Sé todo lo que haces. No eres ni frío ni caliente. ¡Sería bueno que fueras lo uno o lo otro! Apocalipsis 3:15.
La indiferencia es el estado de ánimo en que una persona no siente inclinación ni rechazo hacia otro sujeto, un objeto o un asunto determinado. Puede tratarse de un sentimiento o una postura hacia alguien o algo que se caracteriza por ser, ni positivo, ni negativo.
Por ejemplo: “No odio el fútbol, simplemente me genera indiferencia”, “Algunas cosas me ponen furioso, pero la política, no me produce más que indiferencia”. La indiferencia, por lo tanto, es un punto intermedio entre el aprecio y el desprecio.
Si sientes aprecio por algo, ese sentimiento resultará agradable y activo; en cambio, si sientes desprecio, te darán muchas ganas de rechazar de inmediato eso que te molesta. ¿Y cómo es el indiferente? Es el que puede ser invitado, estar convocado y buscado con afecto, pero el tal se vuelve apático a toda invitación, no odia, no aborrece, simplemente ignora.
¿Estará bien, o será normal que un cristiano sea indiferente a las cosas de Dios?
Con la pandemia es imposible congregarse y esto ha traído que algunos cristianos se vuelvan indiferentes a las reuniones por línea (llámese cultos por las redes, grupos de WhatsApp y zoom, etc. Esto si puede ser un problema, porque la indiferencia hace que las emociones queden como congeladas, y los sentimientos anestesiados.
La indiferencia se ha vuelto la práctica de algunos cristianos, pero no juzguemos mal, quizá no sea la voluntad de esta persona despreciar a nadie, sino que es una forma de defensa para no aceptar la dura realidad que está viviendo actualmente.
El indiferente no quiere sufrir, pero termina sufriendo mucho porque al aislarse tiene mucho tiempo para pensar en las cosas malas que está viviendo.
Los indiferentes fueron personas que una vez sí creyeron, pero la decepción los condenó al resentimiento y por eso escogieron ser así, indiferentes a todo.
¿Qué hacemos con los indiferentes? Pues ayudarlos pero con prudencia.
Proverbios 25:20 dice: “Cantarle canciones alegres al que está triste es como quitarle la ropa cuando siente frío o como mezclar lejía con vinagre.” Algunas personas y sus acciones son especialmente problemáticas. Traen incomodidad (como el que quita la ropa en tiempo de frío) y agitación constante (como el que sobre el jabón echa vinagre). Tratar con los indiferentes sin sensibilidad es traer más malestar e irritación. Mucho se logra orando y esperando en fe que Dios lo despertará de su frialdad.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
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