Dios ha levantado mujeres en la historia para estas oportunidades únicas de inspiración y liderazgo. Y Dios les ha dado esa misma oportunidad a tantas mujeres que son madres biológicas y madres espirituales para traer un avivamiento espiritual a los hijos de sus naciones.

Me encanta Débora además, porque me hace conocer a un Dios Maravilloso que no hace diferencia si es hombre o mujer el que hará su obra, sólo que se deje guiar por Él.

A la luz del prejuicio judío contra las mujeres como líderes, la historia de Débora está llena de interés, ya que revela el hecho de que nunca hubo tal prejuicio en la mente de Dios. Mientras que la maternidad en toda la santidad y belleza de esa gran palabra, es la función especial y la gloria de la feminidad, sin embargo, cuando una mujer está especialmente dotada para el ejercicio del trabajo profético y administrativo, ninguna ley divina la excluye de tal trabajo. ¡Esto debe inspirarnos a ayudar a más mujeres que asuman la misión divina de levantar siervos de Dios!


Débora fue una profetisa en el pleno sentido de esa palabra; es decir, fue la portavoz inspirada de la Palabra de Dios para su pueblo. Ella también juzgó a Israel y lo que sea que eso signifique en el caso de los hombres que ejercieron ese cargo, también significó en su caso, ella fue la única mujer juez de Israel. Ella fue una salvadora, una libertadora; administró los asuntos de la gente y los sacó de las circunstancias de dificultad a las que su pecado los había llevado.


¿Se pueden imaginar cómo esta hija de su pueblo, verdadera hija de la fe, habría sufrido bajo la conciencia de la degradación del pueblo? Ver a los hijos en pecado, ver a los herederos de los padres de la fe mezclados con los cananitas, ver cómo degradaban el nombre de Dios. Es el mismo dolor que hoy sufren muchas madres que ven a a sus hijos cuando se apartan del Señor. ¡Pero Débora no se resignó, no se acomodó a esta circunstancia, ella decidió dejarse llenarse del impulso y el celo de Dios y actuó! Oh mi querida madre que amas a tus hijos, que anhelas verlos en los caminos del Señor, no te resignes al verlos indiferentes, ora, ora y clama, pide y llama, actúa con sabiduría y Dios te ayudará.


Hay un toque de poesía y romance en la historia de Débora que está lleno de inspiración. ¡Dios inspíranos a ser madres espirituales por cada hijo de nuestra nación!

Cuando Dios llama y equipa a una mujer para un alto servicio, tengamos cuidado de no deshonrarlo al negarnos a reconocerla o cooperar con ella. ¡Que historia maravillosa de una mujer de Dios! El Lunes continuo con Débora.


Martha Vílchez de Bardales


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