En este nuevo comienzo de la iglesia, necesitamos oración y saber cuál es la misión de la Iglesia (ser y hacer discípulos). Pero, ¿para qué debemos ser y hacer discípulos? ¿Qué va a suceder si nos dedicamos con todas nuestras fuerzas a la tarea de ser y hacer discípulos? Es decir, ¿Cuál es la visión de la Iglesia?
Salomón acertó cuando dijo: “Cuando no hay visión, el pueblo se desvía; ¡dichoso aquél que obedece la ley!” Proverbios 29:18, indicando que una iglesia sin visión pierde dirección, se distrae en actividades y se confunde en un mar de alternativas ¡Necesitamos encontrar la visión para nuestra Iglesia!
Sin embargo, la visión no puede ser producto de ideas e intenciones humanas, porque una visión humana, por muy loable que puede parecer, siempre termina condenada al olvido. Si vamos a definir la visión de la Iglesia, tiene que ser algo que Dios nos comunique, que antes de entrar en nuestras mentes y corazones, haya nacido de la mente y corazón de Dios.
Si vamos a definir la visión de la Iglesia, tiene que ser algo que Dios nos comunique.
Dios nos advierte que profetas bien intencionados, anunciaban visiones que surgieron de sus corazones pero no de Su corazón: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: No hagan caso de las palabras que los profetas os anuncian. Sólo alimentan en ustedes vanas esperanzas. Sus visiones nacen de su propio corazón, y no de mis labios” Jeremías 23:16
Nuestra visión tiene que venir de Dios, porque si recibimos una visión de Él, no nos quedará sino correr, trabajar y esforzarnos para que se convierta en realidad. Entonces, ¿quieres conocer la visión de Dios para nuestra Iglesia?
Nuestra visión: ser discípulos que responden al llamado de Jesús: amar a Dios, amar al prójimo y servir a todos.
Algunas aclaraciones con respecto a esta declaración:
Debemos ser una iglesia de discípulos, que no es lo mismo que ser perfectos o algo por el estilo, sino que debemos ser una iglesia en continuo aprendizaje.
Debemos ser una iglesia que responde al llamado de Jesús; es decir, jamás estaremos en la condición de seguir nuestros criterios. Siempre detrás de Jesús, nunca delante de Él.
Debemos ser una iglesia que se enfoca en amar a Dios y amar al prójimo, que es una referencia clara al Gran Mandamiento.
Finalmente, además de ser discípulos que responden al llamado de Jesús para amar a Dios y amar al prójimo, tenemos que consagrar la vida para servir a todos.
El Señor Jesús dijo: “Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo, como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” Mateo 20:25-28, y haremos bien en comprender estas palabras porque nos dicen que la vida cristiana no se trata de cuántas bendiciones recibes sino de descubrir que servir a los demás es la bendición más grande de todas.
La vida cristiana se trata de descubrir que servir a los demás es la bendición más grande de todas.
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