“Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.” Ester 4: 1-3
Con los últimos acontecimientos ocurridos en nuestro país creo que todos los cristianos nos hemos humillado delante de Dios para pedirle perdón por los pecados de nuestra nación. Los judíos de la época de Ester estuvieron imposibilitados de defenderse mediante armas, pero aplicaron la mejor arma espiritual: la oración. Y esa es la arma que los creyentes de fe debemos levantar en unidad.
Amán en su malévolo corazón, planificó el asesinato de todos los judíos. La integridad de Mardoqueo lo desubicaba, su fe lo molestaba, su testimonio le provocaba fastidio, tan sólo verlo era motivo que se le vaya hasta el apetito. Entonces sugirió organizar la matanza masiva de toda la raza judía, le dijo a Asuero que esto era algo imprescindible, lo convenció que eran un pueblo desobediente, con leyes diferentes (las leyes de Moisés) es más, eran desafiantes contra el rey de Persia, le dijo que los judìos eran una nación regada por muchas partes y no servían para nada, y era más beneficioso desaparecerlos. Todavía más le informó que los judíos poseían riquezas que vendrían a ser parte del trono una vez asesinados, y encima el propio Amán le ofreció diez mil talentos de plata.
Todo esto fue suficiente para convencer a Amán. Así es como trabaja el enemigo de Dios, acusa, provoca dudas sobre la integridad de los justos, crea y planifica con astucia vistiéndose de buenas intenciones. El soborno que iba a pagar Amán era precio de traición y muerte.
El decreto salió a la luz, en un sólo día serían asesinados todos los judíos, niños, mujeres, ancianos, hombres, todo el pueblo de Dios. ¿Pueden imaginar la sorpresa de los vecinos de los judíos? Ellos eran una nación con testimonio de integridad y confianza en Dios, eran personas trabajadoras y justas, ¿por qué eliminarlos así?
A veces me he hecho esta pregunta cuando veo matrimonios divorciarse, hogares partirse, amigos separarse, iglesias dividirse, entonces Dios me hace ver que es el enemigo que cual Amán ha sembrado su veneno para reducir a los hijos de Dios.
Mardoqueo se enteró lo que habría ocasionado su integridad y obediencia a la ley de Dios y entonces en vez de ir corriendo a humillarse delante del provocador, se colocó en el altar espiritual de Dios para orar. En ese tiempo, habría en el reino aproximadamente 15 millones de judíos. Sería una matanza terrible, innecesaria y fuera de lugar. Y todo porque un funcionario sin mayor importancia no se inclinaba ante Amán, toda una raza iba a ser exterminada. Por supuesto, esta era una acción Satánica.
Tienen que saber queridos lectores que este mismo enemigo de los hijos de Dios sigue operando con autoridad para cortarle a los creyentes la bendición de congregarse, la libertad de predicar la palabra, quiere robarse a los niños, adolescentes y jóvenes, quiere llenar el mundo de libertinaje sexual, ambición y egocentrismo. Tenemos que ponernos de acuerdo como hicieron todos los judíos y orar en unidad.
Porque ¿cómo podré yo ver el mal que alcanzará a mi pueblo? ¿Cómo podré yo ver la destrucción de mi nación? Ester 8:6
No podemos quedarnos impávidos viendo todo lo que sucede, cómo nuestra nación es dominada por el mal. Los animo a orar con clamor pidiendo perdón y misericordia por el Perú.
Con amor
Martha Vilchez de Bardales
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