Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes. Lucas 8:1-3
Dios llama y equipa a las mujeres para liderar tanto como lo hace con los hombres. Aunque las mujeres deben enfrentar más desafíos que los hombres cuando intentan servir a Dios porque aparte de servir en su casa, atender a la familia y trabajar para ayudar en la economía de la casa, todavía pueden colaborar activamente en la obra de Dios. En verdad es una bendición servir a Dios como mujeres porque sabemos el sacrificio que implica en tiempo y recursos, pero El Señor nos da la fortaleza para cumplir con alegría y amor.
La verdad es que hay muchas mujeres que sienten el llamado de Dios para liderar en una variedad de formas diferentes, desde atender en la cafetería, comenzar un estudio bíblico, tener una célula, hacer viajes misioneros, hacer consejería bíblica, decorar el templo, enseñar a los niños, ser una intercesora fiel que toma los pedidos y los hace suyos, etc. Pero no siempre reciben el aliento y apoyo que necesitan para hacer el trabajo que Dios les está llamando a hacer.
Dios nos ha dado a todos, en el cuerpo de Cristo un trabajo único e importante para hacer en su reino. Tenemos que pedir al Espíritu Santo que nos ayude a vernos a nosotros mismos como Dios nos ve, también debemos ser capaces de ver los dones espirituales y talentos que hemos recibido para usarlos y sentirnos plenas y felices de cumplir con esa responsabilidad, porque aunque pareciera que no tenemos el apoyo de personas, contamos con el respaldo de Dios.
Pero para ser líderes como Dios quiere, debemos practicar las disciplinas espirituales que nos ayudarán a desarrollar esas virtudes y que se notarán en nuestro carácter, disciplinas que incluyen la lectura de la Biblia, el estudio, la meditación y la memorización, la oración, y los grupos de comunión con otros creyentes.
Al empezar esta meditación quise que notarán a tres mujeres, que quizá no fueron tan famosas como Esther o Débora, pero que hicieron un trabajo importante, sirvieron al lado de Jesús. A veces sólo nos concentramos en las heroínas más famosas de la Biblia, pero cada nombre que está incluido en la Biblia tiene enseñanzas que nos ayudan a ser mejores hijas de Dios. Creo que así como María Magdalena, Juana y Susana, hay otras mujeres diferentes por sus edades, educación, orígenes, y cultura que no fueron relegadas, sino que el Señor se glorificó en ellas por su disposición.
Así como Dios usó a la Reina Esther, también lo hizo con Rode, Hechos 12:13 , la muchachita que estaba en la casa de María, y que fue quien dejó de orar para abrir la puerta a Pedro. Rode era una sirvienta, probablemente la esclava de María, la madre de Juan Marcos, pero noten que su edad no fue barrera para que ella pudiera participar del culto de oración en la casa de los discípulos, creo que Rode era una jovencita comprometida con la oración.
Dios demostró su maravillosa misericordia y soberanía sobre los tiempos cuando le dio a Elisabet, Raquel y Ana, el don de ser madres, a pesar de ser mujeres de avanzada edad. Él usó a estas mujeres mayores para reflejar su gloria.
Dios cumplió su propósito perfecto cuando usó a mujeres con pasados paganos como Rut, prostitutas como Rahab y mujeres rechazadas, viudas y adúlteras como la mujer samaritana en el pozo. O mujeres marginadas y esclavizadas como Agar. Dios vio en ellas algo que nadie vio.
Jesús le dio a la mujer un papel importante en la obra de evangelización y por eso ellas aprendieron que podían ser diferentes, de educación y posición desigual, pero las unía el amor al servicio de Dios. Mujeres como María Magdalena con un pasado oscuro y quien había estado poseída por demonios hasta que Jesús la liberó. Juana, una dama de la corte palaciega, mujer de Chuza, intendente de Herodes y un oficial que cuidaba de los intereses financieros del rey y Susana, quien era amiga de la madre de Jesús ¿Se dan cuenta de este trío de damas? Es sorprendente encontrar juntas a todas ellas unidas al servicio a la obra de la evangelización.
Debemos abrir con grandes ojos espirituales a estas mujeres y reconocer que también el Señor tiene propósitos y planes que nos incluyen a todas. ¡El propósito de Dios también te incluye a ti!
Lamentablemente a lo largo de nuestra vida, quizá has oído mensajes que te comunicaron desconsideración, desamor, desgano o desprecio. Quizá no te dijeron en tu cara que no eres valiosa, o que no eres lo suficientemente inteligente para este trabajo, o lo suficientemente capaz para ser un ejemplo, quizás esos mensajes vinieron disimulados en una mueca de desaprobación, o cuando ya no te llamaron, no te invitaron, no te buscaron. Es por esto, por culpa de estos desaires que muchas nos hemos podido sentir inseguras o inadecuadas, quizá por eso algunas mujeres sienten que por ejemplo, deben casarse para sentirse respaldadas, o que deben tener muchos hijos para encajar en el grupo de damas, o que deben dejar de lado todas sus aspiraciones personales, profesión, trabajo para ser una buena líder espiritual.
Es justo por esto que muchas mujeres valiosas como jóvenes solteras, mujeres separadas, divorciadas o viudas, mujeres sin hijos, las hermanas de la tercera edad, las que no fueron a la universidad o no tuvieron mejores oportunidades de educación, se sienten inadecuadas para servir a Dios.
Creo que la Biblia agregó los nombres de muchas mujeres no tan célebres ni renombradas para que entendamos que si amamos a Dios y deseamos expresar nuestra gratitud en el servicio, no hay condiciones especiales que te conviertan en la mujer ideal para ser una sierva de Dios.
Los ejemplos que he tratado de mostrarte hoy dejan claro que Dios nos llama a todos a seguirlo. Él nos llama a todos a una comunidad cristiana que no hace diferencias. Todas hemos sido hechas justas ante Dios, nuevas criaturas, y obreras en su viña, estamos equipadas para perseverar y trabajar en unidad.
Por eso las animo a trabajar con todas las mujeres, por ejemplo con las mujeres solteras, porque ellas aman a Dios y quieren encontrar el verdadero amor en Cristo. Vamos a trabajar con las esposas, porque ellas necesitan seguir cambiando para ser las coronas de sus esposos, vamos a trabajar con las viudas porque Dios entiende que han sufrido una pérdida extrema y ellas necesitan llorar y recibir el consuelo espiritual, vamos a trabajar con las madres solteras, porque Dios “las ve”, como a Agar, cuando estaba perdida en el desierto con un bebé llorando y sin recursos, las vamos a ayudar para que sepan que Dios es su Proveedor. Vamos a trabajar con las mujeres que no pudieron tener hijos, porque ellas se duelen en esta prueba y necesitan saber que si pueden ser fructíferas para el reino del Padre, y pueden ser madres espirituales para los hijos de su nación.
A lo largo de la Biblia, Dios usó a innumerables mujeres fieles como Miriam la hermana de Moisés y Aarón, la joven esclava de Naamán, Jael, quien derrotó al capitán del ejército enemigo, Josaba, la princesa quien ayudó a los hijos del rey para que no fueran asesinados por la cruel Atalía, Hulda la profeta de Jerusalén, Sifra y Fua, las parteras egipcias que no mataron a los bebés judíos, María de Betania, hermana de Marta y Lázaro, Priscila y su esposo Aquila, colaboradores del apóstol Pablo, todas ellas fueron necesarias para el Reino de Dios, aunque quizá hoy no hubieran sido invitadas al ministerio por no cumplir con todos los requerimientos que solicitan algunos líderes. Me llama la atención que Jesús hizo algo fuera totalmente del contexto en el que vivió y habló con las mujeres, las sanó tocándolas, permitió que ellas también lo ungieran, perdonó a una mujer a punto de ser apedreada y alabó la fe de una extranjera:
“Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres.” Mateo 15:28
Por todo esto es que quiero animarlas con amor a emprender un año de servicio a Dios, hemos sido salvadas de la pandemia, Dios nos ha llevado de la mano y hemos salido victorias de esta prueba para demostrar nuestra gratitud al Padre sirviéndole sin pretextos y sobre todo declarando lo que dice la Palabra: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano, pues he trabajado más que todos ellos, aunque no lo he hecho yo, sino la gracia de Dios que está conmigo.” 1 Corintios 15:10
Hermana en Cristo, mujer valiente, eres hija por obra y gracia de Dios, Él te capacita y quien forja tu temple y corazón para tus diarias vivencias en tu hogar y con tu familia, pero también quien te hace completamente apta para participar en su Obra.
Dale al Señor una oración personal de compromiso y empieza a servir a Dios.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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