Yo, Pablo escribo esta carta. Fui enviado para proclamar fe a los que Dios ha elegido y para enseñarles a conocer la verdad que les muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios. Esta verdad les da la confianza de que tienen la vida eterna, la cual Dios, quien no miente, les prometió antes de que comenzara el mundo. Y ahora, en el momento preciso, él dio a conocer este mensaje, que nosotros anunciamos a todos. Es por mandato de Dios nuestro Salvador que se me ha confiado esta tarea para él. Tito 1:1-3
Muchas iglesias de hoy en día destacan en sus servicios por ejemplo, la infraestructura, amplios templos, diseños modernos, iluminación potente, pantallas profesionales con excelente nitidez, etc. Pero así como se preocupan del ambiente, otros tienen la prioridad de la música, sus tiempos de adoración son como asistir a un concierto, hay una variedad de instrumentos, como coros y qué decir del sonido, casi siempre manejado por técnicos profesionales. No habría problema si todo esto fuera lo principal en el culto, ya que, como dijo Pablo, la razón de la iglesia es “Proclamar la fe”.
Cuando una iglesia tiene las prioridades equivocadas, aunque la adoración sea profesional, el templo sea para cientos de personas, o el ambiente tenga todo lo necesario para “hacer sentir bien al invitado”, sin una base firme de sana doctrina, la iglesia pondrá sus cimientos sobre arena movediza, y la arena movediza termina hundiendo a todos los que la pisan.
Pablo le encarga a Tito, que haga de la doctrina una prioridad en su propia vida, para que así la iglesia que dirigía, también tenga solidez en Jesucristo.
Desde el principio, Pablo se llama a sí mismo "el esclavo (doulos, G1401 ) de Dios". Ese era un título de humildad mezclada y orgullo legítimo. Significaba que su vida estaba totalmente sometida a Dios; al mismo tiempo -y aquí entraba el orgullo-, era el título que se daba a los profetas ya los grandes del pasado. Moisés era el esclavo de Dios ( Josué 1:2 ); y Josué, su sucesor, no habría reclamado un título más alto ( Josué 24:29 ). Fue a los profetas, sus siervos, a quienes Dios reveló todas sus intenciones ( Amós 3:7 ); eran sus siervos los profetas que Dios había enviado repetidamente a Israel a lo largo de la historia de la nación ( Jeremías 7:25). El título de esclavo de Dios le dio a Pablo el derecho de caminar en una gran sucesión.
La Iglesia de Cristo no es un organismo o institución que comenzó ayer. La Iglesia tiene a sus espaldas siglos de historia humana y se remonta antes de los tiempos en la mente y corazón de Dios. Por todo esto debemos tener mucho celo cuando tomamos la novia de Cristo y la presentamos como un club o una sociedad privada para agradar a los miembros. Muchos santos y elegidos de Dios sacrificaron su vida para que la Palabra de Dios sea enseñada a la iglesia, por eso, los pastores de este tiempo deben andar por el mismo camino donde estos héroes dejaron sus huellas.
Pablo enseñaba cómo vivir una vida dedicada a Dios, él no perdió el tiempo en halagos, él estaba plenamente consciente de la autoridad que recibió como siervo de Dios y creo que los que compartimos una enseñanza, un sermón o un pequeño devocional, también debe estar completamente convencido que lo que enseña, no son lecciones para agradar, consentir, deleitar o contentar a la grey, no hablamos nuestras opiniones ni ofrecemos salidas fáciles al cristiano, el mensaje de Cristo ha superado la etapa de quizás, posiblementes, el mensaje de Dios es sí y ahora.
Este siglo está marcado por el egoísmo, la gente quiere sentirse bien, ser reconocida, estar contenta con su entorno, y ser atendida en todos los sentidos, desgraciadamente mucha de esta conducta ha influenciado a la iglesia y por eso, cuando el miembro de una congregación deja de “sentir” las atenciones que cree merecer, de inmediato tendrá la “impresión espiritual” que su ciclo terminó en esa iglesia y buscará otra que sí lo reconozca y ayude.
La carta a Tito, escrita por Pablo, en estos primeros versos nos abre los ojos, porque el discípulo del apóstol era un joven líder que podía también sentirse inclinado a dar a su iglesia un culto sin las verdades doctrinales. Pablo dijo claramente que:
Lo más importante es proclamar fe a los que Dios ha elegido
Enseñar a conocer la verdad que les muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios.
Que estén seguros que tienen la vida eterna.
Que todo creyente con la salvación ha recibido el encargo de anunciar el evangelio.
Nuestra oración debe ser que seamos fieles en la Iglesia donde Dios nos ha permitido nacer, y seamos siervos como Pablo, porque todas las congregaciones necesitan ladrillos humanos que conviertan la iglesia en un edificio de santos que predican del amor de Dios.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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