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Foto del escritorIB La Molina

Judas

"En aquellos días Pedro se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús, y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que quiere decir, Campo de sangre." Hechos 1:15-19




Creo que el apóstol Pedro tomó la iniciativa con el sentimiento de un hombre perdonado, (cuando te sientes libre de pecados ocultos puedes levantar la voz con autoridad) entonces se levantó en medio de los hermanos para recordar el cumplimiento de las escrituras, no me sorprende que él actuara así porque en muchas oportunidades ejerció un liderazgo frente a los discípulos, pero ahora era más consciente de su humanidad, ahora sabía que Dios le había dado una nueva oportunidad.

Entonces con mucha sabiduría reconoció que Judas no arruinó el plan de Dios, sino que lo cumplió (era necesario que se cumpliese la Escritura). Es increíble como la caída y la restauración de Pedro (¿Pedro me amas?, le dieron madurez al apóstol, comprendió que todo tenía propósitos perfectos. Aún la maldad de Judas, de la que había sido testigo.


En este Evangelio narrado por Lucas, encontramos una nota histórica valiosa. Judas cayó de cabeza, y se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron. Pero en Mateo 27:5 dice que se ahorcó, por lo tanto Lucas completa el suceso, Judas se ahorcó, pero aparentemente falló en el intento, se cayó y lo mató el impacto de su caída desde el árbol en el "Campo de Sangre". Se llamaba así porque este campo fue comprado con el “dinero de sangre” dado al traidor de Jesús.


Volvemos con Pedro, quien citó dos Salmos diferentes, para mostrar por qué Dios quería que eligieran a otro discípulo para reemplazar oficialmente a Judas. “No hay que olvidar que Judas era uno de los nuestros, y que trabajaba con nosotros.” Pedro quiso decir que Judas fue contado con el grupo selecto de discípulos. Había obtenido como bendición ser parte del ministerio, como si fuera un regalo se le dio una buena porción en este servicio, o la herencia entre los elegidos. Pero decidió traicionar su llamado. Que importante es evaluar siempre qué nos mueve hacer lo que hacemos, si simplemente es religión, podemos caer como Judas.


Los discípulos fueron doce, Jesús los eligió, pero ahora eran once. Doce en la Escritura es el número de perfecta administración, y Jesús había dicho: “Vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros también os sentaréis sobre doce tronos, juzgando a los doce tribus de Israel ”( Mateo 19:28 ). Pero faltaba un apóstol. Imagino a los apóstoles preguntándose: ¿Quedará entonces un trono vacío? ¿Seremos uno menos? ¿Será que otros también fallaremos? Pero Dios había provisto ya el sucesor.


Otra vez pienso en Judas, ¡Qué personaje más lamentable! Durante tres años y medio Judas había pertenecido a esa compañía apostólica. Caminó con Jesús, escuchó la enseñanza de Jesús, vio los mismos milagros maravillosos, pero todo el tiempo este hombre no estaba en armonía con los demás. Jesús, que conocía el corazón de los hombres, dijo al mirarlos: "¿No os he elegido a los doce, y uno de vosotros es el diablo?" ( Juan 6:70 ) E Señor no dijo: "Uno de ustedes está en peligro de convertirse en diablo". Jesús sabía que uno de ellos no creía, que todo el tiempo había ocultado pensamientos traidores, era corrupto, egoísta, ambicioso, carnal y totalmente indigno de confianza. Sin embargo, este mismo había caminado con los demás, fue contado con ellos y obtuvo parte de su ministerio.


Cuando miramos a Judas, de inmediato juzgamos y lo personificamos con la cara de un diablo, ¡pero era un discípulo que se sentaba al lado de Jesús! Es que no es suficiente sentarse en el templo, tomar el nombre de cristiano, convertirse en miembro de una iglesia cristiana, someterse a la ordenanza del bautismo, participar con los creyentes en la cena del Señor o dar nuestro dinero para promover los asuntos de Cristo.


Para ser cristiano tienes que estar seguro de haber abierto definitivamente tu corazón al Señor Jesús, de haberlo recibido como tu Salvador personal, tienes que tener hambre y sed de la Palabra, debes anhelar buscar su rostro en oración, debes servir y compartir como lo hizo Cristo Jesús.


Por lo tanto, seamos advertidos y asegurémonos de que el nuestro no sea solo un reconocimiento intelectual de que Jesús es el Hijo de Dios, el legítimo Rey y Salvador de los pecadores, sino que Él es nuestro Salvador y nuestro Señor.


Con amor


Martha Vílchez de Bardales



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