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Foto del escritorIB La Molina

Malas hermanas

“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:  Hijo de hombre, hubo dos mujeres, hijas de una madre,  las cuales fornicaron en Egipto; en su juventud fornicaron. Y se llamaban, la mayor, Ahola, y su hermana, Aholiba; las cuales llegaron a ser mías, y dieron a luz hijos e hijas. Y se llamaron: Samaria, Ahola; y Jerusalén, Aholiba. Y lo vio su hermana Aholiba, y enloqueció de lujuria más que ella; y sus fornicaciones fueron más que las fornicaciones de su hermana.” Ezequiel 23:1-2, 4, 11.




Vamos a meditar en las mujeres de la Biblia, cada una de ella está descrita en la Palabra para que aprendamos de sus aciertos, pero también de sus malas decisiones. Algunas historias de estas mujeres son hermosas y hasta nos hacen suspirar por sus relatos de amor. Pero otras nos asombran y pasamos rápido la hoja porque es muy fuerte la narración o quizá porque no nos identificamos.


Ezequiel 23 presenta dos hermanas simbólicas, que representan los reinos de Samaria y Jerusalén.  Esta historia de las dos hermanas es una poderosa descripción de cómo la segunda hermana siguió los pasos pecaminosos de la mayor. Es decir una hermana mayor que dio mal ejemplo y una hermana menor que siguió sus pasos.


Los profetas del antiguo  testamento compararon frecuentemente el pecado de idolatría con el pecado de adulterio, esta es una figura que aparece siempre en los libros proféticos. La figura que Ezequiel usa está dirigida contra dos figuras alegóricas que describen a dos hermanas codiciando a los hombres egipcios en términos explícitamente sexuales.


El profeta dice que Samaria es la hermana mayor, porque ella comenzó con la apostasía y el pecado contra Jehová, por lo tanto, su castigo también fue primero. Esto se cumplió cuando Samaria fue invadida por el rey asirio Salmanasar; como resultado  todos los pobladores fueron llevados cautivos a Asiria. 


Y el testimonio del profeta Ezequiel indica que Jerusalén lejos de aprender del castigo de su hermana, fue más lejos y se "entregó con pasión y mayor prostitución a los asirios y babilonios" (Ezequiel 23:11-19). Por lo cual el Señor le indicó que su castigo vendría por mano de sus mismos amantes, los babilonios.


Sin embargo Aholiba (la hermana menor) aunque vio el pecado y la tragedia que vino como consecuencia a su hermana, ¡no aprendió! Esta es una clara enseñanza que nos muestra que Dios debemos aprender también de los errores que cometieron nuestros mayores, y no repetir el error porque el Señor espera que aprendamos y no pongamos a prueba su paciencia.


¿ Por qué no aprendemos de los errores de los demás ? Eclesiastés 8:11 dice: “Debido a que la sentencia contra una obra mala no se ejecuta rápidamente, por eso el corazón de los hijos de los hombres está plenamente dispuesto en ellos para hacer el mal”. Entonces terminamos pecando con "los ojos bien abiertos". La hermana mayor se alió políticamente con Asiria y, más tarde religiosamente terminó adorando a los ídolos de Asiria. Los asirios adoraban a una pluralidad de dioses, alrededor de 4000. Estos dioses paganos estaban relacionados con el viento, la lluvia, el sol, los cereales, los peces, la agricultura, los perros, la fertilidad y la guerra. Desgraciadamente la hermana menor terminó haciendo peor que la mayor porque se subordinó totalmente a los dioses que no eran su Verdadero y único Dios. 


Estos versos tienen mucha enseñanza para cada uno de nosotros que pertenecemos a una familia y tenemos hermanos y hermanas. Pensemos en la importancia de los hermanos. A veces los líderes cristianos nos olvidamos lo importante que son las relaciones entre hermanos para el desarrollo saludable de los individuos desde su niñez. En la consejería y la predicación muchas veces tendemos a centrarnos más en las relaciones de los hijos con los padres, que, si bien son increíblemente importantes, son sólo una parte del sistema familiar. Afirmo esto porque según estudios el 82 por ciento de los niños viven con un hermano, y las relaciones con esos hermanos pueden ser las más largas de nuestras vidas.


Los hermanos son importantes por muchas razones. En primer lugar, dada su proximidad de edad, es más probable que los niños cuenten a sus hermanos cosas que tal vez no les cuenten a sus padres. En segundo lugar, dado que es más probable que los niños y adolescentes confíen en sus hermanos, también pueden recurrir más fácilmente a sus hermanos como fuente de apoyo. Hay evidencia que sugiere que las relaciones sanas entre hermanos promueven la empatía, el comportamiento social e incluso el rendimiento académico.


Pero si bien las relaciones entre hermanos sanas pueden ser una fuente increíble de apoyo, las relaciones entre hermanos que se vuelven conflictivas y tóxicas pueden ser igualmente desestabilizadoras. Otra fuente de estrés entre hermanos es cuando los adultos comparan a un hermano con otro. Esto tiene el doble efecto de destrozar la autoestima del hermano que se siente juzgado, al tiempo que abre una brecha entre los hermanos y los separa aún más. 


Como hermana número nueve de once hermanos pude experimentar muchas emociones que han quedado guardadas en mi corazón, sobre todo porque los siete mayores fueron hombres, ellos no encajaron en un modelo de perfección cristiana, pero puedo afirmar que fueron (4 de ellos están en los brazos de Dios) hijos de Dios. Y los tres varones que han quedado siguen siendo ejemplo de amor fraternal.


Permítanme dar algunos consejos: 


  1. Creo que como padres debemos preguntarnos siempre cómo van las relaciones entre nuestros hijos, si se comunican saludablemente, pero también cómo podría mejorarse esa relación fraternal. Salmo 22:22, Salmo 133:1.

  2. Como padres debemos celebrar las diferencias que existen entre nuestros hijos y evitar compararlos. Esto fomentará la autoestima y evitará que se formen celos y rencores entre hermanos. Proverbios 27:10, Isaías 41:6.

  3. Debemos animar a nuestros hijos a trabajar juntos y apoyarse mutuamente, ya sea en tareas del hogar como en sus estudios y proyectos grandes, si aprenden a cuidarse lo seguirán haciendo ya mayores. Eclesiastés 4:12.

  4. Debemos proteger la salud emocional de los hijos así como ponemos empeño en cuidar la salud física. Especialmente si uno de los hijos necesita más atención, no debemos descuidar que el sano se sienta menos protegido. Es muy común que los niños desarrollen sus propias dificultades emocionales cuando sus hermanos necesitan más atención. Marcos 3:35.

  5. Debemos recordar que el hermano mayor no es un segundo padre o madre, si bien tiene el privilegio de ser el primero eso no lo hace responsable de la crianza o la formación del menor. Romanos 9:3


En el caso de las dos hermanas: Ahola y Aholiba, la hermana mayor cometió muchos errores, y la menor hizo peor. La maldición que recibieron por sus malas elecciones son muchas, y están grabadas por mano de Dios por alguna razón.


Cuando crecimos en el hogar materno, recibimos ejemplos y una herencia familiar imborrable, pero al formar parte de la familia de Dios volvimos a nacer y con el nuevo nacimiento hemos recibido la oportunidad de adquirir nuevos hábitos con el propósito de delegar una mejor herencia. Por lo tanto, como hijos de un Dios Santo, hemos sido llamados a ser perfeccionados en todo lo que somos y hacemos.


En mi caso no quiero darle a mis hijas una herencia manchada con las marcas de mis antiguas debilidades, quiero dar ejemplo de ser una nueva criatura.


Ahola coqueteó con el mundo y eso fue una puerta abierta de oportunidades para Aholiba, le marcó un rumbo prohibido y terminó siendo peor que su hermana mayor. No queremos eso para nuestros hijos. Formemos familias que glorifiquen a Dios. 


Con amor


Martha Vílchez de Bardales




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