"Una vez más los israelitas hicieron lo que ofende al Señor, y por causa del mal que hicieron, el Señor le dio poder sobre ellos a Eglón, rey de Moab. Luego de aliarse con los amonitas y los amalecitas, Eglón fue y atacó a Israel, y se apoderó de la Ciudad de las Palmeras. Los israelitas estuvieron sometidos a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años. Los israelitas volvieron a clamar al Señor, y el Señor les levantó un libertador, Aod hijo de Guerá, de la tribu de Benjamín, quien era zurdo." Jueces 3: 12-15
Después de que Otoniel fue usado por Dios para traer paz, Israel tuvo tranquilidad por 40 años, sin embargo después de su muerte, nuevamente la nación volvió a hacer lo malo ante los ojos de Jehová.
¿Por qué será que el ser humano necesita a alguien que le diga que sea prudente, que sea sabio, que obedezca a Dios, que no caiga en tentación, que respete y sea humilde? Nuestra naturaleza siempre se inclina al mal. Por eso apenas el juez Otoniel no estuvo, los israelitas volvieron a desviarse, los cuarenta años de gratitud y fidelidad de parte de esos ciudadanos se acabaron y todos desobedecieron a Dios.
La victoria de Otoniel necesitaba mantenerse por más tiempo, pero muy rápido ellos volvieron a fallar a Dios. Por eso reflexiono y creo, que si no tenemos una comunión sincera con Dios, si diariamente no le pedimos al Señor que cambie nuestro carácter y prioridades, las taras de nuestra vieja naturaleza vuelven, porque les encanta manifestarse para mal, en todas nuestras actitudes.
Al dejar de congregarnos físicamente se ha abierto la posibilidad que aquellos niños, adolescentes y jóvenes que asistían con sus padres al templo se olviden de Dios, y lo empeora, si esos tutores no hacen nada para que sus herederos tengan temor al Padre Celestial. No es solamente que se olviden de Dios, es volver a ser esclavos del enemigo de Dios.
El texto afirma: “Y sirvieron los hijos de Israel a Eglón”. El pecado de esa generación que olvidó a Dios, les trajo hacia esta servidumbre. Ellos sufrieron 18 años de servidumbre, y entonces recién clamaron a Jehová. El pecado siempre trae ataduras, aunque llega a nosotros de una manera atractiva pero engañosa.
“Y clamaron los hijos de Israel a Jehová; y Jehová les levantó un libertador”. Este texto me da mucha esperanza, es evidente la misericordia de Dios. Aunque Israel repetidamente se desviaba de Dios, Él tenía todo el derecho de echarlos completamente, más aún, Él respondió con fidelidad cuando ellos finalmente clamaban por liberación.
Aod se llamaba el juez que Dios eligió. Fue al palacio donde el rey cobraba los impuestos abusivos, Eglon, el rey abusivo, estaba muy subido de peso, seguramente porque se dedicaba a comer de todo lo que robaba a las naciones que sometía. Entonces Aod le dijo: “Tengo palabra de Dios para ti” Aod ciertamente dijo la verdad porque aquellos que oprimen al pueblo de Dios tocan la niña de Sus ojos y serán juzgados por ello.
Aod introdujo la espada en el cuerpo del enemigo. Así es la palabra de Dios. Ella nos traspasa como una espada de dos filos, dividiendo el alma y el espíritu en lo más hondo del ser, y discierne nuestros pensamientos e intenciones del corazón.
Después de esto Aod convocó a todos los israelitas: “Síganme, porque el Señor ha entregado en manos de ustedes a sus enemigos los moabitas”. Bajaron con él y derrotaron a unos diez mil moabitas, todos robustos y aguerridos. No escapó ni un solo hombre.
Que gran líder fue Aod, porque en todo momento recalcó que quien derrotó a Eglón y entregó a los enemigos, fue Dios. Esta victoria trajo 80 años de paz a la nación.
Hermanos amados, las cosas feas de nuestra vieja naturaleza siempre salen cuando hay tensión, salen los malos pensamientos, las palabras arrogantes, la falta de respeto a las autoridades, la prepotencia y el orgullo. Permite que la Palabra de Dios traspase tu conciencia y ponte a cuentas con tu Salvador y Señor.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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