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Foto del escritorIB La Molina

Pleitos provocados

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Santiago 4:1



Santiago, hermano de Jesús era un hombre franco, tenía que serlo para demandar a sus hermanos que sean verdaderos representantes del pueblo de Dios. Cuando escribió esta epístola quiso sacar a relucir el conflicto que en ese momento había entre cristianos, ¿Cómo era posible que un rumor se haya vuelto causa de resentimiento entre ellos?. Pero ya no era un simple sentimiento de rencor, sino que llegó a convertirse en una guerra.


¿Alguna vez has sido testigo de una pelea entre creyentes? Santiago describe con precisión que muchas veces se culpa a causas externas el origen del pleito, cuando en realidad, todo surge del fondo del corazón. Las batallas entre cristianos son amargas, severas e irreconciliables.


¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

La fuente de guerras y pleitos entre los cristianos siempre es la misma. Basta que uno de los hermanos, le de cabida a alguna calumnia, que en realidad es carnalidad pura, para que ese corazón contaminado empiece a acuchillarse sólo, como si uno mismo matara todos sus principios de misericordia, paciencia y perdón.


Es lo que ocurre por ejemplo entre las parejas, si una decepción provoca cólera, ésta muy pronto se convertirá en prejuicio, entonces ese corazón amargo ya no querrá tolerar, menos perdonar, sólo lamentarse de ser cónyuge y pelear y gritar para desahogar su frustración.


En todo pleito de cristianos, hay raíces de carnalidad, pero ojo, esto ocurre entre los dos participantes del pleito, nunca hay un sólo culpable. Dos creyentes, ambos caminando en el Espíritu de Dios, no pueden vivir con guerras y pleitos entre ellos.


¿De dónde vienen las guerras y de dónde los pleitos entre ustedes? ¿No surgen de sus mismas pasiones que combaten en sus miembros? ¿Saben por qué hay guerras y pleitos entre ustedes? ¡Pues porque no saben dominar su egoísmo y su maldad!

Toda guerra se origina primero en el interior, en los pensamientos y baja al corazón, provocando que estalle en el exterior; si no diéramos cabida a esos prejuicios muchos males se evitarían. Pero el egoísmo del interior del corazón, es el anzuelo que trae conflicto, aún entre cristianos. La causa de las peleas a menudo se busca en circunstancias externas, mientras que los deseos internos son el verdadero origen.

Santiago sabía que sus hermanos en la fe, deseaban con vehemencia la libertad y la liberación del yugo romano, ellos confiaban que el Mesías iba a ser el príncipe que dominaría ese mundo pagano, deseaban tanto su liberación y poder sobre sus dominadores que oraban con pasión por su liberación. Por eso Santiago siguió diciendo:


“Ustedes codician y no tienen, por eso cometen homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra. En realidad no lograrán tener lo que tanto anhelan porque no saben pedir”

Santiago parece molesto cuando hace esta descripción, los tipos de pasiones que llevan al conflicto son codicia, deseos desordenados, envidia, ira y la ansiedad por tener lo que creen necesitar.


Al igual que Jesús en el sermón del monte, Santiago quiso que la iglesia reaccionara y se diera cuenta que pelear con un hermano era igual a matar a otro hijo de Dios, esto sonaba demasiado alarmante, pero la exhortación buscaba detener eso que se estaba convirtiendo en una práctica sin control. Era necesario que la iglesia recapacitara profundamente sobre esos pleitos entre creyentes.


Si las pasiones incontrolables de mi naturaleza carnal me hacen sembrar discordia entre creyentes, no recibiré nada de Dios. Satanás siempre busca provocar estos tipos de conflictos entre cristianos, pero no sólo pleitos, lo que más veo ahora es miedo, desconfianza, inseguridad, muchos hijos de Dios se están acostumbrando a tener estos sentimientos propios de la naturaleza carnal y por eso han cambiado su tiempo con Dios en tiempos de descanso, tiempos en familia, tiempos de seguridad.


¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? or lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales



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