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Foto del escritorIB La Molina

Piedra de tropiezo

¡Ay del mundo por los tropiezos!, porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego. Mateo 18:7-8


Cada día procuro sin falta salir a caminar una hora, el camino que uso es frecuentado por corredores, ciclistas y caminadores como yo, pero el sendero que usamos, aunque fue preparado para la exclusividad de este ejercicio, es un camino lleno de baches, grietas grandes, relieves y peligrosos huecos. Será por eso que cuando me cruzo con algún compañero recién elevo el rostro para saludar, ya que casi todos caminamos mirando el suelo, para no tropezar.


Jesús dijo que el mundo está lleno de tropiezos, si visualizas este texto puedes imaginar puros caminos llenos de baches y peligros y eso significa que no se puede transitar sin tener precaución, porque si sufres un tropiezo puedes perder el equilibrio, golpearte y herirte, o terminar derribado sin poder levantarte.


La palabra tropiezo viene del griego “skandalízo” que se traduce como entrampar, incitar a pecar, hacer caer, ofender, poner tropiezo. Un skandalon es una "trampa" o "piedra de tropiezo" u "ofensa".

Meditemos un poco más en el significado de esta frase: ¡Ay del mundo por los tropiezos! El primer ¡Ay! es un grito de compasión por un mundo en peligro de tropiezos. El segundo ¡Ay! es una advertencia a aquel que trae o introduce maldad a otros. ¡Ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!: Vivimos en un mundo caído y es inevitable que venga el pecado, el dolor y el tropiezo. Sin embargo, la persona quien traiga el tropiezo es culpable ante Dios, y no tiene excusa. Esto nos enseña que podemos dejar ir el enojo y la amargura por lo que las personas han hecho en nuestra contra. Dios ha prometido tratar con aquellos por quien viene el tropiezo.


Sin embargo, casi siempre miramos los tropiezos como golpes que vienen de afuera, por ejemplo, las personas que nos traen decepción, amados que nos son desleales, familia que peca de ingratitud contra nosotros, compañeros que nos dan la espalda, etc.


Pero Jesús, aunque fue claro al advertir a los que ocasionan tropiezos también fue claro en demostrarnos que debemos tener cuidado de no ser que seamos nosotros los que ocasionamos el sufrimiento a alguien. Es muy difícil reconocer algo tan feo como esto, ¿Yo, provoqué tropiezo a mis hermanos?

Jesús nos advierte que debemos estar dispuestos a reconocer si estoy provocando que alguien se resienta, llore o se decepcione por mi causa, y por lo tanto, al aceptar que he sido motivo de carga, tengo que sacrificar mi carne para pelear contra el pecado: “Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti”.


Ojo que este corte se refiere a una renuncia espiritual, no a una mutilación física, porque si me corto la mano derecha, todavía puedo pecar con la izquierda. Si me arranco el ojo izquierdo, todavía puedo pecar con el ojo derecho, y si todos esos miembros me son quitados, todavía puedo pecar con mi corazón y mi mente. Por lo tanto lo que Jesús nos enseña es que antes de ser motivo de tropiezo a un hijo de Dios, debo ser radical para cortar la mano que señala y acusa, debo cortar la lengua que murmura, debo parar los pies antes de ir donde sólo encuentro placer.


Tenemos que reconocer que también puede suceder que los tropiezos no vengan sólo de afuera sino que nosotros mismos nos convirtamos en amenazas para otros. ”Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.”


Pero esta palabra “tropiezo” también se traduce como “ofensa” Y las ofensas vienen de todas partes y a cada rato. Parece un mal inevitable. Como hijos de Dios debemos ser canales de perdón y misericordia en vez de resentirnos ante cualquier cosa. Las personas se pueden ofender por infinidad de razones, algunas justificadas, pero el Señor nos enseña que no hay que alimentar estas ofensas convirtiéndolas en razones poderosas para guardar rencor, porque el rencor divide.


Oremos reconociendo si somos portadores de rencor, y pidamos al Señor que corte este hábito de nuestra vida. Y Oremos que si hemos causado tropiezo a mi hermano aprendamos a pedir perdón.


Con amor:

Martha Vílchez de Bardales


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