El propósito de la serie Misión Impecable es vivir de acuerdo al diseño de Dios. Pero esto, ¿qué significa? Que hemos sido llamados a ser santos y sin mancha, y así recibir la salvación.
No se trata de sólo cumplir reglas o prohibiciones sino de preguntarte si lo que vas a hacer, decir, pensar, sentir o desear, puede honrar y glorificar el nombre de nuestro Padre.
El actuar para la gloria del Señor no es fácil, ya que se trata de vencer al pecado. Podemos ver un claro ejemplo con una antigua iglesia al cual Pablo le dedicó dos cartas: 1 y 2 de Corintios, que están llenas de consejos, enseñanzas y verdades muy importantes.
“No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque vuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y verdad” 1 Corintios 5:6-8
¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?
La iglesia estaba llena de personas inteligentes, talentosas y con una gran capacidad para cumplir la misión; sin embargo a pesar de su inteligencia y dones, cometieron el error de minimizar el poder corrupto del pecado, el cual fue comparado con la levadura
Levadura = Pecado
Se minimizó el pecado y también se perdió el enfoque de hacer todo para la gloria de Dios, esto sin mala intención de cumplir sus deseos, planes, proyectos e ideas; produciendo varios problemas:
Por darle importancia a sus simpatías ➜ Provocaron división.
Por sentirse bien con sus capacidades ➜ Provocaron orgullo.
Por querer tener siempre la razón ➜ Provocaron peleas y juicios.
Por cumplir sus deseos a cualquier precio ➜ Provocaron escándalos.
Por decir una cosa y hacer otra ➜ Provocaron burla e incredulidad.
El pecado es como la levadura, tiene enorme capacidad para corromper; y si toleras un poco de pecado en tu vida, siempre saldrás lastimado y contaminado.
La iglesia de Corintio fue denominada como cristianos carnales, o el creyente que habla lo correcto, piensa bien, pero casi no intenta glorificar a Dios en todo tiempo y lugar. El cristiano carnal puede tener grandes dones, talentos, capacidades y conocimiento, pero tiene una pequeña debilidad: cree que la levadura no le hace daño, que el pecado no afecta su presente y futuro.
“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” 1 Corintios 5:7
Al pedir que no llevasen nada de la vieja levadura egipcia, Dios quería que su pueblo rompiese completamente con Egipto, que no llevasen la cultura, ni costumbres, ni valores, ideales, moda, ni siquiera la comida. Dios quería liberarlos física, racional, emocional y espiritualmente, por eso tenían que romper con Egipto. De hecho, el plan nutricional de Dios para su pueblo consistía en dejar de comer el pan de Egipto y alimentarse con el pan del cielo.
“Limpiarse de la vieja levadura” Significa que no se puede vivir la vida cristiana con moldes mundanos, porque si intentas hacerlo, te conviertes en un cristiano carnal
Malicia y Maldad Vs. Sinceridad y verdad
La primera pareja siempre trabaja en sociedad: la malicia influye en nuestros deseos e intenciones, mientras que la maldad nos inspira a realizar acciones concretas.
La segunda pareja también trabaja en sociedad: la sinceridad te inspira a confesar ante Dios cada una de tus faltas, pecados o errores; mientras que la verdad te ilumina para que aprendas a caminar en obediencia, alcanzando los grandes propósitos que Dios tiene para tu vida.
Tenemos algún grado de malicia, pero sile permitimos siguir creciendo, influirá en nuestros deseos e intenciones, nos convertirá en marioneta de tus pasiones y empujará al abismo de confusión, vacío y oscuridad.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” 1 Juan 1:9.
Escúchame, la sinceridad te lleva a la confesión, y la confesión te lleva directamente a los brazos del Padre, quien te restaura, toma tu mano a través del Espíritu Santo y te guía a la verdad, para que seas libre, fuerte y bendecido.
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