"Después de la muerte de Aod, los israelitas volvieron a hacer lo que no le agradaba al SEÑOR. Así que el SEÑOR dejó que Jabín, un rey de Canaán, derrotara a Israel. Jabín gobernaba en una ciudad llamada Hazor. Sísara, comandante del ejército del rey, vivía en un pueblo llamado Jaroset Goyim. Sísara tenía 900 carros de hierro y había sido muy cruel con los israelitas durante 20 años. Así que los israelitas pidieron ayuda al SEÑOR." Jueces 4:1-4
Débora es mi heroína favorita del libro de los Jueces. Así que me gustaría que me acompañen a estudiar el contexto de la historia previa de su surgimiento. Cada vez que aparece la palabra “Después” en el libro de Jueces nos anuncia que nuevamente Israel le da la espalda a Dios. Aod murió y no dejó un pueblo agradecido a Dios, en vez de mantenerse como una nación temerosa a Jehová ellos se desviaron e hicieron lo que no le agradaba al Señor. Es que, si no estás venciendo las tentaciones, entonces el mundo te está venciendo. Primera verdad: El peor enemigo que uno tiene que vencer después de todo, es uno mismo. Si tienes salvación pero no tienes santidad, volverás a caer en el pecado y harás vana la sangre de Cristo.
Aod trajo tranquilidad a la nación, pero no logró llegar al corazón de ellos, por eso les fue cómodo dejarse llevar por los cananitas. Una vez más, Israel tendría que aprender la lección de Juan 8:34 “Jesús les respondió: La verdad es que todo el que se la pase pecando es siervo del pecado.”
Aod, quizá hizo todo lo posible para ayudar a su pueblo, pero nada de lo que hizo logró cambiar los corazones de Israel. Para mi esta es una gran lección, porque predicamos tanto de la salvación, pero el discipulado es tan importante como la primera, porque para que los ídolos salgan del corazón del pecador se necesita tiempo y dedicación.
Aod fue una buena influencia sobre los israelitas mientras vivió pero no pudo liberar a Israel de la esclavitud del pecado, ni arrancar los ídolos de sus corazones. Esta fue la tragedia del pueblo de Dios. La esclavitud al pecado (“otra vez hizo el mal”) por eso, ni Otoniel, ni Aod, ni Samgar pudo liberarlos de esa esclavitud.
El pecado no es simplemente una falta o un acto imprudente, el pecado es un poder que esclaviza y condena. Estar "bajo pecado" es como estar detenido en las garras del enemigo, atado por su cadena y oprimido sin poder. Así volvía a condenarse Israel, una y otra vez cuando el juez salvador moría.
Por todo eso el Señor vendió su propiedad en la mano del rey Jabin, rey de Hazor. ¿Acaso ellos ya no se habían vendido a ellos mismos?
Un detalle más: La ciudad de Hazor, significa cerrado o fortificado. Hazor era una fortaleza de los cananeos en las montañas, y ya tiempo atrás, Josué obtuvo una gran victoria contra esta nación, prácticamente Josué completó la conquista de Canaán destruyendo Hazor, pero los que siguieron después de Josué no completaron la misión, no desalojaron completamente a los cananitas, más bien convivieron con ellos y por eso ellos volvieron a tomar poder. El Jabin de la historia de Débora no fue el mismo que combatió con Josué, se levantó otro Jabin, heredero del primero, porque en realidad se le dio esa oportunidad.
Este Jabin se hizo poderoso, su ejército, bajo el mando de un destacado líder de nombre Sísara, se extendió por el sur, con el objetivo de subyugar por completo al país. Ellos superaron con creces a todos sus contemporáneos en lujuria, crueldad y prácticas espirituales degradantes. Su religión consistía en la adoración de los planetas y la adoración de un panteón de dioses, siendo “El” la deidad suprema.
Como a Satanás le encanta falsificar la verdad, tomó el nombre de Elohim para ponerle el mismo nombre a su dios en singular.
Baal, su otro dios, era el subordinado principal de El y señor de los dioses menores en el panteón. Baal fue identificado como el dios de la lluvia y la tormenta, sus imágenes lo mostraban sosteniendo un rayo con forma de lanza. Y también tenían diosas femeninas como Astarté, Asera y Anath que creían ellos, poseían el poder de cambiar su género según lo dictara la ocasión. Justamente fueron estos aberrantes dioses quienes promovieron los excesos sexuales que suenan conocidos para este tiempo: promiscuidad, incesto, prostitución, sodomía y desnudez.
¡Por eso Dios quiso que Israel expulsara y destruyera por completo a los cananeos!
Hoy en día algunos predicadores tienen miedo de caer mal si son radicales en cuanto al celo de Dios. Por eso no quieren hablar de un Dios de Justicia y Santidad porque relacionan esto con la imagen de un Dios de ira. En realidad, fue un acto de misericordia el deseo de Dios de expulsar a los cananeos, porque estaba tratando de ahorrarle a su pueblo Israel, las agonías que, lamentablemente, elegirían sufrir, porque no pudieron resistir la tentación.
Hay una lección poderosa para todos los creyentes de todas las edades: el compromiso con los enemigos de Dios pronto evoluciona para sentirse cómodos con sus malas prácticas. Cosas que antes habían sido repugnantes con solo mencionarlas, se convierten en cosas tolerables ¡no hay nada racional en el pecado!
¡Cuántas lecciones en el contexto de la historia de Débora! Me hace pensar en los tiempos que vivimos, cómo el pecado se enquistado incluso entre el pueblo de Dios con enseñanzas liberales como la prosperidad, la vanidad e incluso el feminismo.
Mañana continuo con Débora
Martha Vílchez de Bardales
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