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Foto del escritorIB La Molina

No hagas tropezar

Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar. Si tu mano te fuere ocasión de caer, córtala; mejor te es entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir al infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo; mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en el infierno, al fuego que no puede ser apagado, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué sazonais? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros. Marcos 9:42-50






Esta es una parte muy especial de las Escrituras. Está lleno de términos gráficos, actos dramáticos, advertencias severas y amenazas bastante violentas. Realmente es un pasaje sobre el discipulado radical. Exige comportamientos radicales y nos muestra cuán radical es ser un verdadero discípulo de Jesucristo. La Palabra no es complaciente con nadie.


Nuestro Señor está pidiendo un discipulado radical. Creo que este es un mensaje muy necesario para este tiempo, porque el mundo busca que los jóvenes sean radicales para liberar su disconformidad con explosiones de rebeldía, pero como cristianos tenemos que llevar a los nuevos creyentes a vivir un cristianismo sin superficialidad.


Estos versos siempre me han llamado la atención, su lenguaje es severo y extremo. Si quieres ser un verdadero discípulo debes estar dispuesto a vivir una vida diferente a los demás. Dios llama, invita a la gente al reino de los cielos, al reino de la salvación, para que vengan, se arrepientan de sus pecados, crean en Él, reciban el perdón y la vida eterna y se conviertan en sus discípulos, verdaderos seguidores de Cristo.


Jesús trató de hacer entender esto a los discípulos y a la multitud, necesitan arrepentirse y deben volverse de sus pecados, deben negarse a sí mismos. Tienen que estar dispuestos a abandonar todos los lazos familiares, todas las relaciones terrenales, odiar a tu padre, a tu madre, a tu hermana, a tu hermano y odiar incluso tu propia vida. Les ha dicho que puede ser la pérdida de su dinero, la pérdida de su futuro terrenal, sin duda el control de su vida. Deben estar dispuestos a morir, tal vez incluso ser crucificados, y luego seguirlo en total sumisión. Esto es una fe radical.


Jesús primero enseñó sobre tener un amor radical. “Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, mejor le sería si con una pesada piedra de molino colgada del cuello, fuera arrojado al mar”. Mateo agrega "en las profundidades del mar". Lo que el Señor está pidiendo aquí es amor. Amor por otros creyentes para que no los llevemos al pecado.


El Señor es celoso de sus hijos, su iglesia, su reino. Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeños que creen, está hablando de los nuevos creyentes, que son considerados como hijos preciosos. Si un pequeño acto de bondad hacia los demás hecho en el nombre de Jesús será recordado por la eternidad, así también cualquier causa que haga tropezar. Y el castigo es severo: mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.


En aquellos días habían dos tamaños diferentes para piedras de molino. La más pequeña era utilizada por una mujer para moler una pequeña cantidad de grano. La más grande se le hacía girar por medio de un burro para moler una mayor cantidad de grano. Aquí Jesús se refiere a la piedra de molino más grande.


Que nadie se atreva a desviar a un nuevo discípulo de Cristo para ganar con él, nuestra tarea es llevarlo al conocimiento del amor de Dios y ayudarlo a ser un discípulo de Cristo.

Hoy mi esposo cumple 59 años, lo conocí y nos enamoramos cuando sólo tenía 19 años, tantos años de verlo trabajar para el Reino de Dios, discipulando a tantos nuevos creyentes y sirviendo con amor a Dios y a cada una de sus ovejas. Es una bendición vivir al lado de un siervo de Dios. Mañana continúo con este devocional.


Con amor

Martha Vílchez de Bardales.

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