“En los días de Samgar, hijo de Anat, en los días de Jael, los viajeros abandonaron los caminos y se fueron por sendas escabrosas. Los guerreros de Israel desaparecieron; desaparecieron hasta que yo me levanté. ¡Yo, Débora, me levanté como una madre en Israel! Cuando escogieron nuevos dioses, llegó la guerra a las puertas de la ciudad, pero no se veía ni un escudo ni una lanza entre cuarenta mil hombres de Israel. Mi corazón está con los príncipes de Israel, con los voluntarios del pueblo. ¡Bendito sea el Señor!” Jueces 5: 6-9
Seguimos con el cántico de Débora, dice la canción que los viajeros abandonaron los caminos y se fueron por sendas escabrosas. Esto significa que las rutas habituales recorridas por caravanas e individuos fueron desocupadas por temor al ataque de los cananeos. Entonces los viajeros tuvieron que tomar otras vías escabrosas. Esto describe el estado de Israel antes de la guerra debido a su rechazo a su Dios.
Israel estaba en problemas porque ellos mismos eligieron el mal y la maldad en lugar de la pureza y la santidad. Cuando una nación se aparta de Dios el declive espiritual, social y moral llega a los niveles más bajos, muy parecido al tiempo que vivimos hoy, sin temor a Dios y todos dedicados al egoísmo y la ambición.
Las traducciones del verso que sigue son variados y todos bellos:
“Los valientes de Israel fallaron hasta que Débora se levantó, hasta que resucitó como madre en Israel.”
“Las aldeas estaban desocupadas y cesaron los gobernantes en Israel hasta que tú te levantaste, tú, Débora, te levantaste como madre en Israel.”
“Cesaron los gobernantes en Israel, cesaron, hasta que me levanté Débora, me levanté como madre en Israel.”
“Los aldeanos cesaron en Israel; dejaron de ser hasta que me levanté; Yo, Débora, me levanté como madre en Israel.”
“Las aldeas de Israel estaban desiertas, desiertas hasta que yo, Débora, tomé una posición, tomé una posición como madre de Israel.”
“No había guerreros en Israel hasta que yo, Débora, me levanté. Me levanté para ser madre de Israel.”
Ante la realidad decadente una madre dijo ¡Basta! Los hijos fallaron, estaban mezclados con el mundo, perdieron autoridad, dejaron de ser, perdieron todo, estaban deprimidos, sus casas desiertas, no había ningún guerrero, estaban desarmados e indefensos.
Sigamos comprendiendo estas bellas estrofas. La palabra que nuestra Reina Valera traduce como “las aldeas quedaron abandonadas” es una palabra hebrea difícil de traducir que puede traducirse como aldeanos, o como personas que viven en aldeas sin murallas.
Toda ciudad que se respetaba necesitaba de murallas de protección, pero Israel estaba sin ninguna pared que resistiera los ataques del enemigo, pero todo esto como consecuencia de su deslealtad a Dios. No era un asunto de mala suerte, ni de ataques del diablo, no era si quiera la ira de Dios, todo lo que les pasaba era consecuencia de su deslealtad a Dios.
La canción sigue en crescendo y ella dice: “Hasta que yo, Débora, me levanté, me levanté como madre en Israel”. ¿Qué fue lo que vio Débora para levantarse con vigor y autoridad? Ella vio que los hijos de la nación estaban adorando a otros dioses, se alejaron del Señor que los guio con amor por los caminos proveyendo para cada necesidad y se inclinaron a Baal y Astarot. ¿Qué más vio Débora? Ella vio que todos los hijos de la nación estaban desarmados completamente.
Los hijos de Israel no tenían armas físicas porque habían perdido la guerra espiritual, perdieron al comprometerse y seguir a otros dioses. La erosión moral que siguió a su adoración pagana no pudo combatirse porque no se disponía de fuerza, ni espiritual ni física. Hay una lección que se repite una y otra vez en Jueces, y es que no podemos luchar contra los enemigos externos si no hemos logrado vencer a los enemigos internos.
Lo que sigue me gusta cada vez más: “Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel, para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo. Load a Jehová.”
Esta madre no iba a luchar sola, ella fue con los voluntarios que decidieron marchar a la guerra siguiendo su ejemplo. El corazón de ella estaba entregado completamente a los hijos de su nación.
Dios quiere levantar a mujeres que amen a los hijos de su nación, madres valientes que no se resignen a ver hijos que adoran a los dioses de este mundo. ¿Quieres ser una de ellas? Madres de rodillas, hijos de pie.
Con amor, una Débora de fe.
Martha Vílchez de Bardales
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