“Jesús entró en la sinagoga y empezó a enseñar. La gente se admiraba de su enseñanza, porque les enseñaba como alguien que tiene autoridad y no como los maestros de la ley. De pronto llegó a la sinagoga un hombre poseído por un espíritu maligno que gritó: ¿Qué quieres de nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios! Pero Jesús reprendió al espíritu maligno y le dijo: ¡Cállate y sal de él!” Marcos 1:21-25
Cuando los creyentes vamos a la iglesia, sabemos que vamos a la Casa de Dios para adorar, alabar, servir, aprender, ofrendar y ver a los hermanos para gozarnos juntos en armonía. Nunca pensamos que venir a la iglesia puede significar tener un encuentro con alguien poseído por el diablo, sin embargo eso fue lo que pasó cuando Jesús entró en un servicio de estudio bíblico en una sinagoga.
¡Un hombre poseído por un espíritu inmundo apareció en el servicio de adoración! Esta historia debe hacernos recapacitar sobre una realidad que no siempre consideramos posible. La verdad es que a los demonios les encanta pasar el rato entre gente que sólo guarda rituales y se comporta como religiosos que asisten, pero sus corazones están desconectados de Dios.
Tenemos que recordar a la iglesia de Esmirna, en Apocalipsis 2:9, que fue calificada como la “sinagoga de Satanás”.
Había una gran diferencia entre un templo y una sinagoga, el primero era el lugar del culto y el sacrificio, y la sinagoga era principalmente un lugar de enseñanza. En el servicio de la sinagoga se hacían sólo tres cosas: Oración, lectura de la palabra de Dios y la exposición. No había música, ni canto, ni sacrificio. Otro detalle más, el templo era grande y sólo uno, pero donde había una colonia de judíos con unas diez familias, debía haber una sinagoga. Así que se puede decir que la sinagoga era parecida a una iglesia congregacional de nuestro tiempo.
Con mucha mayor razón sorprende que en un lugar donde la Palabra de Dios era enseñada, participaba alguien con un espíritu inmundo.
En esa época los judíos tenían costumbres extrañas en cuanto a su forma de liberar a un endemoniado. En diversas excavaciones se encontró cementerios antiguos con abundancia de cráneos que habían sido trepanados. Los estudiosos concluyeron que se perforaba los cráneos para lograr que los demonios que poseían a un hombre, se fueran por ese agujero. ¡Imagínense que limitada estaba la medicina en aquella época para hacer un tipo de operación de este tipo, pero esa era su manera de exorcizar a un poseído.
La congregación de aquella sinagoga se sorprendió y quedó como en shock, ante la autoridad de Jesús al enseñar la doctrina, pero el hombre con el espíritu inmundo, no tuvo la misma reacción, sino que lanzó un grito escandaloso, como si fuera un rugido de muerte: “¿Qué tienes que ver con nosotros, Jesús de Nazaret?”. Ningún endemoniado puede seguir encubierto cuando la verdad de Dios es revelada.
“¿Has venido para destruirnos?". Como ven, este espíritu inmundo habló en plural: “nosotros” como si hubiera más de uno. Quizá eran más de uno, los demonios que habían tomado a esta persona que aparentaba ser un oyente fiel en aquella congregación, pero nadie se dio cuenta hasta que vino la Verdadera Luz.
En el trabajo de consejería he encontrado situaciones donde personas le abrieron la puerta a espíritus inmundos por jugar con las prácticas del ocultismo, brujería, astrología, horóscopo. Pero también por entrar a ver pornografía en las redes sociales, o entretenerse practicando los “juegos de muerte”, retos virales, etc.
No le debemos dar permiso a Satanás de meterse en nuestros tiempos libres porque muy rápido sabe dominar los pensamientos y encadenar los sentimientos de sus víctimas a placeres que sólo provocarán adicción sucia y diabólica. Efesios 4:27 nos insta a no permitir que Satanás tenga un punto de apoyo en nuestras vidas.
No debemos olvidar que al diablo se le llama: “el padre de la mentira”. Y claro que lo es, por eso sigue intentando falsificar cada principio verdadero que presenta el Señor. He presentado pecados que los cristianos consideramos horribles, pero cuando permitimos que el chisme, la crítica destructiva , los rumores, la deslealtad, los celos, la competencia, la difamación, el robo de los diezmos, etc. se meta y sea una práctica libre en nuestras congregaciones, también le estamos abriendo puertas no sólo a un espíritu inmundo sino a legiones de hipocresía y fariseísmo.
Jesús liberó al hombre con el espíritu inmundo con sólo una frase llena de autoridad. Hoy no necesitamos tampoco que alguien haga aspavientos para echar fuera al hombre fuerte que domina a una persona y la condena, sólo debemos reconocer y arrepentirnos de haber permitido ser atado al error, la confesión, el arrepentimiento y la oración en el Nombre de Jesús son las claves para ser liberado y sanado.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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