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Foto del escritorIB La Molina

Madres sobreprotectoras

Dios es mi refugio, él me protege; es mi escudo, me salva con su poder. Él es mi escondite más alto, mi protector y Salvador. ¡Tú me salvas de la violencia! 2 Samuel 22: 2-3

Desde pequeña me enseñaron que mi mayor Protector es Dios, las historias para comprobarlo fueron por ejemplo, Daniel en el foso de los leones, me aprendí de memoria la respuesta que Daniel le dio al rey Darío cuando después de haber pasado toda la noche en un foso con leones dijo: “Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente”. ¡Que confianza absoluta tuvo siempre Daniel en la protección de Dios!


Otra historia bíblica que sirvió mucho en mi niñez para no dudar de la protección de Dios, fue imaginar por ejemplo a Sadrac, Mesac y Abed-Nego, ellos estuvieron listos a no ceder ante la obligación de adorar a una estatua, aunque eso significara ser echados al horno de fuego, los tres amigos estaban plenamente conscientes que Dios los mantendría a salvo por eso afirmaron a Nabucodonosor: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará.”


Quisiera que respondas sinceramente esta pregunta: ¿Eres una madre o padre sobreprotector? Lo primero que sentí al hacerme esta pregunta fue: "creo que si”, pero de inmediato recordé cómo fueron mis padres en mi niñez y adolescencia, entonces reaccioné que ellos no fueron sobreprotectores extremos, sino que me enseñaron con la Biblia a no tener miedo. No mis padres no fueron sobreprotectores, más bien me dieron las reglas que podía poner en práctica para caminar sin miedo.


Sin embargo, creo que la mayoría de las madres cristianas parece que estuvieran librando una batalla interna sobre la confianza que saben, deben tener en Dios cuando se trata de la salud y seguridad de sus hijos, y sus temores personales. Esos sentimientos ansiosos unidos a la inseguridad y el miedo profundo que algunas tienen por sus hijos, aunque parezca un deseo de bienestar y protección, no son de Dios. Porque estos miedos pueden ser tan fríos, oscuros y profundos que logran apagar la confianza. Y entonces, ¿dónde está la fe que dices tener?


Les conté al principio de este devocional que desde pequeña aprendí a desenvolverme en muchos lugares, primero, siendo todavía una niña fui maestra en la escuela dominical en un distrito peligroso del centro de Lima, recuerdo que entraba a los callejones a llamar a mis alumnos y nunca mis padres me detuvieron. También siendo adolescente viajé como parte de equipos misioneros a departamentos y provincias bastante lejos de mi casa y mi papá siempre alentó esa osadía. Luego en mi temprana juventud visité muchas iglesias cantando en campañas evangelísticas, etc. etc. Y mis padres nunca me cerraron la puerta por miedo a mi seguridad. Sin embargo cuando me casé y Dios me regaló a mis tres hermosas hijas pensé que dependía de mi protegerlas. Por hacer eso limité mucho sus salidas, incluso me negué a viajes de promoción o cualquier cosa que las pusiera “en peligro”. Parece que olvidé que el Protector es Dios y no Martha.


Cuando Dios nos dice que confiemos en Él, es en gran parte una confianza interna. A veces tememos lo que ni siquiera podemos ver o que potencialmente no nos va a pasar a nosotros ni a nuestros hijos. Satanás usa estos temores para abrumarnos. Cuando nuestra naturaleza sobreprotectora de madres hace que el hijo tenga miedo, les estamos cortando las alas de la fe e impidiendo crecer de la manera que Dios quiere.


Recuerdo que muchas veces justifiqué estos temores porque pensé: "Ahora soy mamá y tener miedo es normal" Pero los miedos de la mente pueden hacer que creamos nuestras propias pesadillas. Como saben se ha dicho muchas veces que la mente es una herramienta poderosa; esto es cierto. Pero debemos permitir que Dios calme nuestras mentes y nos permita sentir la paz que hace desaparecer ese miedo obsesivo. Cuando estamos constantemente preocupados, esas reacciones afectan la forma en que nuestros hijos aprenden a responder a la vida. Ellos verán que nuestra confianza no está en el Señor.


Dios no quiere que seamos madres sobreprotectoras. Él quiere que formemos a nuestros hijos de una manera sabia y prudente para que sepan cómo responder a cada circunstancia como lo hicieron los héroes de la fe. Este verso me ayudó mucho y me sigue ayudando para tener paz con respecto al futuro de mis hijas: “El temor del hombre trae lazo; mas el que en Jehová confía, será salvo.” Salmos 29:25


El miedo te amarra, te abruma, te limita y te hace dudar de lo que tu misma le enseñaste a tus hijos menores, ser una madre sobreprotectora es meter a los hijos en la trampa que quizá tu misma estás encerrada, esta trampa puede transformar a una madre normal en una persona ansiosa, impaciente y angustiada por sus propios temores. En cambio poner nuestra confianza en el Señor es la única manera de evitar que estos temores de crianza perjudiquen a nuestros hijos y a nosotros mismos por nuestra sobreprotección.


Permíteme con mucho respeto darte algunas señales que evidencian a una madre sobreprotectora y comparar esta actitud con lo que dice Dios que es lo correcto.

Una madre sobreprotectora se caracteriza:


  1. Se caracteriza porque logra que sus hijos evadan o no adquieran responsabilidades, ni asuman libertades y experiencias acordes a su edad. Recuerda que tu tarea como madre no se debe enfocar solamente en proteger a tus hijos y evitarles problemas. También es necesario que les des las herramientas sabias para enfrentar y superar retos, para ser personas independientes y capaces. Proverbios 13:1, 15:5

  2. Se caracteriza porque quiere que su hijo tenga éxito en todo lo que hace. Todos aprendemos a partir de los errores y la frustración que en cualquier momento llega. La sobreprotección hace que los niños no se involucren en una actividad en la que no sean los mejores. Proverbios 17:21; 19:26.

  3. Se caracteriza porque no asigna tareas en la casa so pretexto que están ocupados estudiando. La cooperación y el sentido de honra hacia la familia se construyen gracias a la disciplina. Muchos niños que son sobreprotegidos no tienen claro el concepto de reciprocidad ni gratitud y creen que se merecen todo. Proverbios 28:24.

  4. Se caracteriza por permitir al hijo desde pequeño a hacer su voluntad, por eso el niño crece creyendo que es normal gritar, e imponer sus deseos antes que nada ni nadie. Proverbios 30:17, Isaías 14:21.

La sobreprotección no es propia de una madre sabia por eso la Biblia dice: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” ( Efesios 6:4 ). Dios es el ejemplo perfecto de un Padre, y podemos aprender el equilibrio adecuado de la forma en que nos educa cada día, nuestro Padre en lugar de ser autoritario o sobreprotector, nos guía suavemente por los caminos correctos en lugar de controlarnos, Él nos libera para que experimentemos las consecuencias de nuestras decisiones. En lugar de mostrar ira e impaciencia, Él espera pacientemente que nos arrepintamos y volvamos a Él. Algunos de sus hijos abusan de esa bondad y rechazan su amor, al igual que algunos de los nuestros. Pero Dios sabe que un hijo que rechaza el amor de un Padre bondadoso también se rebelará contra uno autoritario. Cuando permitimos que Dios sea nuestro modelo de crianza, lograremos un equilibrio saludable.


"¡Bendito seas, mi Dios y protector! ¡Tú me enseñas a luchar y a defenderme! ¡Tú me amas y me cuidas! Eres mi escondite más alto, el escudo que me protege." Salmos 144:1-2

Con amor

Martha Vílchez de Bardales


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