“Porque la fe de ustedes es como el oro: su calidad debe ser probada por medio del fuego. La fe que resiste la prueba vale mucho más que el oro, el cual se puede destruir. De manera que la fe de ustedes, al ser así probada, merecerá aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo aparezca.” 1 Pedro 1:7
Las pruebas que pasamos no son un accidente. Así que si te contagias de covid19, no sólo es porque tus parientes fueron descuidados, o tus compañeros de trabajo no están vacunados, o el restaurante donde comiste no cumplió las normas de seguridad, o las personas con quien te encontraste en la calle estaban enfermas. La inclinación a echarle la culpa de cualquier cosa a alguien más, en vez de reconocer nuestra responsabilidad, es propia de nuestra naturaleza caída. Sólo recuerden como Adán le echó la culpa a Dios por haberle dado una mujer, que según él, lo obligó a desobedecer.
Las pruebas que vivimos no son un accidente, suceden para probar tu fe, que es infinitamente más valiosa que el oro, y este hermoso metal, como sabes, aunque en última instancia es perecedero, debe ser purificado por el fuego. Así que si eres probado con cualquier enfermedad, ésta aparente desgracia, está planeada para traerte alabanza, honor y gloria en el día en que Jesucristo se revele.
Las aflicciones, carencias, enfermedades, pérdidas y todo tipo de pruebas son permitidas por Dios para este fin, para llevarnos al trono de la gracia, para enseñarnos a orar y para hacer que la palabra de la gracia de Dios sea preciosa para nosotros. Reconozco que las mejores lecciones espirituales las he aprendido cuando algo en mí estaba enfermo, y mis amigos me abandonaron. La aflicción es un curso acelerado para convertirte en un creyente maduro.
Recuerdo que mi padre me dio el mejor consejo justamente cuando estaba muy enferma con neumonía. Tendría unos veinte años cuando contraje una enfermedad grave a los pulmones, un pequeño de la escuela dominical a quién atendí murió, y luego, yo también me enfermé. Tenía que estar encerrada en mi dormitorio sin ver a mi familia, entonces mi papi me dijo: "Hija estás en tu mejor momento porque cuando un cristiano está en el horno de la aflicción, está siendo perfeccionado en su fe." Las pruebas y tribulaciones son muy buenas para nosotros porque nos ayudan a conocernos a nosotros mismos, aún mejor de lo que nos conocíamos antes.
Cuando somos probados es tiempo para recibir el consuelo de Dios. Pero quizá pensarás, ¿Pero por qué tenemos que sufrir en el horno? ¿Por qué nos quiere atormentar? ¡Por favor renuncia a esos pensamientos necios! Dios no permite la enfermedad o la pena para destruirnos, herirnos o dañarnos. Dios quiere que resplandezcamos como el oro puro, y el refinamiento exige pasar por la prueba.
El oro tiene escorias que se retiran cuando es echado al horno, y el cristiano desarrolla un carácter santo cuando es probado. Ese es el método de Dios. Esa es la escuela de Dios.
Desgraciadamente muchos falsos maestros se hicieron populares porque enseñaron lo contrario, ¡Tienes que ser exitoso! ¡Tienes que tener suerte en todo lo que emprendes! ¡No te enfermarás de nada porque eres un elegido! ¡No necesitas vacunarte porque Dios te cuida! ¡Mientras más dinero das, más rico te harás!
Esa idea de que un cristiano debería de ser como Superman, y que a pesar de que Superman es disparado con balas, todas rebotarán de su pecho es una mentira. Dios tiene un propósito para cada uno de sus hijos amados. El propósito de Dios en las pruebas es demostrar la calidad duradera de tu fe.
En este momento mi esposo amado salió positivo al covid19, gracias a Dios el Señor permitió esta prueba con propósitos santos, sus oraciones nos ayudan, fortalecen y alegran. Gracias.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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