“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados”. Salmo 40: 1-5
Hubiera querido escribir el Salmo cuarenta completo, pero como debe ser un devocional breve, lo dejo allí, sin embargo te animo a abrir tu Biblia y completar la lectura y meditación de todo el capítulo.
Conversé hace poco con una hija espiritual que vive en otro país, le digo “hija” en el sentido de afecto fraternal, ella estaba preocupada por la salud de mi esposo y la mía, le di señales claras que estamos sanos y fuertes y se quedó más serena. Apenas pasó un día, y nos escribió otra familia querida, también viven muy lejos de nosotros, ellos, al igual que la primera, estaban inquietos y querían saber nuestra condición en el país. También conversamos por video chat, ¡aunque las horas de diferencia son casi 24 horas! al vernos sonrientes y con paz, el sosiego vino a sus almas inquietas, y nos despedimos. Claramente sentí en esas personas, el amor y la fidelidad de Dios.
Ha sido muy difícil tener paciencia cuando el mundo vive atribulado con la pandemia. Más para el autor de este Salmo fue fácil escribir palabras tan bellas, aun subsistiendo en el pozo de la desesperación, en medio del lodo cenagoso, insultado por soberbios, atacado por mentirosos, enfermo con males sin número, buscado por asesinos que querían destruirlo. ¿Cómo hizo David para estar parado firme en medio de esa pandemia?
Spurgeon dijo de este capítulo: “Un hombre puede ser tan pobre como Lázaro, tan odiado como Mardoqueo, tan solitario como Elías, pero mientras su mano de fe pueda asirse de Dios, ninguna de sus aflicciones externas puede prevenir que su ser sea numerado entre los bienaventurados, pero el hombre más rico y próspero que no tiene fe es maldito, sea quien sea.”
David se agarró bien fuerte de la mano de Dios cuando los mentirosos lo acusaron, apretó más fuerte la misma mano cuando sus amigos lo abandonaron, cerró los ojos para dejar de mirar a quienes le eran infieles, y con paciencia esperó pacientemente que Dios oyera su clamor. “Pacientemente esperé”, es como decir: “en la espera, yo espero”. El uso repetido de la palabra quiere expresar que él esperó con diligencia y firmeza, paciencia y perseverancia, hasta que Dios, lo ayudó.
¿Alguien te ha ayudado mientras estabas asustado y encerrado en casa? Quizá has esperado que viejos amigos, parientes y compañeros vengan a tu auxilio, pero resulta que ellos estaban igual que tú, limitados y sin salida. Esta cuarentena nos ha enseñado a tener paciencia.
David alcanzó muchos beneficios mientras esperaba pacientemente a Jehová. Dios lo libró de su crisis presente (la cual era como lodo cenagoso), lo colocó en un lugar mejor y más seguro (enderezó mis pasos). La respuesta vino en el momento preciso, y al sentir el respaldo de Dios: David cantó. Estos son los beneficios que podemos tener si esperamos pacientemente al Señor.
El gobierno ha decretado que la cuarentena se terminó, los que se sentían atrapados en el lodo cenagoso ya salieron ayer como si hubieran sido libertados de la esclavitud. Pero mi pregunta es: ¿Habrán aprendido la lección? O ¿Serán los mismos que antes, como si nada hubiera pasado?
Yo creo que no voy a ser la misma persona, cada día Dios me ha enseñado algo nuevo en su Palabra, (he procurado compartirte algo de lo que aprendí). No podemos ser iguales, porque Dios no nos rescató para que volvamos a meternos en el pozo. “Dios te rescató para ser un creyente agradecido, con una mente diferente, con un corazón más dedicado al Salvador y una voluntad más firme para ser un verdadero discípulo.”
Dios inspiró en David cantos y palabras de alabanza. Quien se sabía liberado, elevó adoración a su Libertador. “El siervo afligido por la prueba, siempre se convierte en un adorador.”
Mi oración es que no salgas de la cuarentena siendo la misma persona, el anhelo de Dios es convertirte en un creyente fiel. Que da testimonio a todo el mundo sobre la fidelidad divina, el inmenso amor, la provisión que recibiste, la sanidad y la paz que te ha ayudado hasta hoy.
Oración: Señor ya sabes que nunca dejaré de hablar de todo lo que hiciste por mí, Padre mío no he guardado para mí la maravilla de tus obras. Hablaré públicamente de tu justicia y de tu salvación. No esconderé tu fiel amor ni tu verdad. Amén.
Con amor,
Martha Vilchez de Bardales,
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