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Foto del escritorIB La Molina

Por favor perdónalo.

“Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil, el cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo.” Filemón 1:8-12



Esta carta sigue siendo para mi, un modelo perfecto de cómo debe ser el trato de un creyente de Dios a otro hijo de Dios. Pablo en unos versos anteriores alabó la forma maravillosa cómo Filemón había provisto las necesidades de otros cristianos. Filemón era un ejemplo de amor práctico porque confortó los corazones de otros creyentes con obras de misericordia y compasión.


No creo que Filemón esperara felicitaciones del apóstol, pero fue muy delicado de parte de Pablo el hacer un reconocimiento claro de este corazón dadivoso. A veces los siervos de Dios afirman que no quieren ser felicitados por cumplir la misión con fidelidad, pero les aseguro que no hay un siervo que no sea bendecido mucho cuando recibe palabras o gestos de gratitud por la obra que hace con sacrificio y amor.


Pablo como apóstol tenía una autoridad que le permitía dar una disposición o advertencia que debía ser acatada, pero en esta carta personal, él no toma su posición como privilegio para lograr que se haga su voluntad sino que de una forma muy conmovedora y elocuente intercede ante un amigo ausente por un amado perdonado:


“Yo ya soy viejo, y ahora estoy en la cárcel por servir a Jesucristo. Yo sé que tú me amas. Por eso, aunque te lo podría ordenar, pues Cristo me ha dado esa autoridad, prefiero pedirte que me hagas el siguiente favor: Te ruego que recibas bien a Onésimo. Para mí, él es como un hijo, pues yo le anuncié la buena noticia aquí en la cárcel.”

"Yo podría darte una orden", pero te pido, “Recíbelo como a mí mismo, como a mis propias entrañas". Pablo esperaba que Filemón también lo perdonara, y como el perdón es voluntario, no le dio una orden sino le pidió un favor. Es decir que él esperaba que la sumisión y el perdón de Filemón, se derivara de su propia generosidad.


Me llama la atención que Pablo se define a sí mismo como anciano, en realidad cuando escribió esta epístola, que fue escrita alrededor del año 62 d. C., en ese momento no podía tener más de 56 años. Pero la palabra que es traducida como anciano, también se traduce como embajador.


La vida en el ministerio nunca fue fácil para Pablo, más de una vez fue menoscabado por su pasado, insultado, perseguido y menospreciado por otros creyentes incluso, pero creo que aprendió que el perdón era voluntario y un acto de obediencia, Pablo fue entonces, un embajador del perdón que le pide a otro que sea también apto para perdonar.


“Te suplico por mi hijo Onésimo”, Pablo a menudo hablaba de sus convertidos como sus “hijos”.


  • Timoteo: 1 Corintios 4:17

  • Tito: Tito 1:4

  • Los cristianos de Corinto: 1 Corintios 4:14

  • Los cristianos de Galacia: Gálatas 4:19


Antes de convertirse Onésimo, fue un inútil, aunque su nombre significaba lo contrario, pero al nacer de nuevo se volvió en alguien apto y capaz para el evangelio, e incluso como ayuda de Pablo. Así que Pablo le afirma a su hijo Filemón, que también sería útil para él. Ahora que era un cristiano, Onésimo podía hacerle honor a su nombre y ser de bendición, a Filemón.


Una vez más aprendemos cuán importante es perdonar. Por eso aprovecho el devocional de hoy para poner en práctica la enseñanza de Pablo, si somos hijos de Dios podemos pedir perdón y perdonar, creo que es una forma hermosa de ser embajadores de Jesucristo.


Con amor

Martha Vílchez de Bardales


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