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Foto del escritorIB La Molina

Los ídolos son una mentira

“Escucha el mensaje del SEÑOR. Esto dice el SEÑOR: No aprendan a vivir como vive la gente de otras naciones; ni les tengan miedo a las señales del cielo, como les sucede a esas naciones. Las costumbres de esos pueblos no valen nada. Cortan un tronco del bosque y un artesano lo labra con su cincel. Lo adornan luego con oro y plata, y lo aseguran con clavo y martillo para que no se caiga. Los ídolos parecen espantapájaros en un cultivo de melones. No pueden hablar y tienen que cargarlos porque no pueden caminar. Así que no les tengan miedo a esos ídolos, pues no les pueden hacer ningún mal; ¡y mucho menos les podrán hacer algún bien!” Jeremías 10:1-5


La idolatría es un concepto religioso que describe al conjunto de cultos que están en oposición a una autoridad religiosa. Su definición más exacta es "la adoración de un ídolo como Dios". Un idólatra venera, adora y rinde honores a un ídolo que considera poderoso, por eso inventa ceremonias o ritos religiosos en torno a su objeto de culto, reemplazando al único y verdadero Dios.

En el Antiguo Testamento se mencionan algunas de las prácticas idólatras más bajas y corruptas como por ejemplo, la prostitución ceremonial, el sacrificio de animales, el asesinato de niños, la embriaguez y la degradación del ser humano que se laceraba el cuerpo cuando caía en éxtasis bebiendo brebajes especiales para estos ritos paganos. Quizá podríamos pensar que estas prácticas están lejos de practicarse, pero hoy en día en algunos países como el Perú, todavía se celebran algunos ritos y fiestas en el mundo andino.

Algunas de estas fiestas andinas son el culto y ofrenda a la tierra: El floreo de las llamas. El agua y la limpia de los canales, el Pachallampi o la ceremonia ritual para la siembra de la papa, también están las celebraciones que se relacionan con vírgenes y santos patronales. Esta transformación se desarrolla a partir de la colonización española, de esta manera, muchas creencias católicas se introdujeron en los espacios de la cosmovisión andina. Como sabemos en el Perú predomina el cristianismo, en su mayoría católicos. Este llegó al Perú acompañando a los conquistadores y tuvo un encuentro con la religión politeísta incaica lo que produjo un sincretismo religioso presente en todo el país en diversas maneras y magnitudes.

Volvamos con Jeremías. Nuestro profeta está nuevamente alzando su voz porque a pesar que había enseñado que la idolatría era una ofensa al Dios verdadero, ellos seguían en el error, y no sólo eso sino que también agregaron a sus faltas, la práctica de la superstición. ¡Los judíos se volvieron adictos a la superstición!

Este capítulo es entonces una exhortación primero a oír la palabra de Jehová; porque ellos se habían acostumbrado tanto a imitar los errores de los gentiles, que no podían apartarse fácilmente de ellos.

“Las costumbres de esos pueblos no valen nada. Cortan un tronco del bosque y un artesano lo labra con su cincel. Lo adornan luego con oro y plata, y lo aseguran con clavo y martillo para que no se caiga. Los ídolos parecen espantapájaros en un cultivo de melones.”

Cortan un tronco en el bosque, un escultor lo labra con su cincel, luego lo adornan con plata y oro, y lo aseguran con clavos y martillo para que no se caiga. Los ídolos parecen espantapájaros en un campo sembrado de melones; no pueden hablar, y hay que cargar con ellos, porque no caminan. No tengan miedo de ellos, que a nadie hacen mal ni bien. Estos versos me recuerdan a los ídolos que son cargados en las procesiones, la gente les rinde sahumerios, les canta, lloran y le piden clemencia, pero estos ídolos no tienen vida.

Los años que pasé viajando por las comunidades alto andinas pude llevar el evangelio de Cristo y gracias a Dios he visto muchas iglesias cristianas en los pueblos más alejados de las capitales del Perú. No he visto en ninguna de esas comunidades gente que rechace la Palabra de Dios, y creo que esto es gracias a misioneros, que dieron su vida visitando cada pueblito con el deseo que ellos conozcan la verdad, por lo tanto creo que como Iglesia evangélica en el Perú tenemos la responsabilidad de seguir discipulando a esas iglesias jóvenes para que sigan creciendo en conocimiento y temor a Dios.

Sin embargo hoy también existen corrientes humanistas que quieren revalorizar las culturas de los pueblos ancestrales y animan a las comunidades a volver a sus raíces de idolatría, donde Dios no existe y si son importantes las divinidades como animales, la tierra o los astros. Hasta personas en jerarquía como un nuevo gobernante cree que si se baña en las aguas de un río, o le da el pago a la tierra, o sacrifica un animal, le irá bien en su gestión.

Tenemos que orar si, para que nuestra nación no vuelva a esas prácticas, pero también tenemos que estar vigilantes, que como iglesia no dejemos de enseñar que adorar cualquier cosa antes que a Dios es abominación al Señor.

“Yo soy el Señor; ¡ese es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos.” Isaías 42:8

Con amor

Martha Vílchez de Bardales


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