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Foto del escritorIB La Molina

Madres en guerra espiritual

“Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día; deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de gozo; trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” 2 Timoteo 1: 3-6



¿Cómo es una fe sin fingimiento? Pablo describió la fe de Timoteo como si no fuera fingida. Esto revela una fe que es sincera, sin hipocresía, genuina, real y verdadera. Esta era la fe que Timoteo poseía, una verdadera fe.

Su fe cristiana no era algo para mostrarse ante los demás, como una religión sin profundidad ni sustancia. Timoteo poseía una fe genuina en el Señor, por eso a pesar que tuvo que enfrentar grandes dificultades no dejó de afirmar su corazón en la fe que recibió de su madre y su abuela.


Creo que primero la abuela Loida compartió su fe con su hija Eunice, y el impacto de la verdad de Jesucristo fue en ellas tan real que lo demostraron en su vida diaria de tal manera, que cuando Timoteo era todavía un niño, encontró consistencia entre lo que ellas creían y sus actitudes en la vida diaria. Podemos por lo tanto afirmar que Timoteo fue enriquecido desde pequeño por la fe sincera de sus amadas madres.


Cuando Pablo menciona a los tres creyentes los llama en el orden en que ellos se convirtieron, primero Loida, después Eunice, y luego Timoteo. Esto representa un gran desafío y estímulo para nosotros también, nuestra responsabilidad de transmitir el amor a Dios a cada generación. Es algo muy deseable y bendito cuando hay una sucesión de creyentes en una familia, ver la fe transmitida a la posteridad, cuando la abuela, la madre y el nieto caminan todos en la verdad.


Las que son abuelas presten atención, Loida no dejó de infundir fe en su hija. Esa fe y amor la impactó tanto a Loida que hizo lo mismo con su hijo, lo llevó a enamorarse de Cristo. La cadena no se rompió. La fe se transmitió constantemente de generación en generación.


No tenemos más registros de cualquier otra contribución que hayan hecho estas dos damas. No hay registro de su empleo u otros esfuerzos Sin embargo, lo que sí sabemos es alentador. Ayudaron a formar a un joven que sería usado poderosamente por Dios para difundir el Evangelio. Toda alma que fuera salva bajo la predicación de Timoteo sería fruto añadido a la cuenta de ellas.


Hacer una inversión en la formación de los hijos nunca es un esfuerzo en vano. Es posible que no siempre se comporten o respondan como esperamos, es posible que tengan contradicciones y más de una tentación, pero eso no debe quitarnos la voluntad de perseverar y seguir orando y enseñando con autoridad y amor.


Estoy segura de que Timoteo fue como la mayoría de nuestros muchachos jóvenes. Quizá a veces decepcionó a su madre, quizá se involucró en actividades que no debería tener, pero su fe prevaleció y el testimonio de una fe sin hipocresías de sus madres, moldeó su carácter, sus prioridades y toda su vida. Creo que Loida y Eunice nunca cesaron de orar mirando de cerca el frente de batalla.


Toda madre debe estar consciente que su papel es estar en una constante lucha espiritual.

Me gustan las películas que tratan sobre la historia mundial, sobre todo las películas donde se relatan los acontecimientos de la primera y segunda guerra mundial. En 1914, cuando las tormentas de una “guerra mundial” comenzaron a azotar Europa y millones de hombres se apresuraron a alistarse, dos autores escribieron un himno patriótico dirigido a las madres que tuvieron que ver partir a sus hijos, el título de la canción fue: “Las madres que se quedaron atrás.” Una estrofa de la canción decía:


No dejes que tus lágrimas se sumen a las dificultades

Mientras los soldados pasan. . . .

Mantén el fuego del hogar ardiendo

Porque mientras tu corazón anhela por ellos orando,

Aunque tus muchachos estén lejos,

Soñarán con el hogar que dejaron.


En aquella época de tanto dolor y pérdidas, las madres tuvieron un papel muy importante en la guerra, aunque no fueron a luchar y morir. Ellas se aseguraron de que hubiera algo en casa por lo que valiera la pena luchar.

Como madres cristianas también estamos en guerra. Nuestro tiempo de guerra ha durado miles de años y durará hasta que Cristo venga a terminarlo. La diferencia es que en esta guerra, la guerra espiritual, el hogar se encuentra en el fragor de la batalla, y las madres estamos en roles de combate.


El enemigo ataca a quienes más amamos:


  1. Nuestros enemigos no son de carne y hueso. “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. El hecho de que nuestra verdadera batalla no es contra sangre y carne a veces es olvidado por muchas cristianas, nos enfocamos tanto en el éxito de los hijos que olvidamos que escondidos debajo de estos principados, potestades, gobernadores de las tinieblas, huestes espirituales de maldad, están la rebeldía, el egoísmo, la vanidad, la mentira, el libertinaje, todo tipo de adicción y la desobediencia.

  2. Nuestro enemigo no está en ningún país, él está “yendo y viniendo por la tierra” Job 1:7 “Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.” Se puede decir que Satanás tiene un interés activo en lo que sucede en la tierra. La tierra es el dominio de Satanás. En esta escena el diablo dijo que había estado recorriendo la tierra de un lado a otro. A él se le llama el dios de este mundo y también se le llama el príncipe de la potestad del aire. Así es que él tiene acceso y libertad aquí en esta tierra en el día de hoy. Satanás mismo dijo que tenía la libertad de ir y venir por este mundo. Recordemos que cuando Satanás tentó al Señor Jesucristo le ofreció los reinos de este mundo, y el Señor Jesucristo nunca le dijo que no los tenía para dárselos, sino que simplemente rechazó la tentación y le respondió: "Vete de mí Satanás". Y aparentemente Satanás tiene acceso a esos reinos, y tiene esa clase de libertad. Y cuando uno observa lo que está ocurriendo en este mundo, parecería que Satanás está a cargo de las cosas. Pero, es Dios quien está en control de todo. Dios está controlando todas las cosas pero Él le ha dado a Satanás un período de libertad. Se nos ha dicho que este mundo en el cual usted y yo vivimos está controlado por Satanás, porque Dios así se lo ha permitido. Él debe ser vencido, nosotros solo lo podemos vencer por medio de nuestra fe en la eficacia de la sangre del Cordero de Dios.

  3. Él enemigo “anda alrededor como león rugiente, buscando a quien devorar 1 Pedro 5:8 “Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.


Las madres biológicas debemos ser madres espirituales, guerreras del hogar, porque es aquí donde Satanás espera hacer su peor trabajo, pero cuando se encuentra con una mujer de fe ve su peor derrota.


La guerra de Satanás contra la mujer y su simiente no es un proyecto secundario. Es una parte importante de su estrategia. Para Satanás, las madres de fe representan la multiplicación de discípulos de Jesucristo y eso es una amenaza para él porque el Señor pronto vendrá para poner fin a su malvado reinado.


Cómo ataca Satanás a las madres: Satanás y los de su calaña buscan lugares estratégicos para atacar, áreas de vulnerabilidad. Muchos de sus favoritos son comunes a toda la humanidad, pero hay algunos modos de ataque que resultan particularmente exitosos con las madres cristianas.


1. Satanás usa el sufrimiento como una excusa para pecar. La salud física de una mujer parece menguar durante la maternidad, los síntomas clásicos como el insomnio o las náuseas matutinas, el agotamiento y el sueño constante pueden generar fastidio y hacer que la maternidad parezca más una enfermedad. Hay jóvenes que se sienten más emocionales que antes y su estado de ánimo decae tanto que puede afectar la capacidad para desempeñarnos y servir de la forma en que generalmente podemos hacerlo. Hay una verdadera tentación espiritual que viene con el sufrimiento físico, pero la presencia del sufrimiento físico no significa que ya hayamos perdido una batalla.


Satanás, por supuesto, puede desmoralizarnos con el sufrimiento. Pero también puede aprovechar el sufrimiento para llevarnos a pecar. Él preferiría que no supiéramos que, de hecho, es posible sufrir físicamente sin pecar con ira, autocompasión o desesperación. Satanás quiere que creamos que uno implica la presencia del otro, o que necesariamente conduce al otro. Hay muchas formas de pecar en nuestra debilidad, pero la debilidad física en sí misma no es el pecado. Necesitamos aprender (y volver a aprender) la diferencia.


Lo mismo ocurre con otras enfermedades y cambios hormonales a lo largo de la vida. Pero nuestro estado físico no necesita ser el indicador o el volante de nuestro estado espiritual. Nada le gustaría más a Satanás que mantenernos confundidos acerca de lo que nos aqueja.


2. Satanás siempre hace que la mujer crea mentiras. Es como si te susurrara al oído: “¿Dios realmente dijo . . . ?” Las mujeres, desde el principio, han sido un blanco especial para cierto patrón de engaño. Satanás todavía favorece la pregunta que derribó a Eva: “¿Realmente dijo Dios . . . ?”


Internet es una nueva forma en que las mujeres, incluso las que trabajan en casa, pueden acceder regularmente a un flujo constante de consejos, solicitados y no solicitados. Nuestros amigos ofrecen consejos sobre cómo tratar con esposos e hijos. Imágenes, espectáculos y libros ofrecen consejos sobre lo que es bueno y bello, lo que se puede esperar (o exigir) de la vida. Las mujeres, a las que les encanta dar y buscar consejos, tienen que elegir diariamente qué consejos buscamos, qué escuchamos y qué voces influyen en nuestras decisiones diarias.


Los susurros están en todas partes si los escuchamos:

  • “¿De verdad dijo Dios: 'Más bienaventurado es dar que recibir' ( Hechos 20:35 )? Pero si tu economía es con las justas?

  • “¿Dios realmente dijo: 'Esposas, sométanse a sus propios esposos, como al Señor? Efesios 5:22 Eso me parece arcaico y machista y nada equitativo.

  • “¿Dijo realmente Dios: 'Alegraos en el Señor, oh justos, y alabad su santo nombre? Salmo 97:12 Parece obvio que dar gracias cuando no te sientes agradecido no sería auténtico


3. El enemigo nos ciega para que no veamos a nuestro enemigo más cercano.

Satanás nos distrae con las amenazas externas y eso hace que dejemos de luchar con las amenazas que vienen de la propia casa. La amenaza que está más cerca de nosotros es nuestra propia carne. El mundo, la carne y el diablo están todos trabajando contra nosotros en esta guerra. No podemos luchar eficazmente con ninguno de ellos a menos que estemos dispuestos a luchar con todos ellos. El Señor dice: Gálatas 5:16-17 “Por eso les doy este consejo: dejen que el Espíritu guíe su vida y no complazcan los deseos perversos de su naturaleza carnal. Nuestra naturaleza carnal desea lo que está en contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza carnal. Los dos se oponen. Por eso resulta que ustedes no están haciendo lo que realmente quieren”


Esto simplemente significa que debemos ser honestas y reconocer nuestras propias debilidades para pedir perdón a Dios, a nuestros esposos, a nuestros hijos. Esto también es una guerra espiritual. Debemos verlo como una parte normal de la vida cristiana.


No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Filipenses 4:6 (NVI)


A veces las madres escuchan portazos de un hijo enojado y el corazón parece detenerse, cuando una madre se siente impotente no es el momento para gritar, exigir, reclamar o corregir. Cuando ocurre este tipo de emergencias hay que correr al cuarto de guerra para orar.


Las madres tenemos una lucha espiritual cuando oramos de rodillas.


La oración de rodillas refleja la actitud del adorador. Orar de rodillas también significa humillarse ante el Padre porque eres consciente que nada puedes lograr en tus propias fuerzas. Creo que mis padres encontraron el valor de orar de rodillas cuando meditaron en la forma de orar de Josué, David, Elías, Esdras, Daniel quien se inclinaba tres veces al día, Esteban, Pablo, Pedro y sobre todo el propio Jesús.


Creo que a veces hemos hecho de la oración algo muy simple, quizás en nuestro esfuerzo bien intencionado por resaltar que todos podemos orar en todo momento, nos hemos desviado de tener una vida de oración dedicada y fiel, por eso hemos considerado que estamos orando cuando hacemos otras cosas, pero es un peligro que convirtamos a la oración en una práctica rutinaria, y monótona. Hoy en día, la oración tiene el peligro de convertirse en una comodidad.


La oración es algo que necesitamos, y aunque es sencillo venir ante nuestro Señor, no siempre debemos hacer de esta práctica algo fácil. Hay una razón por la que llamamos a la oración una disciplina espiritual. “Orad sin cesar” esta frase implica esfuerzo, disciplina y dedicación.


Si tomas un tiempo especial para estudiar las oraciones de Jeremías, Josué, David, o el propio Jesucristo verás que cada una de estas personas dedicaron su oración tomando un tiempo especial, no hicieron oraciones religiosas, rezos sin fe, oraciones protocolares, oraciones por los alimentos, oraciones por bendiciones, ni oraciones de prosperidad, ellos oraron en un acto completo de completa rendición a Dios.


Querida madre, te animo a estar lista y armada de pies a cabeza en la brecha de la oración, dando ejemplo de fe, honestidad, humildad, y sobre todo amor. Si eres perseverante verás generaciones de hijos temerosos de Dios.


Martha Vílchez de Bardales







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