“La gente, en tono burlón, me grita: “¡Hay terror por todas partes!” También los oigo cuando dicen: “¡Vamos a denunciarlo!” Hasta mis mejores amigos quieren que yo cometa un error; buscan cómo ponerme una trampa para derrotarme” Jeremías 20:10.
Jeremías el gran profeta tuvo también sus tiempos de angustia, desconfianza y mucho temor, sin embargo el llamado que recibió de parte de Dios no le permitían rendirse, creo que nosotros también podemos pasar por etapas que el estrés y la preocupación se vuelven tan grandes que olvidamos que Dios nos ve.
Jeremías además de los problemas, tenía sobre sí a gente que buscaba su mal, estos enemigos estaban atentos a sus reacciones porque al menor tropezón planeaban vengarse. Esta gente quería que el profeta renunciara a ser un siervo de Dios. Pero lo peor no era esta gente malvada sino que también sus amigos le dieron la espalda.
Hay una frase que habla de los amigos que te dan la espalda: “En días tranquilos es fácil estar rodeado de amigos, cuando del cielo cae un diluvio veras los sinceros. Los que son falsos desaparecen, se derriten como el hielo. Los que son fieles serán tus raíces y aguantarán cualquier viento.
Los amigos que le dieron la espalda a Jeremías eran amigos de apariencia porque en vez de ayudarlo al verlo tentado, decidieron juzgarlo. Estos “amigos” fingieron estar en paz con Jeremías, fueron aparentemente amigables, si se encontraban con él parecían amigos cordiales, incluso se identificaban ante la gente como íntimos del profeta. Entre estas personas estaban sus paisanos de Anatot, su lugar de nacimiento, también estaban los sacerdotes de Jerusalén y compañeros que trabajaron estrechamente en el ministerio, ellos parecían que estaban a la caza de cualquier imprudencia dicha inadvertidamente para ser malinterpretada y usada para maldecir el testimonio del siervo de Dios.
Hay otro dicho que dice: “Amigos verdaderos son los que vienen a compartir nuestra felicidad cuando se les ruega y nuestra desgracia sin ser llamados.”
“Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, y denunciaremos. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.”
En otra versión dice: “Todos mis amigos vigilaban mi vacilación” Pero la palabra original no significa mis amigos más íntimos, porque la verdadera amistad nunca puede ser culpable de tal traición, más bien dice una palabra hebrea que significa, “Los hombres de mi paz”.
Estos “hombres de paz” , eran quienes siempre le preguntaban al profeta: ¿Estás en paz? Pero sólo preguntaban por cortesía pero en el fondo de sus almas no les importaba para nada la vida de Jeremías, al contrario lo insultaban con sus pensamientos, aparentaban cortesía pero detrás de sus máscaras pintadas, aguardaban que se cansara y perdiera la fe.
Los verdaderos amigos te buscan si estás triste, enfermo, deprimido o decepcionado. Un amigo de verdad no se cruza de brazos si nota que te alejas de Dios, no espera que renuncies a la fe en Cristo, un amigo de verdad no cesa de orar porque regreses al abrazo del Padre. Recuerda que Dios ha derramado su amor en nuestros corazones para mostrar una amistad llena de fidelidad, sacrificio, entrega, cooperación, perdón, servicio y sobre todo amor. Oremos con perseverancia, misericordia y mucho amor por cada amigo nuestro, no nos cansemos de interceder por ellos delante del trono de Dios.
En la prosperidad, nuestros amigos nos conocen; en la adversidad, nosotros conocemos a nuestros amigos.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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