“Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” Santiago 4:6-8
A veces es muy difícil que un cristiano se identifique como orgulloso, por ejemplo los pastores están ocupados preparando sermones y estudios para la iglesia, así que no se detienen a mirar si tienen rasgos de suficiencia personal, los padres de familia están dedicados en proveer a su familia y tampoco se pueden evaluar sinceramente si es que la soberbia ha hinchado sus corazones, las madres dedicadas y trabajadoras ocupan demasiado tiempo sirviendo a todos, así que han llegado a creer que sólo respiran pura humildad, y los jóvenes, más bien creen que necesitan más altivez si quieren lograr algo en la vida.
Sabemos que el padre del orgullo es el diablo, pero cada vez parece más normal ser un pedante olvidando lo que dice la escritura:
“Altivez de ojos, y orgullo de corazón, Y pensamiento de impíos, son pecado.” Proverbios 21:4
“A la gente humilde le concedes la victoria, pero a los orgullosos los haces salir derrotados.” 2 Samuel 22: 28
“El malo, por la altivez de su rostro, no busca a Dios; No hay Dios en ninguno de sus pensamientos.” Salmo 10:4
“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu. Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que repartir despojos con los soberbios”. Proverbios 16:18-19
Como creyentes debemos recordar que Satanás fue echado del cielo por su orgullo (Isaías 14:12-15). Él tuvo la egoísta audacia de intentar reemplazar a Dios mismo como el legítimo gobernante del universo. Sin embargo, Satanás será lanzado al abismo del infierno en el juicio final de Dios.
También es por el orgullo que miles y miles han endurecido sus corazones para negar a Dios y su Hijo, por este mismo orgullo, ahora mismo la gente se niega a confiar en Dios, por este orgullo hay cada vez más corazones fríos en todo el mundo y la iglesia es ahora una pequeña manada que lucha para mantenerse fiel.
Dios resiste a los orgullosos: Los que se aman más a sí mismos, que a Dios, caminan su propio ruta, y casi siempre este camino, es todo lo contrario a la voluntad de Dios, esta rebeldía está aumentada porque los amadores de si mismos, se consideran autosuficientes y más inteligentes que los demás, el orgulloso manifiesta su fastidio gritando, imponiéndose, e incluso agrediendo físicamente, pero no sólo el orgullo se manifiesta con exabruptos, también es un orgulloso, el resentido, la eterna víctima, el que se niega a perdonar, el que se justifica en su resignación, a todos ellos el Señor los resiste.
Dios resiste a los soberbios, pero lo hace porque quiere ablandar esos corazones de piedra, para que se sujeten al Señor. Nadie puede pelear y vencer a Dios. Somos derrotados por la soberbia que surge del corazón cuando no queremos seguir el plan trazado por nuestro Creador.
En cambio Santiago nos recuerda que Dios le da gracia solo a los humildes.
La gracia y el orgullo son enemigos eternos. El orgullo exige que Dios me bendiga a la luz de mis méritos, ya sean reales o imaginarios. Pero la gracia es un regalo de Dios, dispuesta generosamente para los que se humillan delante del Padre.
Santiago usó una palabra poderosa en la frase “resiste a los orgullosos”. Es como decir que se pone en orden de batalla contra ellos. Pero “da gracia a los humildes”: No es que nuestra humildad se gane la gracia de Dios. La humildad solo nos pone en posición de recibir el regalo que Él da libremente.
Hermanos amados, tenemos que someternos a Dios para que el orgullo del diablo salga de nuestros corazones. Tenemos que obedecer a Dios. Hacerle frente al frente al diablo, y él huirá. Como dice la Escritura: Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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