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Foto del escritorIB La Molina

Hombres encubiertos


“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Mas quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron. Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.” Judas 1:4-7


El apóstol Pablo en su discurso de despedida en Mileto hizo llamar a los ancianos de la Iglesia y les dijo:


“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.”


Esto que sucedió en la iglesia primitiva sigue activo el día de hoy. La apostasía sigue infiltrándose entre los cristianos. Por eso hacemos bien en dedicar cierto tiempo a prestar atención, analizar y percibir espiritualmente lo que se enseña y se publica sobre las doctrinas importantes de la Biblia. Pero siempre prudentes, porque no nos convirtamos en jueces de pastores, o críticos de iglesias, tampoco caer en la actitud de superioridad o de hostilidad con hermanos en la fe.


Judas nos hace una invitación para ver lo que sucedía en la iglesia de ese tiempo, hombres mentirosos entraron encubiertamente, en realidad pasaron desapercibidos, nadie se dio cuenta de lo peligroso que eran, no llevaban títulos de “lobo vestido de oveja”; “Falso maestro”, o “hermana Jezabel”, quizá estos personajes, al contrario se pintaron como “espirituales”; “profundos conocedores de la Biblia” o “poderosos en la oración”.


Cuando una persona aparenta buenas intenciones, un corazón cariñoso, o un interés legítimo en el prójimo, es difícil reconocer lo que hay en su corazón. Judas nos dice que estas personas aparentaban creer una cosa, pero en sus corazones, creían algo completamente diferente. Pretendían ser ministros de luz, pero, en realidad, eran ministros de Satanás.


¿Por qué ese extremo?


Porque negaban la gracia de Dios, y la convirtieron en libertinaje y porque se atrevieron a negar la deidad del Señor Jesucristo. Un creyente libertino es aquel que alimenta primero sus propios apetitos antes que honrar a Dios. En época de Judas, estos hombres practicaban los pecados sensuales, como la inmoralidad sexual sin remordimiento. Así es cuando un corazón se enfría, cae más y más bajo, y corrompe totalmente el corazón humano.


Judas les hizo recordar a aquellos creyentes que estaban siendo seducidos por estos "supuestos cristianos" la historia de la fe que recibieron, les dijo sobre la liberación de la nación cuando vivían en Egipto, sobre la destrucción de aquellos que no creyeron, sobre Sodoma y Gomorra y el castigo que recibieron. ¿Era necesario hacerles recordar estas cosas?


Creo que todos los cristianos haríamos bien en recordar la infinidad de veces que Dios nos perdonó, liberó, restauró y sanó. Cuando olvidamos los dones recibidos, estamos listos para caer en la frialdad y pecados vergonzosos.


Podemos ver en estos versos tanto el amor como la justicia de Dios. El Señor mostró su bondad al rescatar a los israelitas de la esclavitud egipcia, pero reveló su santidad al castigar la incredulidad y la desobediencia terca, que les costó a la nación de Israel cuarenta años de muerte, enfermedad, fluctuación, guerra y deambular sin rumbo en el desierto, porque el pueblo dudó que Dios realmente iba a darles la tierra prometida y se rebelaron contra Él.


El día de hoy y en medio de la pandemia se puede levantar nuevamente la apostasía, familias enteras que pierden la fe en un Cristo Vivo, padres irritados que buscan la solución a sus necesidades en la corrupción y la mentira, mujeres egoístas que sólo quieren volver a la vida que antes tuvieron y ven con nostalgia las cosas que perdieron como la esposa de Lot que añoró Sodoma y se convirtió en estatua de sal.


No te dejes desviar del santo llamamiento que haz recibido. Ya estás en la carrera de la vida cristiana, todavía nos falta mucho para terminar, no dejes enfriar tu corazón por la desilusión, el miedo o la inseguridad que trae esta pandemia, Dios es el mismo ahora y siempre. La prueba final de nuestro cristianismo es la RESISTENCIA. Algunos comenzaron la carrera, pero no la han terminado. Se valiente, teme a Dios.


Con amor

Martha Vílchez de Bardales



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