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Foto del escritorIB La Molina

Un profeta de verdad

"Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado. Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo." Marcos 1:4-8





Toda historia tiene un principio y Marcos empieza diciendo: “Principio del evangelio de Jesucristo.” Este no es, pues, el comienzo de Juan o de Jesús. Es el principio del Evangelio. ¿Qué es el evangelio? Es la buena noticia que el Señor Jesús vino a esta tierra, murió sobre una cruz y resucitó. En esto consiste el Evangelio.

El mensajero que fue elegido por Dios para anunciar la buena nueva fue Juan el Bautista. Lo primero que dice Marcos sobre Juan es que fue anunciado en las profecías (Malaquías 3:1, Isaías 40:3)


“Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti.” Marcos 1:2. Juan fue este mensajero y precursor.


Tienen que imaginarse cuán importante fue la aparición de Juan el Bautista, por cuatro siglos no se había levantado ningún profeta que predicara el arrepentimiento. Salvo Ana y Simeón que servían en el templo y tuvieron en sus brazos a Jesús. No hubo otra persona que predicara el volver al Dios de sus Padres.


Juan el Bautista es mi héroe, él era un hombre fuera de serie, no solo por su predicación y autoridad sino también por su presencia. Se vestía diferente a todos, comía diferente a todos. Juan se sabía apartado por Dios para una tarea exclusiva, así que no se distrajo con nada que no fuera cumplir su ministerio.


Juan el Bautista pertenecía a la orden de los sacerdotes, la antigua tribu de Leví, y por eso todos esperaban que sirviese en el templo de Jerusalén como un sacerdote más. Pero Dios lo llamó para una función extrema, él no se quedaría limitado en el templo, su tarea era profética y por esa razón se fue a predicar al desierto.


Su ministerio fue tan importante que los cuatro evangelistas lo mencionan. El evangelista y apóstol Juan dice: "Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan" (Jn 1:6).


El pueblo reconoció el hecho de que Juan el Bautista era un verdadero profeta de Dios, y todo lo relacionado con su vida confirmaba esa realidad porque aunque su predicación era en un lugar difícil (el desierto) la gente lo iba a ver y escuchar.


Antes de la pandemia muchas iglesias se han preocupado por tener hermosos templos, lindos escenarios, decorados púlpitos y cultos multitudinarios. Pero cuando vino la cuarentena y la prohibición de congregarse, las casas fueron suficientes para unir a los hermanos y darle culto a Dios.


Antes de la pandemia los líderes pensaban que debían establecer sus templos en los lugares más céntricos, donde la gente vive y camina, el objetivo era facilitar el acceso rápido y cómodo a los miembros.


Antes de la pandemia, los líderes cristianos hacíamos planes y creábamos estrategias para tener contentos a la congregación. Pero Juan el Bautista no siguió esas formas, sino que se alejó hacia la soledad del desierto y fueron las multitudes las que tuvieron que dirigirse hacia allí para poder escucharle.


Marcos dice que el ministerio de Juan el Bautista era para preparar el camino del Señor, y él preparó el camino de Jesús. En la mente de Marcos, Jesús era el Señor. La tarea del profeta era edificar un camino, llenar los hoyos, quitar las piedras y derribar las colinas que estorbaban para que el camino sea visible y transitable.


Creo que esa siempre ha sido la función de los obreros de Dios. Construir un camino que guíe a los inconversos a Cristo el Salvador. Debemos reconocer que la iglesia estuvo haciendo muchas cosas para conservar a los miembros, pero lo más importante es predicar el evangelio.


Jesús era el Mesías y Rey por venir, y Juan el Bautista era aquel que clamó en el desierto. A través de su mensaje de arrepentimiento, él trabajó para preparar el camino del Señor. Nos equivocamos cuando perdemos tiempo en otras cosas olvidando lo más importante. Cualquier gran obra de Dios comienza con una gran preparación. Juan, maravillosamente, cumplió este importante ministerio. Juan era la excavadora de Dios para construir esa carretera.


Hoy todavía con los templos cerrados, es nuestra oportunidad de ser esa voz profética que anuncia el Camino, la Verdad y la Vida. Nada más es importante, nada más salva y trae perdón.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales


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