“Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios”. Marcos 3: 13-15
Jesús sabía que tenía enemigos. No podía ir a un lugar sin que la multitud lo siguiera, pero junto a ellos también los fariseos, siempre procurando juntar “pruebas” para acusarlo. ¡Qué difícil hacer la obra teniendo personas alrededor que buscan la sin razón para cuestionarte! En ese momento, Jesús estaba en un momento crítico en su ministerio. Y, como sabemos, cuando nos sentimos amenazados, lo mejor que podemos hacer es orar. Él debió pasar toda la noche en oración y al día siguiente subió a una montaña alta y desde allí escogió a sus doce discípulos.
El contexto de Jesús para decidir tener un equipo de apoyo, es evidente. Jesús sabía las intenciones de los líderes religiosos, tantas veces él había sido claro en ir en contra de las tradiciones orales, así que sabía que ellos tramaban destruirlo. Jesús necesitaba amigos leales porque las grandes multitudes que lo seguían no estaban interesados en sus enseñanzas sino en lo que ganaban con él: sanidades, alimentación, comprensión.
Entonces Jesús estableció a doce. Estos eran los hombres que continuarían la obra que Él había comenzado. Todo maestro tiene alumnos, pero no todo maestro tiene discípulos. Todo pastor tiene ovejas, pero no todo pastor tiene discípulos. Jesús me enseña en la manera cómo eligió a sus apóstoles:
Los doce compartían la intimidad del Maestro. Fueron llamados a "estar permanentemente con él" (Mr 3:14). Jesús no quería estar siempre solo, es verdad que varias veces buscó la intimidad para estar a solas en oración con su Padre, de Él obtenía la fuerza espiritual, pero cuando regresaba, allí estaban sus doce compañeros fieles. No es bueno estar sólo en el ministerio.
Él estableció a estos hombres de entre su gran número de seguidores, los estableció primeramente para que estuviesen con él. Ese fue el primer trabajo de los discípulos, estar con Jesús. Como cristiano no puedes ser un solitario, para eso la Iglesia fue establecida, pero también tienes que entender que todo cristiano debe tener discípulos, personas que seguirán la obra cuando ya no estés.
Jesús estableció discípulos para que estuvieran con Él, y eso me enseña que no puedo considerarme un cristiano fiel sino tengo comunión íntima y diaria con mi Señor. La intimidad diaria con Cristo te convierte en un verdadero discípulo.
Un discípulo era un aprendiz, un estudiante, pero en el primer siglo de la era cristiana, un estudiante no era quien simplemente estudiaba, como el alumno que si quiere atiende la clase sólo para cumplir. El verdadero discípulo está pegado a su Maestro y tiene hambre de la Palabra, quiere aprender. ¿Te consideras un alumno ansioso de entender el propósito de Dios para tu vida? ¿Conoces los planes que Dios tiene para ti?
Jesús formó discípulos para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios. No hay discípulos ociosos ni sin fruto. El ministerio de un discípulo de Cristo es: predicar el evangelio, ser un médico para las almas, y hacer guerra contra el diablo.
Hoy más que nunca la Iglesia necesita discípulos de Cristo. Creyentes que no necesiten ser “invitados” para participar de un culto virtual. Cristianos leales que aprovechan la oportunidad de trabajar en sus casas, para compartir la fe que tienen en Cristo a toda su familia. Soldados de Cristo que están pendientes en la brecha de la oración. Creyentes sensibles a la necesidad del prójimo. Mayordomos fieles de los bienes que Dios les da. Discípulos que hacen crecer el Reino de Dios predicando las Buenas Nuevas. Guerreros espirituales que usan el don del discernimiento para detener el obrar del enemigo. Amigos que hacen la voluntad de Dios . Que Dios te forme para ser un verdadero discípulo de Cristo.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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