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Foto del escritorIB La Molina

Sumisos unos a otros

“Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo. Así como la iglesia se somete a Cristo, también las esposas deben someterse a sus esposos en todo.” Efesios 5:21-24



No sé por qué se hizo tan popular que las esposas se sometan a sus esposos obviando la primera parte: “Sométanse unos a otros por reverencia a Cristo.” Por hacer énfasis sólo en una parte del texto se ha logrado que la sumisión sea abuso para un sector grande de mujeres, o que otro sector se rebele y esté a la defensiva.


Si guardamos cada palabra de Dios, estaremos llenos del Espíritu Santo, tendremos humildad y disposición de servicio y podremos someternos unos a otros en el temor de Dios, porque la sumisión se hará en el temor de Dios, no en el temor del hombre.


Pero he comenzado con la conclusión del devocional, así que vamos a meditar en el significado de la palabra “someteos”. La palabra someteos aquí significa literalmente “estar por debajo del rango”. Es una palabra militar. Habla de la forma en que se organiza un ejército entre niveles de rango. En el ejército tenemos generales, coroneles, mayores, capitanes, sargentos y soldados. Esos niveles de rango son un sistema jerárquico para establecer la escala de mando que se usa en fuerzas armadas, fuerzas policiales y otras organizaciones armadas o uniformadas. Cada nivel exige obligatoriamente respetar a los de rango superior.


Para que un soldado pueda llegar a general deberá pasar años de preparación y alcanzar méritos, los requisitos de ascenso incluyen también tiempo de servicio en el grado, así que un soldado raso quizá pueda ser más inteligente como persona, más talentoso y joven que un general, pero todavía estará por debajo del rango. Porque no está sometido al general tanto como persona, sino al general como general.


Ser sumiso en la Biblia equivale a ser obediente, subordinado, responsable de su labor, y siempre en dependencia a la autoridad. Para ser sumiso se necesita humildad y la aceptación de alguien que se halla por encima. Por lo tanto ser sumiso es lo contrario a ser rebelde, autónomo e independiente.


Pablo quiere decir que debemos tomar esta actitud de “sub-rango” de los militares y aplicarla a nuestro trato diario con los demás. Cuando un hombre se une al ejército, lo primero que hace es despojarse de su individualidad. Ahora es miembro de una compañía o un batallón. Ya no es un individuo. Cuando te unes al ejército, esencialmente renuncias a tu derecho a decidir qué quieres hacer con tu vida y tu tiempo. Un ejército está lleno de individuos, pero nunca pueden ser individualistas. Eso es lo primero que deja un hombre cuando se une al ejército.

Nosotros los cristianos debemos ser sumisos unos a otros, no se puede ser un creyente sumiso a Dios y ser una persona egocéntrica, el cristiano, siempre piensa en los demás.

El cristiano nunca debe ser egoísta, su actitud debe ser trabajar en equipo, por lo tanto la dicha del servicio se hace con el fin de que a todos les vaya bien, que alegría es que otro cristiano tenga éxito. También un creyente es tolerante y soporta con valentía las incomodidades que pueda sentir para no perder la unidad con sus hermanos en Cristo. Un cristiano quizá se pueda sentir más apto para una tarea, pero preferirá trabajar en equipo porque en el servicio a Dios no hay soldados solitarios.


Pero para lograr todo esto debe hacerse en el temor de Dios. Si en la familia guardamos la responsabilidad de someternos unos a otros, los esposos a sus esposas como al Señor, las esposas a sus esposos, como al Señor, hijos a sus padres como al Señor, siervos obedientes a sus amos, como al Señor, podremos vivir en armonía. Entonces el motivo de la sumisión no es una ley que provoque humillación y abuso sino respeto en amor.


En la consejería a parejas este es el primer consejo que le damos a los cónyuges, la sumisión debe ser compartida en el temor a Dios. Es un error sujetarme por miedo a una pareja gritona, un iracundo o una exagerada dominante, así no se puede mantener la unidad en el Señor. Mañana terminamos de estudiar la segunda parte de este pasaje.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales



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