Muertos vivientes

“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Efesios 2:2-3

Le puse el título de “muertos vivientes” a este devocional porque cuando Pablo habla de andar como vivos, pero estar muertos, me hizo recordar a una serie que justamente lleva este nombre: “The Walking dead”. No me gustan las películas de horror y justamente esta serie presenta un panorama post apocalíptico donde unos sobrevivientes del apocalipsis, tratan de mantenerse con vida bajo la amenaza casi constante de ataques de los zombis sin conciencia. No sugiero que vean este programa que sólo busca exacerbar el morbo y la mentira.

"Y estabais muertos en vuestros delitos y pecados".

¿Sabías que hay personas que viven, respiran, trabajan, ríen y aman pero al mismo tiempo, están como muertas? ¿Muertos vivos? ¿Cómo puede alguien estar vivo y muerto al mismo tiempo? Como busqué un trailer de “Walking dead” salieron unas personas con ropas andrajosas, rostros casi deshechos, ojos salidos y con un caminar lento y aterrador, se suponía que estaban muertos. Eran muertos vivientes. Si le dices a alguien que no conoce las verdades de Dios, que estar sin Cristo es estar muerto, no podrá entenderlo. Pero el apóstol lo explicó mejor para que lo podamos entender.

Todo aquel que no conoce a Jesucristo, quien nunca lo ha recibido personalmente en su vida, ni tampoco tiene una comunicación permanente con él, es un muerto viviente. Pero Pablo no se pone como un acusador diciendo que los gentiles cuando estaban sin Cristo estaban como muertos, sino que añade: “Entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

¿Quiénes son "nosotros también"? Pablo menciona a los judíos, y los gentiles que representaban a todas las demás naciones. Todos por igual somos semejantes, como hermanos mellizos, así de iguales cuando caminamos separados de Dios. Si no hemos recibido a Cristo, todos estamos muertos en nuestros delitos y en nuestros pecados. Ningún hombre es diferente. El judío no obtuvo una prerogativa especial debido a las promesas del Pacto y toda la Ley. Ellos y nosotros los gentiles, todos estamos muertos en nuestras transgresiones y en nuestros pecados hasta que recibamos a Jesucristo en nuestra vida. Es decir que sin parecerlo podemos vernos como “muertos vivos” cuando nos alejamos de Dios.

La palabra " muerto " en el idioma griego es la palabra nekros. Proviene de la palabra nekus , que significa "cadáver". Un cadáver es aquel cuerpo que no tiene vida. Una persona que no quiere reconocer a Cristo como Salvador, es un ser humano sin vida. Pablo estaba hablando de la vida espiritual.

El que no tiene a Cristo en su vida está descrito también con otros términos:

• Ciego (2 Corintios 4:3-4).

• Un esclavo del pecado (Romanos 6:17).

• Un amante de las tinieblas (Juan 3:19-20).

• Enfermo (Marcos 2:17).

• Perdido (Lucas 15).

• Un extranjero, un desconocido, un forastero (Efesios 2:12, 2:19).

• Hijo de ira (Efesios 2:3).

• Bajo el poder de las tinieblas (Colosenses 1:13).

Todo eso éramos nosotros cuando andábamos distraídos en el mundo y sus placeres, estábamos ciegos a las cosas de Dios, nos creíamos libres, pero éramos esclavos del pecado, pensamos que rebosábamos de salud, pero nuestra condición era la de un enfermo en crisis espiritual, incluso afirmábamos que éramos buenas personas, pero las tinieblas eran nuestra guía. Pero Cristo nos rescató para darnos una nueva vida, una nueva mente y un nuevo corazón. Por favor recuerda siempre de dónde te rescató el Señor, Él no quiere volver a verte como un “muerto viviente”, sino como un Hijo de Dios.

Con amor

Martha Vílchez de Bardales