“Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a nosotros por medio de muchos.” 2 Corintios 1:8-11.
Como siervos de Dios, tenemos la tarea de interceder con perseverancia, eso nos vuelve frágiles en muchos sentidos, porque el cansancio quizá no está en nuestros labios o palabras, pero se nota en el cuerpo. No somos indestructibles, aunque afirmemos que somos fuertes en el Señor, en verdad necesitamos el respaldo de nuestros hermanos en el Señor.
El apóstol Pablo necesitaba sentirse igualmente respaldado, en estos versos, él dio por sentado que la iglesia conocía sus pruebas, quizá esas “tribulaciones” que le sobrevinieron en Asia hayan sido:
El disturbio causado por Demetrio en Hechos 19:23-41
"Luchando contra bestias salvajes en Éfeso" 1ra. de Corintios 15: 32
Sufrir 39 latigazos después de ser traído a la corte de los judíos (2 Corintios 11:24).
El alboroto en Éfeso (Hechos 19:23-41).
Persecución poco antes de que dejara Troas (Hechos 20:19 y 1 Corintios 16:9).
Encarcelamiento, posiblemente con pena de muerte. (2 Corintios 1:9-10)
Un mal físico recurrente.
Bueno, no sabemos a qué tribulación se refería exactamente, pero lo que si sabemos es lo que Pablo sintió, él afirmó estar “sentenciado a muerte”. No estaba hablando de un decreto judicial, sino de un sentimiento personal. Pablo sintió que la muerte estaba cerca. ¿Pero qué hizo Pablo con este sentimiento? ¿Trato de negarlo? ¿Lo oculto? No, Él expresó el propósito del sufrimiento del cristiano: “Para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios” En medio de sus sufrimiento Pablo fue conocedor que había personas que oraban por él. Pablo conocía el valor de la oración intercesora, y no se avergonzaba de pedirles a los corintios, a pesar de sus muchos problemas espirituales, que oraran por él.
Los corintios cristianos estaban en realidad cooperando con Pablo cuando oraban por él. Pablo sabía que la bendición en el ministerio le era concedida, por medio de muchos; esto es, por medio de la oración de muchos cristianos.
A menudo pensamos en las grandes cosas que Dios hizo por medio de Pablo, y lo admiramos correctamente como un hombre de Dios. Pero, ¿pensamos en todas aquellas personas que oraron por él? Pablo les dio el crédito de su efectividad en el ministerio a esas personas que oraban por él.
El gran apóstol sentía, y así nos lo muestra, que las oraciones de la iglesia eran necesarias para su consuelo y apoyo. ¡Qué bendiciones tan innumerables provocan las oraciones de los seguidores de Dios hacia aquellos que son el objeto de esas oraciones!
Un último detalle, la palabra: “Personas”, literalmente en la palabra original significa “rostros” La idea es la de “rostros que volteaban hacia arriba en oración.”
Esa era la actitud de los cristianos de la iglesia primitiva, de pie con los ojos mirando al cielo y los brazos extendidos.
Nosotros necesitamos siervos de Dios que nos respalden de esta forma, con este amor.
Nuestra tarea es orar por ti cada día. Gracias por orar por nosotros, también.
Con amor,
Martha Vílchez de Bardales
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Definitivamente un hábito que he fortalecido al estar en mi familia de IB La Molina, es el interés que surge por pedir e interceder unos por otros, esta práctica no solo nos beneficia en nuestra relación directa con el Padre, sino que también nos ayuda a bendecir ministerios, y que la Palabra del Señor siga siendo extendida, pese a cualquier circunstancia.