"Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto, y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró. Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación." Génesis 21: 16-18
La historia de Agar es parecida a la de muchas mujeres que después de haber recibido una dosis de amor y reconocimiento, son dejadas de lado como si fueran objetos que sólo se usan y después se desechan.
Recordemos la historia desde el principio, Sara era estéril, y era sobre todo impaciente, tenía la promesa de Dios que sería madre, pero el tiempo pasaba y a ella se le ocurrió la idea de cómo podría proporcionar un hijo para satisfacer el anhelo de su esposo Abram. Para entonces Abram tenía 85 años y ella pensó que quizá el Señor necesitaba una “ayudadita”, a su manera.
El plan de Sara era una práctica común en esa época (ojo esa no era la forma en que Dios cumpliría su promesa) muy suelta de huesos le pidió a su esposo que tomara a su sierva Agar y que tenga un hijo a través de ella. Entonces Abram escuchó a su esposa cuando debería haber escuchado al Señor. (Las esposas no siempre tienen la razón) Una esposa puede dar consejos espirituales equivocados. Abram dio el consentimiento a su apurada mujer, esposa que quiso dar una solución humana a una promesa divina, y el resultado fue un caos.
Agar pronto quedó embarazada y como el pecado de adulterio no viene sin consecuencias, esta esclava al darse cuenta que había concebido y su señora no, comenzó a ponerse por encima, o al menos en igualdad con Sara. Ella realmente despreció a Sara. Se olvidó que era una esclava y provocó que su ama se pusiera locamente celosa, sobre todo porque su orgullo se había desinflado y pensó que ya no era la favorita de su esposo.
Como nos podemos dar cuenta el pecado siempre trae consecuencia, Sara no podía contener su ira contra Agar, pero también se llenó de rencor contra Abraham y entonces trató de justificar su propia posición y culpó de todo a Abraham. Lo reprendió por no dejar las cosas claras con Agar y por eso la concubina tenía motivos para su vanidad. Forzando y forzando entonces exigió que resolviera su problema, otra vez a su manera. Y Abraham finalmente obedeció a Sara.
"Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba." Génesis 21:14
Muy temprano en la mañana Abraham despertó a Agar y a su hijo Ismael, les dio pan, y un odre de agua, con eso hizo una bolsa y lo puso sobre el hombro de la madre de su hijo y entonces los despidió de su hogar.
Agar se convirtió de la noche a la mañana, en una mujer sola y rechazada, los privilegios de ser la madre del primogénito del Patriarca se le quitaron, otra vez era la esclava sin derechos ni defensa, en algún momento quizá pensó que era amada, pero se equivocó, nadie la quería, era una desterrada.
Me imagino a madre e hijo con sus corazones rotos, llenos de miedo, conmoción, incredulidad, totalmente confundidos sin esperanza y abandonados en el desierto con un poco de agua y pan. Cuántos pensamientos debieron pasar por su cabeza: “¡Pero Abram!” Me la imagino susurrando, casi sin poder respirar: “Sara me dio a ti como esposa para que pudieras tener un hijo. Tú y Sara, nosotros, criamos a Ismael durante trece años, todos creyendo que él era el hijo que Dios te prometió, ¿Cuál será nuestro futuro ahora? ¿Qué quieres que haga en este desierto abandonada con tu hijo? ¿Cómo lo voy a mantener? ¿Quién nos cuidará? ¿A dónde iremos?"
Pienso en Agar y mi corazón se estruja de compasión por cuántas mujeres que quedaron con el corazón roto cuando la persona que les prometió respeto y fidelidad las abandonó porque sencillamente llegaron a la conclusión que se les acabó el amor.
Son millones las mujeres que están huyendo del maltrato y la maldad, mujeres sin aparente futuro como el que vivió Agar, caminando por desiertos sin esperanza ni paz y lo que es peor, con un hijo que no tiene el respaldo del padre que le dio la vida.
Sigamos con el relato bíblico, Agar vio acabarse el pan y el agua, entonces puso al niño a la sombra de un arbusto y se fue a pocos metros de distancia para no ver morir a su hijo. Pero entonces esa mujer que estaba sola, dejó de estarlo porque Dios le dio su respaldo. Sola pero respaldada.
Dios ve y ama a las personas desamparadas, oprimidas y vulnerables:
“A ti se acoge el desvalido; Tú eres el amparo del huérfano.” Salmo 10:14.
“Padre de huérfanos y defensor de viudas Es Dios en su santa morada.” Salmo 68:5.
“Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, que hace justicia al huérfano y a la viuda”. Deuteronomio 10:18
“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” Juan 14:18
“El huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren.” Deuteronomio 14:19
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” Mateo 9:36
“Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.” Isaías 1:17.
Todavía hay más versículos que hablan de la Misericordia y Amor con doble compasión que tiene el Señor por los desamparados. Entonces Dios escuchó al niño llorar, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo: 'Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación.” Génesis 21:17-18
El consuelo fue lo primero que escuchó esa mujer rechazada: ¿Qué tienes Agar? ¿Le habrá contado Agar toda la desgracia y rechazo que recibió?, Cuando el ángel le pidió que le revelara el motivo de sus lágrimas, ella pudo desahogar su amargura, entonces Dios mismo calmó sus temores diciéndole que no tuviera miedo. ¡El ángel le aseguró que no estaría sola, porque dijo que Dios escuchó el llanto de su hijo! Dios escucha nuestro dolor.
Luego el enviado de Dios le dio esperanza y le dijo que reviviera la fe en el futuro de su hijo porque el Señor tenía buenos planes preparados para él. Más tarde, la Biblia dice que el Señor estuvo con el niño mientras crecía en el desierto (Génesis 20:20) y de hecho llegó a ser padre de muchas naciones (Génesis 25:12-16).
Dios quiere consolarnos, se conmueve con nuestras lágrimas y quiere revelar sus planes para nuestro buen futuro. "Tú has visto mi sufrimiento, has recogido mis lágrimas. ¿Acaso no tienes todo eso registrado en tu libro?". Salmo 56:8. Entonces Dios abrió los ojos de Agar, y ella vio un pozo lleno de agua. Rápidamente llenó su recipiente de agua y le dio de beber al niño. Génesis 21:19
La historia no termina aquí, Dios siempre nos pide que caminemos la milla extra, entonces el Señor le dijo a Agar que regrese con Sara y se someta a ella. “Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano.” Génesis 16: 9. (Me imagino cientos de argumentos en la cabeza de Agar ante este pedido) El ángel no le dijo “Enfréntate a Sara, defiende tu derecho, confronta a Abram, tu hijo tiene derechos, lucha y deja que gane el fuerte”. No, eso no le dijo el ángel (son ideas que se me ocurren) Más bien el ángel aconsejó la sumisión completa. Y éste es el primer caso en que se da tal consejo en las Escrituras. Todos los hijos de Dios debemos poner en práctica esta regla: “Someteos unos a otros por amor del Señor”
Este pedido debía exigir mucho valor a Agar, pero con el pedido vino la promesa que Dios cuidaría de ella. Esta confrontación con el Señor conmovió profundamente a Agar. Entonces le dio al Señor un nombre: “El roí”.
“Agar entonces se dijo: ¿Será verdad que yo he visto aquí a aquel que me ve? Por lo que Agar invocó al Señor, que le había hablado, con el nombre de El-Roí.” Génesis 16:13.
Literalmente El roí significa. “Tú eres un Dios que me ve” o “el Dios que me ve aunque esté en el lugar más solitario”. Agar comprendió que aparentemente podía ser rechazada por todos, podía parecer sola y abandonada, pero completamente respaldada por Dios. Agar quedó tan impresionada que llamó al lugar “ Beerlahairoi ” o “El pozo del Dios amoroso que me ve”.
En este momento hay mujeres que crían hijos solas, sin la compañía de un esposo, hay también mujeres de la tercera edad que no cuentan con un sostén económico ni una familia que los apoye, hay viudas y huérfanos que están esperando la ayuda que parece no llegar, hay muchas mujeres que necesitan saber que Dios las ve y las respalda.
¿Puedes identificarte con ellas? Quizás no puedas identificarte con la realidad que tienen, pero si a las emociones que experimentan: ¿miedo, soledad, rechazo, traición, no sentirse amada? Ellas necesitan saber que hay un Dios que las ve y ama.
O quizá tu misma has sentido el abandono, y te hayas preguntado lo mismo que Agar cuando se encontró sola en un pozo del desierto: “¿Alguien se preocupa por mí? ¿Alguien sabe por lo que estoy pasando? Tal vez incluso te hayas preguntado si a Dios le importa y hasta has clamado: “¿Ves por lo que estoy pasando, Dios?” La respuesta a todas estas preguntas desgarradoras, como lo fue para Agar, es: ¡Sí, así es! Porque, como con Agar: Dios te ve.
“Jehová en el templo de su santidad: La silla de Jehová está en el cielo: Sus ojos ven, sus párpados examinan á los hijos de los hombres.” Salmo 11:4
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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