“Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de este postrada en cama, con fiebre. Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía. Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.” Mateo 8:14-17
En este capítulo encontramos a Jesús haciendo milagros poderosos, limpió completamente la lepra de un enfermo desahuciado, sanó a un paralítico sin siquiera tocarlo, sólo ordenó la curación a larga distancia de un esclavo y fue hecho. Pero así como hizo manifestaciones de poder al sanar a gente con males incurables, también tuvo tiempo para aliviar una pequeña fiebre.
Creo que puedo afirmar que en este momento la mayoría de nuestros hogares está pasando la prueba de la enfermedad, en algunas familias incluso, creo que hay dolor, resentimiento, miedo, carencia y falta de fe. Por eso debemos ponernos de acuerdo para clamar unidos invitando a Jesús que entre en cada casa porque de él viene la salvación y sanidad completa.
Cuando Pedro vio a su suegra postrada en cama con fiebre, invitó al Señor a entrar, por eso, ante esta plaga, el primero que tiene que hacerse presente es el Pastor que cuida con amor a cada oveja doliente .
Estar enfermo significa pasar por un proceso donde se pierde todo bienestar físico, mental y social, en el caso de los contagiados por covid19 el desarrollo de la enfermedad va provocando síntomas diferentes en cada individuo, en todo caso, un enfermo necesita comprensión y ayuda.
Cuando invitamos al Señor a tomar autoridad sobre la enfermedad, quizá esta no se elimine de inmediato, esto no significa que Dios no esté actuando, Él tiene su tiempo perfecto para todo, pero si sucederá pronto que el enfermo pueda controlar toda ansiedad, el dolor y la pena se alivian, y una paz bendita llenará su alma cuando le entregue al Señor su necesidad.
Jesús sanó a la suegra de Pedro con un suave toque de su mano. No sabemos qué enfermedad le aquejaba, pero seguro que era mucho menos severa que la del leproso, más para el Señor cada enfermo necesitaba cuidado y amor.
Cuando le tocó la fiebre la dejó, pero con esa infección se fueron también las dudas, la ansiedad, el miedo y el dolor. Por eso enfatizo la frase que usó Mateo: "la fiebre la dejó" ¡Eso es exactamente lo que sucede cuando le pedimos al Señor actuar! En medio de nuestros problemas y penas, cuando sentimos el toque sanador y refrescante de Cristo, la fiebre, el dolor, el miedo y toda impotencia desaparece de nuestras almas.
Lo que siguió después de sentirse sana esta mujer me encanta, se levantó y comenzó a servir a todos los discípulos. No había mejor manera en que esta mujer pudiera probar su sanidad que sirviendo a Cristo. Así actúan los hijos de Dios, como saben que han sido sanados y liberados del pecado, no pueden estar quietos, tienen que servir, eso es ser agradecidos. Nuestro servicio a Él es la mejor manera en que podemos mostrarle al mundo la diferencia dinámica que Él ha hecho en nuestras vidas. Somos salvos para servir.
La suegra de Pedro no se quedó echada convaleciente y esperando que la atiendan, ella se levantó de inmediato a servir, pero algunos cristianos si esperan mucha atención y en vez de servir parecen decir "sírvanme". Que no sea tu caso, si te sientes salvado y sanado, sirve al Señor con amor y gratitud.
Ayer mi hija y yo también salimos positivas al covid19, empezamos una cuarentena obligatoria, no saldremos a la calle, pero al lado de mi esposo y mi hija seguimos sentados en nuestros respectivos escritorios trabajando para el Señor. Gracias por sus oraciones.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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