“Bien has hecho con tu siervo, oh Jehová, conforme a tu palabra. Enséñame buen sentido y sabiduría, porque tus mandamientos he creído. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos. Contra mí forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado. Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata.” Salmo 119: 65-72
Sabemos que el rey David no tuvo una vida fácil, no sólo porque tuvo que combatir contra los enemigos de su nación, sino también porque la gente en quien confiaba muchas veces lo traicionó.
“Contra mí forjaron mentira los soberbios”
Cuando leemos los Salmos podemos imaginar a un adorador que amaba realmente al Señor, constantemente reflexivo sobre su conducta y pidiendo que Dios tenga de él misericordia. Por lo tanto no entiendo por qué tenía gente que buscaba en secreto su mal.
Una persona de carácter humilde y de corazón sincero, así era David, sin embargo los soberbios (como él mismo los llamó) aunque estaban a su lado, despreciaban su personalidad, no soportaban su obediencia a Dios ni que fuera amado por la nación.
Un gran predicador dijo en referencia a los que hablaban mal de David: “Si el Señor nos hace bien, debemos esperar que Satanás nos haga mal… ¡Él diablo fácilmente pone en el corazón de los chismosos el forjar mentiras contra los hijos de Dios!”.
¿Alguna vez te ha pasado que han hablado mal contra ti? Cuando un hijo de Dios es difamado, calumniado o provocado para responder con violencia, una actitud de perdón junto a una vida íntegra es la mejor respuesta. Cierta vez un amigo le contó a un famoso filósofo que sus enemigos estaban propagando historias escandalosas sobre él, el gran filósofo respondió: "Viviré de tal manera, que nadie las creerá”.
"Contra mí forjaron mentira los soberbios, mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, mas yo en tu ley me he regocijado."
Por favor noten la claridad con que el salmista describe las mentiras que hablaron de él. Él dijo: “Han forjado una mentira contra mí”. La palabra traducida “forjado” significa remendar; Quiere decir que estos acusadores se encargaron de pegar o coser como si fueran parches y retazos las acusaciones contra el varón de Dios. Una vez que tu ropa tiene parches multicolores los ojos de quienes te ven no se dirigen a la parte sana de tu vestido, los ojos van directo a los retazos cosidos, esto es lo que quisieron hacer con David le cosieron o remendaron parches con prejuicios y mentiras.
Así son las insinuaciones, aparentan no ser mal intencionadas, no son críticas dicen ellos, menos juicios ni chismes, pero esas palabras sueltas aquí y allá en la conversación de alguien con el corazón enfermo va entretejiendo una gran acusación contra un siervo de Dios.
Un hombre malicioso puede así iniciar una calumnia que puede requerir años para corregirse, y que incluso puede operar perjudicialmente contra un cristiano durante toda su vida.
David nos enseña cómo responder a las calumnias: “Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos” Las mentiras de los soberbios no distraían ni desanimaban demasiado al salmista. En cambio, se dedicaba a una mayor obediencia y honor a Dios, comprometiéndose a obedecerle con todo su corazón.
Una de las cosas que he aprendido en mis años de servir a Dios es que no puedes cargar con las cosas malas que la gente opina de ti, esto no quiere decir que no seas capaz de poder mejorar como discípulo de Cristo. Pero el plan del diablo es sembrar discordia entre hermanos, provocar resentimiento y falta de fe en los hermanos y eso lo sé muy bien, por eso este Salmo lo puedes usar como una oración cuando venga a tus oídos las críticas contra ti.
Termino con la última frase del salmista: “Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata”. Si el salmista entiende que incluso los problemas pueden ser buenos si le enseñan la palabra de Dios, entonces también es posible decir que es más valiosa que las riquezas.
El salmista conoció la aflicción pero la Palabra fue su alegría en medio de la prueba. ¿Quieres tener contentamiento en medio de la aflicción? Lee la Palabra, medita en ella y Dios alegrará tu corazón.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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