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Foto del escritorIB La Molina

Las consolaciones de Dios alegran el alma

Actualizado: 25 may 2020

"Si no me ayudara Jehová, pronto moraría mi alma en el silencio. Cuando yo decía: Mi pie resbala, tu misericordia, oh Jehová, me sustentaba. En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma. Salmo 94:17-19.


Hoy me pareció ver al presidente del Perú informando su reporte sobre la pandemia con un solapado fastidio, antes de iniciar con las preguntas de la prensa local y extranjera dijo: "En el momento que se tomaba la decisión con firmeza, con valentía, ahí sí qué bien, que bien; pero cuando se presenta una cosa ya salen a decir “yo hubiera hecho tal cosa”. Eso normal, es natural, no solo en el Perú, sino en el mundo existen los “generales después de la batalla” o “almirantes después del combate” que desde un escritorio o una oficina dicen qué se debería hacer, nosotros hemos hecho lo que correspondía hacer desde el primer momento y sin perder el tiempo”, señaló.


La presión de dirigir todo un país que está atacado por un enemigo invisible debe ser una tarea frustrante, sobre todo cuando la mayoría de ciudadanos no ayuda, a veces me parece que las personas no creen lo peligroso de esta enfermedad, a pesar de los 72 059 casos positivos de COVID-19 y 2 057 fallecidos.


¿Cuántas personas necesitarán enfermarse o morir para que la ciudadanía entienda? Hoy le pedí al Señor una palabra de consuelo, y no me dio una, me regaló más consolaciones que alegraron mi alma.


“Pero Dios que consuela a los humildes” 2 Corintios 7:6. Cada día encuentro a alguien que necesita una palabra de esperanza, la mayoría está empapado de los informes nefastos que ocasiona el virus. ¿Quién puede consolar mejor que Dios? Si tratas de alentar a alguien preocupado con noticias de una pronta medicina, o con la promesa de más bonos económicos, quizá sonría momentáneamente con resignación, pero así como una promesa de la Biblia le hace cantar a un cristiano, si le das palabra de Dios a un incrédulo, consolarás su corazón.


"Pobrecita, fatigada con tempestad, sin consuelo; he aquí que yo cimentaré tus piedras sobre carbunclo, y sobre zafiros te fundaré". Isaías 54:11

Dios ama y busca a los angustiados, se ocupa de quienes están fatigados por la enfermedad, atiende a los que no tienen consuelo. Cuando alguien está en este lugar de tristeza puede creer que nadie lo comprende, ni a nadie le importa, pero Dios les da unas hermosas promesas para fortalecerlos: “He aquí que yo cimentaré tus piedras, zafiros, piedras preciosas” Estas joyas representan la riqueza, o bendición de la presencia de Dios, sobre todo a los desconsolados.


Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Mateo 5:4. La palabra griega para llorar, utilizada aquí, es la palabra más fuerte usada para llorar en el lenguaje griego. Es la palabra que es usada para llorar por los muertos, y palabra que se usa cuando hay un inmenso dolor por haberle fallado a Dios. Lloran quienes se arrepienten por haber pecado, ellos recibirán consolación. Dios permite tristezas en nuestras vidas como parte del camino de restauración.


En la multitud de mis pensamientos dentro de mí, tus consolaciones alegraban mi alma. Salmo 94:19. Con enemigos y dificultades alrededor de él, el Salmista necesitaba ayuda y consuelo de parte de Dios. El Señor le contestó con consolaciones que alegraban su alma. Esto le rescató de la multitud de sus pensamientos dentro de sí.

¿Cómo son las consolaciones de Dios? Cuando el Señor nos visita, trae con Él: paz y complacencia, alegría y ánimo, amor eterno, redención completa, promesas del pacto, gloria venidera, sanidad del alma, perdón de pecados, unción del Espíritu Santo.


Las consolaciones de Dios tocan el interior, sacan los pensamientos negativos, eliminan la resignación, y limpian el conformismo para transformar la mente condenada a una mente llena de esperanza, te provoca ayudar al que sufre, sientes que puedes dar de lo que tienes, te mueve a compartir el evangelio, estás preparado para ser un discípulo de Cristo que puede consolar a otros.


La preocupación por la pandemia está produciendo gente resignada, pero también gente con vergüenza.

En vez de cogerse de la Palabra de Dios, buscan otros medios para alegrarse y no quieren decirle a nadie que son cristianos. Espero que esto negativo no te suceda a ti, sí puedes diferenciarte de otros que caen en la desesperación y la duda, acércate a Dios y pídele que traiga consuelo a tu alma, las consolaciones vendrán apenas le pidas ayuda. Dios es Dios de toda consolación.

Martha Vílchez de Bardales



 

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