Durante las últimas prédicas hemos colocado el cimiento para lanzarnos a un nuevo comienzo, en el que la oración tendrá el primer lugar, la misión de ser y hacer discípulos será constante, y la visión de llegar a ser discípulos que responden al llamado de Jesús: amar a Dios, amar al prójimo y servir a todos. Pero, ¿quiénes serán los responsables?
Para lograr la visión se necesitan hombres y mujeres dispuestos a trabajar esforzada y valientemente para que poco a poco, todos entiendan, todos participen y todos se conviertan en instrumentos de Dios para extender su reino; en pocas palabras: para un nuevo comienzo, necesitamos nuevos equipos de trabajo, fundamentalmente porque nuestro Dios es un Dios organizado.
Para un nuevo comienzo, necesitamos nuevos equipos de trabajo, fundamentalmente porque nuestro Dios es un Dios organizado
Dios es organizado
La creación revela un orden que nadie puede negar, nuestros cuerpos tienen una armonía que no surgió de la casualidad, y el apóstol Pablo llegó a decir que Dios no admite el desorden porque Él es intrínsecamente ordenado: “Dios no es un Dios de desorden sino de paz. Como es costumbre en las congregaciones de los creyentes… todo debe hacerse de una manera apropiada y con orden” 1 Corintios 14:33 y 40
Es importante notar el contraste entre desorden y paz, que nos da a entender que la presencia de Dios se manifiesta en un contexto organizado, armonioso y pacífico; por eso cuando se habla de un orden apropiado, se pone como ejemplo a las congregaciones. En pocas palabras: Dios quiere que las iglesias estén organizadas.
Sin embargo, en la organización de la iglesia lo más importante no son los manuales sino las personas, por eso Pablo enseñó que en cada iglesia Dios coloca hombres y mujeres que tendrán la responsabilidad de asumir tareas que se ejecuten con orden, armonía y coordinación, tal como lo señala el siguiente pasaje “Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo…que bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” Efesios 4:11-16
Todos tenemos la misma visión pero cada equipo tiene roles específicos, el crecimiento de la iglesia viene cuando establecemos una cultura de trabajo en equipo, ¡una iglesia organizada logra que todos experimenten el amor de Dios!
El ejemplo de Moisés
La Biblia dice que cuando Moisés y el pueblo se encontraban en el desierto, camino a la tierra prometida, llegó de visita su suegro Jetro, quien le dio un consejo: “No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también éste pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo… escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez” Éxodo 18:17-21, dando a entender que Moisés tenía que encontrar colaboradores que sirvan junto con él, y que cada uno de esos colaboradores, también tenía que encontrar otros que asumieran responsabilidades graduales, hasta que todos los israelitas estuvieran cerca de alguien que pudiera ayudarlos y orientarlos en cualquier momento.
Los colaboradores tenían que ser personas temerosas de Dios, sin otro interés que honrar a Dios y servir a sus hermanos. Los jefes de millares debían tener bajo su responsabilidad a los jefes de centenas, y estos a los de cincuenta, y estos a los de diez, estableciendo la norma de que todo debía hacerse con equipos de trabajo, liderados por personas que estaban en plena comunión con Dios; es decir, los líderes debían ser ejemplo para los demás.
Los colaboradores tenían que ser personas temerosas de Dios, sin otro interés que honrar a Dios y servir a sus hermanos.
El ejemplo de Pablo
En varias de sus cartas, Pablo menciona personas específicas, a quienes reconoce como consiervos y colaboradores, porque todos ellos expusieron sus vidas por amor a Dios y a sus hermanos, por eso pide que a ellos se les de doble honor: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” 1 Timoteo 5:17
La estrategia misionera se enfocó en encontrar consiervos y colaboradores, a quienes se les confió la responsabilidad de organizar una cadena de trasmisión, porque la obra jamás se detendrá en tanto haya un cristiano dispuesto a tomar la responsabilidad.
¡Dios está buscando personas fieles e idóneas que quieran servirle! Por eso Pablo escribió un consejo para todo cristiano que tome en serio su relación con Dios: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” 2 Timoteo 2:15
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