"Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo. Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento". Mateo 17: 15,18
Como todos sabemos el aislamiento es la medida urgente para frenar la propagación del covid19, sin embargo puede ocasionar estrés y agotamiento psicológico en la familia, muchos son los hogares que no han estado preparados para enfrentar esta realidad y por eso los perjudicados pueden ser cualquier miembro de la familia, porque cada uno reacciona de manera distinta a las situaciones de inseguridad.
Los niños y adolescentes reaccionan, en parte, a lo que observan en los adultos que los rodean y cuidan. Si sus padres manejan el tema del COVID-19 con calma y seguridad, pueden dar el mejor apoyo a sus hijos. Pero si los padres ven todos los días y a cada rato las noticias, buscan más información en las redes, siguen cadenas desautorizadas y hablan siempre sobre el tema, pueden trasmitir su miedo, presentar irritabilidad, sembrar pánico en todos.
La cita que comparto me hace pensar en la realidad que hoy vivimos, un joven lunático (epiléptico) pero que además tenía un problema espiritual, dice Marcos capítulo nueve:
“Maestro, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla. Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, crujen los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no lo lograron.”
Quizá este fue un caso muy difícil para los discípulos, porque aun teniendo la autoridad delegada por Jesús no pudieron hacer nada por el muchacho, pero antes de hablar sobre la incapacidad de ellos, pienso en aquel padre que buscó ayuda porque él estaba peor, sin solución ni salida.
¿Cuántos padres se sentirán ahora como este padre? No digo que sus hijos estén demonizados, pero si creo que hay una nube de incredulidad que desciende en los padres primero y luego corre hacia el corazón de sus hijos. El mundo de hoy está enloquecido por la alarma, pero en vez de provocar prudencia, los demonios ejercen un control fuerte sobre las personas, y provoca rebelión, violencia, abatimiento hasta provocar suicidio. El joven lunático era arrojado al fuego y al agua por esos demonios; para lastimarlo hasta matarlo.
El muchacho estaba totalmente arruinado por dentro y por fuera, así lo vio Jesús, pero sus ojos también fueron a todos los presentes y les dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo aquí.
¿A quién se dirigió con este calificativo? ¿Quiénes eran la generación incrédula y perversa? ¿Los sacerdotes?, ¿el padre del muchacho?, ¿los discípulos?, ¿El mundo en general? Fíjense bien los calificativos que usó: Generación malvada e incrédula (Mateo 12:39) sin fe y perversa, (Mateo 17:17) Adúltera y pecaminosa (Marcos 8:38) Incrédula, (Marcos 9:19) Estos son los demonios que quieren dominar hoy mismo tu casa, a estos debes reprender.
Tan pronto como vio a Jesús, el espíritu sacudió de tal modo al muchacho que este cayó al suelo y comenzó a revolcarse echando espumarajos. (El demonio siempre quiere hacer gala de su poder para asustar y dañar más a su víctima) Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Desde que era niño, contestó. Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
Jesús le respondió: ¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible. ¡Sí creo! exclamó de inmediato el padre del muchacho. ¡Ayúdame en mi poca fe!
El Señor es el Médico de médicos, Él es el Todopoderoso Señor, entonces reprendió al demonio y éste salió del muchacho. La autoridad de Dios es extraordinaria. Nada es difícil para Él.
Hoy hay una lucha espiritual en los hogares, los enviados del maligno quieren arrebatar el alma de los que continuarán con la misión del evangelio, ¿Crees que Jesús es capaz de liberarlos? ¡Para el que cree todo es posible! Ora, ayuna, comparte con tu familia la Palabra de Dios, se sincero con ellos, abre tu corazón con los que amas, dile que Cristo es tu Salvador y Señor y el enemigo huirá de tu hogar.
Oración: Padre mío, perdóname por haber dudado, yo mismo he abierto la puerta de la incredulidad, pero te ruego que saques de mi todo pensamiento del maligno y me des libertad para ayudar a quienes más amo. Soy libre en tu Nombre, amén.
Martha Vílchez de Bardales
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