“El rey no se salva por la multitud del ejército, ni escapa el valiente por la mucha fuerza. Vano para salvarse es el caballo; la grandeza de su fuerza a nadie podrá librar. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre. Nuestra alma espera a Jehová; nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, según esperamos en ti”. Salmo 33:16-22
En todo el mundo, la pandemia de COVID-19 está provocando la pérdida de muchas vidas, antes se creía que se había progresado mucho en el ámbito de la salud ya que las personas vivían más tiempo y en mejor estado de salud debido a los avances mundiales en este campo, pero con la aparición de esta pandemia se ha puesto en peligro todo lo avanzado, por eso la organización mundial de la salud pone de manifiesto la necesidad urgente de que todos los países inviertan en sistemas sólidos de salud ya que esta es la mejor defensa frente al covid19.
Todos los especialistas de salud están dando posibles soluciones para frenar esta crisis, también ya varios países se han unido para crear la vacuna esperada, de una larga lista de posibilidades se ha reducido a 14 vacunas promisorias. Todos tratan de dar esperanza al mundo confundido, pero esos actos de valor son esfuerzos humanos.
Dijo el salmista: “El rey no se salva por la multitud del ejército” David era un rey con un ejército que lo respaldaba, pero al considerar la grandeza de Dios, entendió que el esfuerzo humano por sí solo no dispone los hechos del día a día. Es la obra y el plan de Dios el que cumplirá su propósito en lugar del esfuerzo humano. A través de toda la línea de la historia humana este versículo ha sido confirmado.
“Las batallas más fuertes se derriten como copos de nieve cuando Dios está en contra de ello.” (Spurgeon)
Por eso el esfuerzo del hombre para salvarse a si mismo es comparado con las cosas que usamos para protegernos, en ese tiempo el caballo era usado para demostrar valentía, era una de las armas más avanzadas para derrotar ejércitos: “Vano para salvarse es el caballo” ¿Por qué quienes nos gobiernan no podrán admitir que existe un Dios en los cielos que gobierna todos los asuntos y destino del hombre? Todos los recursos científicos, el uso de las mejor tecnologías no pueden por si mismas determinar el fin.
¿Quién entonces puede darnos la salida ante esta prueba? Dios es el único que provee cuidado y amor:
“He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en tiempo de hambre.”
Los tiempos de David fueron tiempos peligrosos. También vivieron tiempos de grandes pruebas, los hombres de la fe, pero ellos no fueron valientes por sí mismos, ellos vieron en medio de eventos peores que el nuestro, el cuidado de Dios.
Todas las mañanas y tardes escucho a decenas de aves cantar y cantar, a ellas, Jesús dijo que su Padre las cuida (Mateo 6:26) por lo tanto estoy segura que también cuidará de aquellos que le honran, quienes han sido creados a Su imagen, a todos los que pueden decir, Yo sé que Dios me cuida. No sólo me cuido cuando estoy en casa, o cuando uso protectores por todos los lados sensibles al contagio, o cuando desinfecto todo lo que entra a mi hogar, me cuido mejor cuando leo la Biblia, cuando oro con todas mis fuerzas, cuando ayudo a mi prójimo, cuando comparto mi fe. Sé que los ojos de Dios están mirándome con amor.
“Sobre los que esperan en su misericordia” Esperar en Dios es un acto de valentía, porque no es esperar con resignación, los cristianos esperamos en su misericordia, y no en actos propios de bondad, esperar en Dios aumenta la fe.
Ya sabemos que tenemos más de cuarenta días más sin salir de casa, algunos dicen encerrados, cautivos, forzados, presos. Pero nuestra mente no está encadenada, no pueden aprisionar nuestro corazón, tenemos libertad para hablar, libertad para adorar, libertad para orar, somos libres de pregonar la fe en Cristo Jesús. ¡Nuestra alma espera a Jehová!
Nuestra ayuda y nuestro escudo es él. Por tanto, en él se alegrará nuestro corazón, Porque en su santo nombre hemos confiado. Sea tu misericordia, oh Jehová, sobre nosotros, Según esperamos en ti. Amén.
Martha Vílchez de Bardales
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