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Foto del escritorIB La Molina

Pleitos entre cristianos

“¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. Santiago 4: 1-3

En la semana que empezó fuimos testigos de las contiendas entre dos poderes del estado. El Congreso de Perú le negó la cuestión de confianza solicitada por el presidente del Consejo de Ministros, obligándolo así a dejar el cargo con su gabinete en pleno tan solo 19 días después de haberlo asumido.


No tengo que dar detalles sobre este pleito, porque todos tuvimos que oír y ver cómo los insultos iban de un lado a otro, como si fuera una guerra de acusaciones con adjetivos impropios de autoridades de un país.


Las diferencias entre hombres sin temor a Dios son peleas que no se arreglan fácilmente. El problema que tuvieron el ejecutivo con el congreso, no se arregló en las más de veinte horas de debate, es difícil que alguien ceda cuando hay muchos intereses de por medio. Pero este capítulo empieza con la descripción de un pleito, desgraciadamente, entre cristianos.


Santiago nos detalló con claridad las disputas entre los cristianos de ese siglo, pero debe haber sido un caso confuso, ya que los términos que Santiago usa son los que se usaban en una guerra. Las batallas donde cristianos pelean deben ser contra el maligno y no entre hermanos en la fe.


¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?


Cuando dos cristianos tienen contradicciones o desacuerdos, imposibles de resolver, dice Santiago, que la fuente de tal discusión es siempre la misma: En esos belicosos hay alguna raíz de carnalidad.


“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” Mateo 26: 41


Los creyentes tenemos una guerra interna en el alma, nuestras debilidades son más bien fuertes y nos impulsan a querer ganar a cualquier costo: nuestra carne es débil. La verdad es que no siempre somos víctimas, a veces somos los equivocados, y como creyente es un deber ceder para buscar la conciliación.

Los tipos de pasiones que llevan al conflicto son descritos claramente: Codiciáis, y no tenéis, pueden traducirse como, ambicionas y conspiras, pero no logras lo que quieres y esa ansiedad te lleva a pelear.

El deseo de ganar lleva a uno de los contrincantes a insultar primero, pero el segundo no se queda tranquilo, entonces responde con más ira, el resultado son dos cristianos con una cólera profunda, que en la enseñanza de Jesús es lo mismo que matar.


La palabra asesinar es algo que como cristianos jamás pensaríamos de alguien, pero Santiago quiere hacernos entender que todo rencor, antipatía o mal pensamiento de otro cristiano es completamente impropio de un hijo de Dios.


Un cristiano resentido, molesto o indiferente a otro, no logrará conseguir lo que pide, porque pide mal al estar con esa espina en su corazón. Busquemos la reconciliación, busquemos la santidad sin la cual, nadie verá al Señor.


Con amor,

Martha Vílchez de Bardales



 

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