Vienen después sus hermanos y su madre, y quedándose afuera, enviaron a llamarle. Y la gente que estaba sentada alrededor de él le dijo: Tu madre y tus hermanos están afuera, y te buscan. Él les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre. Marcos 3:31-35
La incredulidad de los hermanos de Jesús era sorprendente, no sólo no creían en quién era, sino que también dudaban de su estabilidad mental. Ellos en realidad trataron de llevárselo de vuelta a su casa por la fuerza , ya que pensaban que actuaba de manera irracional.
En Marcos 3:21 dice: “Cuando lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle; porque decían: Está fuera de sí.”
Literalmente “los suyos” se refiere a "los de su lado". Aparentemente eran sus hermanos quienes no creían en él. Ellos querían agarrarlo para controlarlo, o para hacerse cargo de él"
¡Qué difícil situación! Esto demuestra que aunque Jesús era popular entre la multitud, fue malinterpretado por: sus propios discípulos; los líderes religiosos; su propia familia y, la misma multitud.
Jesús estaba ocupado enseñando cuando llegaron sus familiares y lo llamaron desde afuera, ellos sabían claramente que estaba rodeado de sus discípulos que lo cuidaban, así que pidieron que Jesús salga. Quizá estos parientes se enteraron que Jesús había sido acusado por los sacerdotes del sanedrín de hacer milagros en nombre de Belcebú, así que tomaron la decisión de llevárselo “para ayudarle a recobrar el sentido común”
.
La vida familiar era una parte muy importante en la vida judía, tanto que se usa en el vocabulario bíblico para indicar la relación con Dios como Padre, y sus hijos como los miembros de una familia. Por lo tanto sabemos que Jesús también amaba a su madre y hermanos. Sin embargo ellos no tuvieron privilegios especiales como familia, en realidad ellos nunca parecieron apoyar su ministerio antes de su muerte y resurrección (Juan 7:5).
Bajo este contexto Jesús les respondió a quienes lo distrajeron para que salga a recibir a su familia carnal.
El les respondió diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.
Quien hace la voluntad de Dios. Jesús nos presenta un contraste sorprendente con los escribas que no sólo no hicieron la voluntad de Dios, sino que resistieron la voluntad de Dios y blasfemaron contra el Espíritu Santo.
El único que puede hacer la voluntad de Dios es el que ha nacido de nuevo, nacido de arriba por el Espíritu de Dios. La clave en este pasaje es “la voluntad de Dios.”
En otras palabras, Jesús está diciendo que no es el parentesco, ni ser un seguidor, o ni un discípulo lo que identifica a alguien que está verdaderamente relacionado espiritualmente con Él, sino que es la obediencia activa a Cristo.
¿Eres un cristiano fiel? ¿Eres discípulo de Jesús? ¿Obedeces a Jesús y su Palabra?
Sólo el que hace la voluntad de Dios es verdaderamente su siervo fiel. No te hace cristiano haber nacido en un hogar de creyentes, no te hace discípulo el haberte bautizado hace 5, 10, 20, 30 o 40 años por el bautismo de inmersión, no te hace un hijo de Dios el decir que lo eres, sino cuando obedeces la Palabra y te rindes como siervo de Dios.
Con amor
Martha Vilchez de Bardales
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