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Foto del escritorIB La Molina

Te doy un regalo

"La dádiva del hombre le abre camino y lo lleva ante la presencia de los grandes." Proverbios 18:16




¿A quién no le gusta recibir regalos? Los obsequios se dan como muestra de respeto o amor y la Navidad se ha vuelto una ocasión en las que todos esperan recibir regalos. Aunque los primeros cristianos no observaban tales celebraciones, estas se han popularizado entre la mayoría de las iglesias, pero también entre los no cristianos.


Me pareció un dato revelador saber que en 1990 se calculó que los estadounidenses gastaban anualmente más de cuarenta mil millones de dólares en regalos de Navidad. Pero los budistas y los sintoístas del Japón también celebran con gran fervor esta fiesta sin ser creyentes. Por lo tanto la Navidad es un período en el que se espera que la gente sea feliz, por lo menos al recibir un obsequio. ¿Cómo reaccionas como cristiano ante esta realidad? ¿Sientes la responsabilidad de dar regalos? ¿Te gustaría recibirlos?


La Biblia dice que hay felicidad en dar. Y así es, si se hace con la debida actitud. (Hechos 20:35.) Pero el texto en el que quisiera meditar habla de regalos así que vamos a estudiarlo un poco para ver qué nos dice el Señor.

“La dádiva del hombre le ensancha el camino” o como dice otra versión: “Con un regalo se abren todas las puertas” Este proverbio es un reconocimiento de un hecho puntual, que la generosidad y la cortesía abren muchas puertas. Pero no está hablando de dar un regalo con un mal deseo escondido, como si fuera un soborno. Si das un regalo, hazlo pero sin esperar ganar algo incorrecto.


Una vez leí que los niños de antes se contentaban más con los regalos que recibían, como por ejemplo, eran felices con una pelota, una muñeca, un juego de té o unos rompecabezas. Pero hoy la publicidad ha inculcado a los inocentes, que el regalo “valdrá la pena” si es un juego electrónico o un celular. Será por eso que muchos cristianos que son padres intentarán alegrar a sus hijos endeudándose con tal de hacerlos felices.


El Proverbio dice que un buen regalo te llevará delante de los grandes. Es cierto que un obsequio puede ser efectivo para ganar una audiencia incluso de grandes hombres. Pero como cristianos tenemos que estar conscientes y agradecidos de que no necesitamos traer un obsequio para presentarnos ante el Hombre más grande, Cristo Jesús que ofreció su obra como mediador sin costo (1 Timoteo 2:5, Romanos 5:1-2).


“La dádiva del hombre” también se refiere a los talentos y dones que hemos recibido de Dios. Todos recibimos de parte del Espíritu Santo estos regalos espirituales para capacitarnos para servir, adorar, y darle al Señor nuestra vida como un regalo en su altar, cuando somos usados por Él para traer bendición a la gente que nos rodea.

Jesús de ninguna manera condena el dar. Al contrario, siempre estuvo dispuesto a darse a sí mismo en el servicio a los demás. A sus discípulos les enseñó: “Practiquen el dar”, y como muestra de que el dar resultaría en la bendición de los propios dadores, añadió: “Y se les dará”. (Lucas 6:38.)


Si damos debe ser con motivos de amor cristiano, si damos debe ser porque amamos a la persona “intensamente desde el corazón”. (1 Pedro 1:22.)

Pero también no debemos olvidar que el amor no exige pago por sus servicios, por eso Jesús recomendó: “Cuando hagas dádivas de misericordia, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tus dádivas de misericordia sean en secreto”. Lo apropiado es que el dador no llame la atención a sí mismo ni a su regalo, pero eso no significa que no será recompensado, pues Jesús añadió: “Tu Padre que mira en secreto te lo pagará”. (Mateo 6:3, 4.)


Además, como dice la Biblia, el dador tiene que hacer “tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre”. (2 Corintios 9:⁠7.)


De modo que los regalos que complacen a Cristo se hacen por amor, sin esperar nada a cambio, y no de mala gana ni como obligado. Dar regalos abre muchas puertas, pero sobre todo puertas espirituales de bendición.


Este es mi regalo para ti, la meditación de la Bendita Palabra de Dios.


Martha Vílchez de Bardales

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