“Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.” Proverbios 30: 7-9
Permítanme compartir con ustedes los mismos versos en una versión más moderna: “Sólo te pido dos cosas, no me las niegues antes de que muera: Aleja de mí la mentira y la falsedad, no me des pobreza ni riqueza; dame sólo el pan de cada día. Porque si tengo más de lo necesario, puedo llegar a creer que no te necesito, Señor; y si soy pobre, puedo llegar a robar y desacreditar así el nombre de mi Dios.”
Estos versos de Proverbios nos muestran un modelo perfecto del tipo de oración que le agrada a Dios, porque a veces movidos por la necesidad oramos con súplicas pero con poca sabiduría, o también oramos como si fuera algo rutinario y sin fervor. Por lo tanto antes de meditar te animo a responder las mismas preguntas que yo me hice: ¿Oras sabiamente? ¿Crees que lo que pides es agradable a los oídos de Dios? ¿Estás orando con fervor? ¿Reconoces que no oras lo suficiente?
Cuando oras, Dios ve tu corazón, por eso aunque sean tus palabras elegantes y religiosas, el Señor ve como una ecografía todo lo que realmente quieres y piensas.
Cuando veo a mi nieto, tan parecido a mi primogénita, pienso que estoy viviendo otra vez lo mismo de hace más de treinta años atrás, pienso que la vida ha pasado tan rápido y que es como una segunda oportunidad para seguir orando, oro que este pequeñito se convierta en alguien que quiera agradar a Dios, que eso sea la mayor virtud de su vida. Amigos amados, la vida es corta y agradar a Dios debe ser tu mayor ambición.
Agur, el autor de estos versos tuvo una oración auténtica y hasta radical, le demandó al Señor que lo ayude a vivir (como admitiendo que su tiempo era breve) sin mentiras y sin vanidad. Estos pecados casi pasan desapercibidos entre los cristianos, nos hemos acostumbrado a las mentirillas en broma, a las exageraciones y medias verdades, a las justificaciones que le damos a todo, que en el fondo son mentiras. ¡Y qué decir de la vanidad! Porque parece normal que esperes reconocimiento, halagos y aplausos ante cada servicio, olvidando que hemos sido salvos por pura Gracia.
Me conmueve mucho la primera parte de la oración de Agur, fue una petición directamente espiritual, pero la segunda parte también es fuerte, le rogó al Señor que someta sus necesidades carnales: “no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario.”
Les confieso que este tipo de oración es una gran revelación para mi vida espiritual, muchas veces pido a Dios que me libre de tentación, pero estos versos son puntuales y nos ilustra que podemos pedir sobre las debilidades que tenemos:
Vanidad y palabra mentirosa. Prov. 30:7
Pensamientos necios Prov. 24:9
Rebeldía y desobediencia Isaías 30:1
Rencor y falta de perdón Amós 1:11
Codicia Romanos 7:8
Cólera acumulada Job 36:13
Egoísmo Proverbios 18:1
¿Qué pidió Agur? Le pidió a Dios que le diera solo un éxito modesto, era consciente que no quería ser rico, pero tampoco pobre, porque entendió que cada una traía su propio conjunto de tentaciones y pruebas, pero sobre todo por los pecados que ocasionarían en cuanto su relación personal con Dios. Las riquezas podrían quitarle tiempo, inflamar su mente, alejarlo de Dios y llenarlo de orgullo. Y la pobreza podría llevarlo a robar y deshonrar el nombre de Dios.
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Timoteo 6:6-10
Agur no usó la oración para satisfacer sus gustos y deseos, buscó la gloria de Dios, la verdad y el bien espiritual de su alma, aunque eso significara sacrificar algún éxito.
Tengo que terminar con más preguntas, primero me las hago a mi misma: ¿Por qué oras más? ¿Oras más por las cosas que necesitas o por cosas espirituales? ¿Cuándo oraste por última vez por sabiduría? ¿Le pides a Dios que te de un corazón sencillo para temerle y obedecerle? ¿Le pides que elimine de ti esas bajas pasiones que te hacen un cristiano carnal? ¿Crees que Dios se agrada de tus oraciones?
Hoy termino orando no sólo pidiendo el perdón de Dios por muchas veces pedir mal, también le pido que el Espíritu Santo de la oración te convenza a ti a orar más como nos enseña Agur, y no olvides que si buscas primero el Reino de Dios, todo lo demás te será añadido.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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