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Foto del escritorIB La Molina

Orar para comprender la Palabra y obedecerla

“Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos, y lo guardaré hasta el fin. Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón. Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino. Confirma tu palabra a tu siervo, que te teme. Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios. He aquí yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.” Salmos 119:33-40

¿Han escuchado el dicho que dice: Que si no se quiere, no se aprende? Esto significa que una persona que cierra sus sentidos porque no quiere entender nada de lo que se le enseña, no va a aprender y menos practicar lo que ha escuchado. En cambio el alumno que desea aprender tiene una verdadera motivación de instruirse y mejorar y por eso dice: “Voy a prestar atención porque lo que me están enseñando me va a ayudar”.


Hoy es muy difícil para los maestros saber qué alumnos realmente quieren aprender, la competencia con las redes sociales han distraído mucho al alumno, el uso de los celulares y todos los artefactos que existen han convertido la enseñanza expositiva en algo que ya no es atractivo, por eso hasta las redacciones tienen que ser breves porque ya nadie quiere leer.


Pero esta porción de los Salmos refleja a un creyente que desea con todo su corazón aprender para guardar el camino y la palabra de Dios. Su sentir se ve claramente reflejado porque sus palabras son un ruego a Dios: ¡Enséñame tu Palabra porque quiero guardarla de todo corazón. Tengo que hacer una comparación con la poca voluntad de muchos creyentes de meditar y menos obedecer al autor de las sagradas escrituras. Lo que pasa es que a veces buscamos aprender sobre cosas que nos gustan y nos parecen útiles para la vida diaria, pero estas cosas, poco a poco se vuelven más atractivas, más urgentes, y dejamos de lado lo que realmente vale.


La instrucción que viene de parte de Dios te da integridad, lealtad, honradez y verdadero amor a Dios.

Pero si hay tantos beneficios en estudiar la Palabra ¿Por qué una persona está más dispuesta a darse tiempo para aprender sobre historia, filosofía, arte, política, etc. que desear ser instruido en el temor a Dios? Porque el mundo ha creado la mentira de que esta enseñanza es tan antigua que no vale la pena.


Ahora bien hay muchas personas que si tienen interés auténtico de conocer las escrituras, pero otra vez, mirando al salmista, es notorio que su deseo era para discernir el camino de Dios, aprender de Dios, cambiar de mente y ser un verdadero adorador. Él no quería aprender para hacer gala y vanagloriarse de su conocimiento, cosa que si es motivación de algunos estudiosos que no quieren perder la oportunidad de hacer gala de sus conocimientos espirituales.


¿Por qué el autor de estos versos ora para que Dios lo instruya en sus mandamientos? ¿Acaso para demostrar cuán preparado está? ¿Acaso para hablar elocuentemente sobre temas divinos? No, sino para que pueda “guardarlo hasta el fin”, “observarlo de todo corazón”, e “ir por la senda de tus mandamientos”.


El conocimiento que Dios nos da es para ser practicado.

Vamos a profundizar sobre esta porción del Salmo 119 para aprender del salmista y su ferviente deseo de ser instruido. Esto es lo que justamente quiero que noten, quiero destacar que esta porción resalta a nuestros ojos, porque el autor escribe una oración con súplica donde le ruega a Dios que le permita comprender sus mandamientos.


Él comprendió que escuchar la Palabra, estaba bien. Pero podía ganar más, siendo enseñado por Dios y los que son enseñados por Dios son capacitados para discernir el mensaje (porque cuando disciernes la Palabra y no sólo la oyes distraído, eres corregido. El salmista oró ayúdame a DISCERNIR tu propósito y esa es la misma tarea que debemos hacer diariamente aún en medio de la vorágine de la vida, y esto se debe hacer con voluntad personal y disciplina. 1 Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.

  1. El discernimiento puede ayudarnos a descifrar lo correcto de lo incorrecto, la verdad de la falsedad. La Biblia deja en claro que el discernimiento es algo que todos debemos desear y que es necesario para ayudarnos a crecer en nuestra fe y evitar que seamos engañados. Hebreos 5:14 “Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

  2. Pablo oró por el discernimiento para los creyentes: "Esto es lo que pido en oración: que el amor de ustedes abunde cada vez más en conocimiento y en buen juicio, para que disciernan lo que es mejor, y sean puros e irreprochables para el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que se produce por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios. Filipenses 1: 9–11.

  3. El discernimiento es algo que debemos pedir y buscar si realmente queremos que la Palabra nos transforme cuando la leemos. Oseas 14: 9 dice: "Que los sabios entiendan estas cosas. Que los que tienen discernimiento escuchen con atención. Los caminos del Señor son rectos y verdaderos, los justos viven al andar en ellos; pero en esos mismos caminos, los pecadores tropiezan y caen." No podemos seguir los caminos del Señor sin discernimiento.

  4. Él comprendió que debía aplicar las enseñanzas aprendidas, en la vida práctica. Cada día al abrir la Palabra soy corregida e instruida sobre lo que Dios espera que piense, que hable y que haga. De nada me valdría tener estudios bíblicos en abundancia si sólo memorizo pero no aplico.

David afirmó que un hombre no podía ver nada, no podía saber nada, ni hacer nada, a menos que Dios se lo mostrara y por lo tanto nosotros no podremos aprender nada a menos que Dios nos enseñe usando el discernimiento que viene del Espíritu Santo. David entendió mediante su relación personal con el Señor, lo que debía hacer y cómo hacerlo.


Por eso nosotros también para que podamos poner en práctica los estatutos de Dios debemos prestar atención con verdadero interés de aprender y hacer.


Con amor

Martha Vílchez de Bardales



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