“Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos; Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia. ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! Bendito sea Jehová, porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba. Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; a los fieles guarda Jehová, Y paga abundantemente al que procede con soberbia. Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.” Salmos 31:14-24.
La enfermedad se ha vuelto más contagiosa, como esposa de pastor recibí muchos pedidos de oración en la primera y segunda ola, pero reconozco que ahora los pedidos se han multiplicado. Siempre abro mi Biblia buscando respuestas y palabras de consuelo para mi alma, y para alentar a todos los que me escriben, hoy el Señor me habló por este salmo de David. El título de este capítulo de por si ya es alentador: “Declaración de confianza”
Antes de meditar en la segunda parte del capítulo debo aclarar que David, en los primeros 14 versículos, cuenta detalladamente cuánto está sufriendo, estaba como atado por lazos de traición, afligido y lleno de angustias por culpa de sus enemigos, se sentía desgastado, sin fuerzas físicas, demasiado triste incluso para respirar, se identificaba como “un vaso quebrado”, “con el corazón muerto”, “un despreciado y calumniado por todos” etc. Sin embargo, aunque su situación era la imagen de un derrotado, de pronto sus expresiones dejan de ser depresivas y clama: “Mas yo en ti confío, oh Jehová” Por muy grandes que fueran las angustias de David, su confianza en Dios era aún mayor.
Como les mostré, en los versículos anteriores David hizo un cuidadoso inventario de su crisis, pero de pronto, deja de ver su miseria y reacciona como si despertara de una pesadilla para decir con seguridad: “Pero, tú eres mi Dios y, por lo tanto, más grande que todas mis angustias.”
Que hermoso testimonio de fe, este hombre apabullado por el miedo y la miseria, pero dejando de mirar esa prueba para pararse firme y declarar: “En tu mano están mis tiempos”; Él entendió que Dios tenía el control de todo lo que le pasaba, nunca hay que olvidar que Dios es soberano y gobierna desde el cielo. La declaración de confianza de David empieza con esta afirmación. Dijo esto con confianza porque con fe había entregado todas las cosas en la mano de Dios. Si creemos que todos nuestros tiempos están en la mano de Dios, podremos esperar grandes cosas de nuestro Padre celestial.
Este año 2022 ha comenzado con una tercera ola, reconocemos que las dificultades siguen siendo peligrosas pero como hijos de Dios, aunque nos encontremos en muchas dificultades, podemos decir: ¡Ahora voy a ver las maravillas de Dios, tengo fe y creo que Dios me librará de todas mis angustias!
Otra cosa que aprendo es que David también admitió y testificó la bondad de Dios, aún en sus momentos más duros, él dijo: ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen! El mismo David que pasó por todo tipo de angustias siempre terminaba sus oraciones alabando a Dios. Esto se debe a que David tenía una profunda confianza en Dios, y esa confianza era recompensada con gozo.
La mayoría de nosotros, cuando vienen las pruebas duras, nos preguntamos “¿por qué el castigo?”, “¿por qué dejó de atender mis ruegos?”, “¿por qué está tan ocupado con otros?”. Pero David, estando en completa soledad y golpeado por todas partes, dijo: “En lo secreto de tu presencia me esconderás”. Esta enfermedad ha traído mucha soledad, millones de personas se han alejado de todo con tanto miedo, que creen que son los únicos responsables de su seguridad. Podemos aprender de David, si se alejaba de alguien, era para sentirse escondido en la mano de Dios.
“Tú reservas grandes bendiciones para los que te honran. Las preparaste a la vista de los seres humanos, para los que encuentran refugio en ti. Tú aceptas a los justos en tu templo santo para esconderlos de quienes planean hacerles daño. Tú los proteges de los ataques de quienes los odian.”
Atacado por tantos enemigos y tantos problemas, David encontraba seguridad en lo secreto de la presencia de Dios. Él encontraba consuelo y fortaleza en el lugar secreto de la presencia de Dios, donde tenía verdadera comunión con Él. Mi amado hermano, hermana querida, si la prueba que vives te acerca más a Dios, estás preparado para convertirte en un creyente como David, pero si crees que toda tu seguridad es solamente resultado de tu esfuerzo, no sentirás la paz, el gozo, la esperanza que si tienen los hijos de Dios.
Hay muchos cristianos que parecen saber muy poco del lugar secreto de la presencia de Dios. Lo consideran solo una cosa para los místicos o los súper espirituales. Sin embargo, David era un guerrero y un hombre que conocía bien las realidades de la vida. Un guerrero, capitán de ejércitos y rey que se convertía en un niño en los brazos de Dios, se sentía como un niño cubierto de amor.
Es en la prueba que la verdadera confianza en Dios se profundiza, en vez de que el pánico y la desesperación te aleje de tu fe en Dios, aunque los peligros y enemigos te persigan, si te quedas con los ojos fijos en estas cosas te volverás impotente de actuar, pero si te aferras a Dios y su palabra, si haces una declaración de confianza personal en tu Padre celestial, ese temor te llevará a arrojarte a los brazos de Dios y a hallar seguridad.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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