“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.” Efesios 6:18-20
Para ser un soldado completo debe practicar siempre la oración. La armadura del cristiano está incompleta si el soldado que la usa vive con una actitud de derrota. No me imagino a Cristo el capitán del ejército llevando consigo a un batallón de personas desconfiadas, derrotadas o con demasiado miedo de ver al enemigo.
Nuestro General es Cristo, los soldados somos la Iglesia, el campo de batalla es el mundo, satanás y la carne, cada día enfrentamos como cristianos problemas que amenazan con desanimarnos y destruirnos, pero Dios nos dice que como buenos soldados, debemos enfrentar cada problema y conquistar la victoria en Cristo Jesús.
“Jehová de los ejércitos, dichoso el hombre que en ti confía” Salmo 84:12
Mira Apocalipsis 19 e imagina a Jesucristo como varón de guerra, viene montado en un caballo blanco, y su nombre es Fiel y Verdadero, Él con justicia juzga y pelea, y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, lo seguirán en caballos blancos. Dios nos da esta imagen y nos pide a sus hijos que seamos soldados valientes, para conquistar las promesas y que en su nombre seamos conquistadores de todo lo que nos propongamos
El soldado cristiano que sale a la batalla debe orar porque su lucha no es contra tanques, aviones armados o artillería pesada. Saben que los militares que van a los lugares donde hay países en conflicto armado se preparan con mucha diligencia. En lugares como Etiopía, Yemen, Níger, Burkina Faso, Somalia, Congo y Mozambique, Afganistán y ahora Ucrania, se han hecho estudios para preparar a los líderes que están a cargo de liderar los batallones que van a dar sus vidas en sacrificio por su nación.
Ellos han concluido que el liderazgo de esos batallones es, el componente clave para darle a los soldados un estado mental, emocional y espiritual positivo, seguro, apreciado, sin esperanza, triste, ignorado o depresivo, en otras palabras, los soldados esperan que su líder vele por sus intereses y de esta manera recibirá en respuesta el apoyo para obtener los resultados esperados en cada operación.
En el caso de ellos, la conciencia de una posible pérdida de la vida es superada por el patriotismo que se les inculca. Y ¿Cómo es en el caso de los cristianos que vivimos en una constante lucha espiritual? Para el soldado cristiano es indispensable estar preparado en oración. Nuestra oración al Padre coronará con éxito toda la batalla, porque no triunfamos con las fuerzas humanas, sino que es Dios quien da la victoria.
La Biblia describe a la Iglesia como un ejército de soldados con un general al frente, enfrentando batallas a diario. Jesús es nuestro capitán y desde la Palabra nos da aliento para caminar con fe, cuando oramos ese clamor hace resplandecer la armadura cristiana y Satanás tiembla cuando nos ve.
Pero el apóstol Pablo no sólo nos pide que intercedamos por nuestras batallas espirituales, también nos hace salir y ver a los hermanos en Cristo que pelean la misma batalla, pueden ser nuestra familia, la iglesia, los pastores y maestros que nos enseñan, compañeros de trabajo, amigos. Ellos son los santos por los que debemos suplicar a Dios. Debemos orar por ellos porque:
Porque son nuestros hermanos en la fe.
Porque al igual que nosotros, tienen una inclinación al mal y necesitan ser librados de la tentación.
Porque si intercedemos por ellos los amaremos más, los perdonaremos y olvidaremos rencores, así es como nos enseña Cristo.
Porque si oramos los que se han alejado de la iglesia volverán y volveremos a adorar juntos al Padre.
Porque si oramos no habrá matrimonios rotos, hijos rebeldes, adicciones y pecados sexuales.
Porque si oramos no habrá creyentes que se conforman a vivir y ser parte de este mundo en tinieblas, no habrá padres descarriados, madres vencidas por la resignación, ni hijos fríos o tibios.
Porque si oramos no habrá creyentes que mendiguen por falta de trabajo.
Porque si oramos muchos se convertirán, serán sanos de sus enfermedades y formarán parte de la iglesia de Dios.
Porque si oramos por los niños, adolescentes y jóvenes tendremos una base sólida que ha sido cimentada en el temor a Dios.
Porque si oramos por nuestros pastores, ellos estarán listos para servirles con amor, se sentirán cubiertos y honrados, felices de sentir el respaldo espiritual de su iglesia.
Pablo estaba preso en Roma cuando escribió esta carta, por lo tanto sentía que necesitaba especialmente las oraciones de sus hermanos en la fe, para superar las aflicciones que pasaba, pero sobre todo para que nada lo callara y siguiera como ya lo hacía, hablando con denuedo de la Palabra de Dios.
Que Dios no ayude querida amigo y amiga que lees este devocional, para que podamos convertirnos en verdaderos soldados, bien vestidos con la armadura y sobre todo que intercedamos con amor por cada compañero que batalla la guerra espiritual. Dios está con nosotros. Amén.
Con amor:
Martha Vílchez de Bardales
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