Hace semanas atrás oímos que varias regiones de China estaban padeciendo el ataque de una extraña enfermedad, ahora la distancia desapareció y el virus llegó a nuestro país, convirtiéndose en motivo de temor y pánico para muchas personas, tanto que los almacenes se han visto atiborrados de multitudes buscando aprovisionarse para cuando nadie pueda salir de casa. En medio de estos cambios, surge una pregunta natural: ¿Dónde está Dios?
A propósito de enfrentar temores y sentir angustias, David escribió un salmo que será la base de nuestra meditación:
“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando en angustia estaba, tú me hiciste ensanchar; ten misericordia de mí, y oye mi oración. Hijo de los hombres, ¿hasta cuándo volveréis mi honra e infamia, amaréis la vanidad, y buscaréis la mentira? Sabed, pues, que Jehová ha escogido al piadoso para sí; Jehová oirá cuando yo a él clamare. Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad. Ofreced sacrificios de justicia, y confiad en Jehová. Muchos son los que dicen: ¿Quién nos mostrará el bien? Alza sobre nosotros, oh Jehová, la luz de tu rostro. Tú diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado” Salmo 4
No sabemos cuál fue la situación exacta que atravesó David cuando escribió este Salmo, pero evidentemente se sentía angustiado ante la adversidad, por eso a su oración, le añadió un tiempo de meditación, hasta que descubrió verdades que son importantes para creyentes que tienen delante algún tipo de angustia o temor. Este salmo es para cuando nos toca enfrentar días difíciles.
¿Quién no tiene días difíciles? La oración se convierte en el instrumento más utilizado, buena parte de nuestras energías se usan en clamar y suplicar. El salmo 4 es un modelo de oración pidiendo ayuda; mientras lo analizamos, encontraremos las siguientes verdades:
Cuando estamos en problemas, nos ponemos exigentes: "Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia…"; muestra la necesidad de una respuesta inmediata e instantánea. La verdad es clara: ante la angustia queremos que Dios nos responda ipso facto, de lo contrario nos ponemos exigentes y reclamones.
En los problemas siempre recibimos opiniones que no ayudan: David describe dos grupos de personas: los primeros podrían calificar como los indiferentes porque parecería importarle poco las situaciones y sentimientos a su alrededor; al segundo grupo se les podría calificar como los exageradamente preocupados, dejándonos más débiles de cuando empezamos.
¿Por qué la pasamos mal?: "Yo te he escogí para algo especial, por eso es necesario que seas probado"; parece opuesto, pero las pruebas son la señal de que Dios está puliendo nuestra vida para un propósito especial. No es que Dios se alegre en vernos sufrir, pero sabe que no hemos alcanzado la perfección; entonces nos pule y mejora nuestra vida a través del fuego de la prueba.
¿Qué hace Dios?: Mientras David oraba, Dios lo inspiró a escribir dos verdades maravillosas.
Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar (vers. 1)
Cuando me acuesto, al punto ya estoy dormido (vers. 8)
En medio de las dificultades, descubrimos que tenemos la oportunidad para crecer y madurar; pero también experimentamos la maravillosa paz de Dios, que nos ayuda a enfrentar cada día.
¿Cuándo va a cambiar esta situación? No tengo una respuesta precisa, pero el hijo de David, quien más tarde se convirtió en el Rey Salomón, escribió un consejo que quiero compartir:
"Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato. No tendrás temor de pavor repentino, ni de ruina de los impíos cuando viniere, porque Jehová será tu confianza y el preservará tu pie de quedar preso" Proverbios 3:24-25
En medio de la más profunda oscuridad, cuando parece que nada se arreglará, Dios se mantiene presente, gobernando todo, ordenando todo, conduciéndonos por valles de sombra de muerte, hasta que por fin encontremos pastos delicados y podamos descansar.
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