"Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído, hasta que yo Débora me levanté, me levanté como madre en Israel." Jueces 5: 7
En el libro de los Jueces podemos notar que Dios siempre enviaba a su nación un siervo especial para ser guía y protector, sin embargo y a causa del pecado que habita en el corazón de los hombres, los habitantes de las naciones le daban la espalda a Jehová. Por eso los períodos de paz y bendición no podían ser continuos. Más la paciencia y misericordia de Dios se manifestaba una y otra vez enviando un siervo conforme a su corazón para encaminar a sus ovejas al Camino de la paz.
Uno de estos siervos fue jueza y profetiza de Israel, Débora quien se levantó como una madre para su nación. El corazón de una madre siempre está ligado al corazón de sus hijos, pero en el caso de Débora, ella no sólo tomó la responsabilidad de su familia, ella amaba, aconsejaba e intercedía por los hijos de toda su nación.
Es difícil formar hijos propios, hijos con principios bíblicos que vivan y amen a Dios, pero además de los hijos que nos pertenecen, tomar la carga de interceder por los hijos de mi vecina, de mi ciudad, de todas las regiones de mi país, parece una responsabilidad sólo de alguien que tiene un llamado divino.
Débora, tuvo esa tarea divina, porque era consciente que la desviación continua hacia la desobediencia es una marca en los jóvenes, ella describió en su cántico como era la condición moral y espiritual de los príncipes de su nación (así llamados porque eran las cabezas de sus tribus familiares). Los hijos abandonaron los caminos de Dios, se hicieron nuevos dioses, había guerra en todas partes, ellos se habían vuelto cobardes.
Así era la situación espiritual de los hijos de Israel, Jabín y Sísara, enemigos acérrimos de la nación tenían bajo su mando a novecientos carros de guerra con hoces de hierro, era imposible humanamente hablando, enfrentar un ejército tan poderoso. Pero esta madre se supo elegida por Dios para no permitir que la opresión del diablo los esclavizara nuevamente y se levantó como una madre para toda su nación. Esta situación es tan parecida a la realidad que vive ahora nuestro país, con personas cargadas de ira y violencia que quieren soliviantar para promover una guerra, para instaurar el terrorismo, para dañar y ganar poder.
El nombre de Débora significa "abeja" o "avispa" y como escribió un erudito hebreo: "¡Deborah era una abeja en paz y una avispa en guerra!" Esta mujer valiente se despertó porque tenía una verdadera comunión con Dios. Cuando estás cerca al Señor, Él te ayuda a discernir el pecado. Creo que Débora vio la realidad de los hijos de Israel y su corazón sufrió, pero no se quedó con la resignación de ver todo perdido, sino que también vio la salida.
Hermanos amados en este momento en el Perú estamos viviendo tiempos de zozobra, insurgencia, rebeldía y mucha violencia, esta realidad que vemos es dolorosa, y por eso es una tentación quedarnos en una actitud de pasividad, aguante y conformismo, creyendo que la resignación es esperar el tiempo de Dios. Pero la resignación no es un acto de fe.
Débora está en la Biblia para darnos un claro ejemplo del despertar de una madre de fe.
Satanás sigue usando las mismas estratagemas para desarmar a nuestros hijos hoy, el diablo nos oprime con comandantes demoníacos que dejan desarmado al creyente que no ora, no lee la Palabra, no busca al Señor cada día. ¡Satanás quiere oprimir a nuestros hijos! desarmarlos totalmente, empezará con distracciones atrayentes con tal que no vistan la armadura de Dios. Satanás está volviendo a usar sus mismas trampas para hacer creer a los jóvenes que la insurgencia te da el derecho de destruir.
Débora abrió ojos espirituales y vio esta realidad y entonces se levantó. “Hasta que yo Débora me levanté” Esta mujer entendió que Dios obra por medio de personas dispuestas, y ella era la mujer dispuesta en esta crisis.
Débora sintió amor por los hijos de su nación. Ella no dictaba juicios, ni gobernaba para su propia fama, ella ponía el corazón en todo lo que hacía, no le importaba su popularidad, ni su liderazgo reconocido, ella anhelaba que los hijos de Israel volvieran a Dios.
Amados les vuelvo a recodar la misión de esta mujer de fe porque hoy necesitamos despertar, levantarnos para orar en unidad. Por favor toma un tiempo especial para dedicar un clamor intercesor por los hijos de nuestro amado Perú.
Oración:
Padre confesamos nuestros pecados delante de ti, te pedimos perdón por la indiferencia, resignación, o falta de piedad por los hijos del Perú, perdónanos Señor por no haber tomado en serio la responsabilidad que nos has dado como madres biológicas o madres espirituales. Despierta nuestros sentidos espirituales para sentir parte de tu dolor al ver los heridos que están ahora en todas nuestras regiones, te rogamos Padre que no haya peruanos contra peruanos, cuida de los chicos que salen a las calles a gritar su resentimiento, protege a los militares y policías, dale a los que tienen la responsabilidad de guiar esta nación sabiduría para actuar con temor a ti. Te lo pedimos con fe porque sabemos que eres Poderoso y Clemente. Derrama una vez más tu Gracia sobre nosotros y sana nuestra tierra. Amén
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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