“Aunque nuestras iniquidades testifican contra nosotros, oh Jehová, actúa por amor de tu nombre; porque nuestras rebeliones se han multiplicado, contra ti hemos pecado.” Jeremías 14:7
Este capítulo muestra la profecía de Jeremías cuando Judá fue afectada por una sequía muy dura. Una sequía prolongada o múltiples sequías siempre eran un asunto de vida o muerte en las sociedades antiguas donde la mayoría de las personas se sustentaban de la agricultura. Pero las sequías también eran un problema especial para la antigua Israel y Judá, porque el ídolo cananeo al que ellos también adoraban, Baal, era considerado el dios del clima y de la lluvia. Así que la escasez de estas cosas los hacía más propensos a adorar a este ídolo.
Dios permitió la sequía porque Judá rompió el pacto, y ellos en vez de arrepentirse, más se volvían a un dios falso. No nos podemos fastidiar con la actitud de Judá, porque así como ellos, los seres humanos, siempre que ocurre alguna adversidad, busca sus causas en el mundo, pero casi nunca mira su propia mano que fue la que golpeó.
Por eso nos asombra el cambio del clima, los desastres naturales, la extinción de la fauna, etc. y tratamos de entender las razones mediante la ciencia, o el conocimiento de los hombres, pero olvidamos ver que muchas cosas ocurren como consecuencia de nuestra rebelión contra Dios. Jeremías fue valiente, muy valiente para hablar que la esterilidad y sequía eran un juicio de Dios.
“SEÑOR, sabemos que nuestros pecados nos condenan, pero haz algo para ayudarnos por tu propio honor. Nos hemos alejado de ti muchas veces y hemos pecado contra ti.”
La exclamación sincera de Jeremías me toca el corazón fuerte, él no era un idólatra, no se había rebelado contra Dios, todo lo contrario, intentaba una y otra vez que Judá dejara la apostasía, y sin embargo en su grito se siente que el arrepentimiento que expresa no es sólo por Judá, sino también por él mismo:
“Aunque nos acusen nuestras culpas, haz algo, Señor, para honrar tu nombre. Sí, son muchas nuestras rebeldías, hemos pecado contra ti.”
Encuentro en esta frase un modelo para orar por mi nación, no puedo clamar por mi familia, mi iglesia, mi distrito o mi nación sin identificarme con la causa completamente. No puedo decir perdona los errores de mi esposo, la rebeldía de mis hijos, la tibieza de mi iglesia, el pecado de las autoridades de mi nación, mi oración debe ser:
“Admitimos que somos muy infieles y que son muchos nuestros pecados; ¡demuestra que tú sí eres fiel y ven pronto a ayudarnos! Tú eres nuestra única esperanza; ¡eres la salvación en momentos de angustia!”
El Profeta, con su propio ejemplo, pidió perdón por todos incluyéndose a él mismo. No se consideró libre de culpa, no se sintió más justo que la nación, Jeremías, no había despreciado a Dios, no había profanado el santuario, no hizo algo que provocara la ira de Dios, pero él se sabía parte del pueblo, por lo tanto clamó sintiéndose uno con ellos y oró con sinceridad, y no lo hizo en secreto en su casa, él oró delante de todos dando ejemplo de unidad.
Mi hermano amado si eres el jefe de tu familia, cuando ores, atrévete a hacerlo con tu familia, y ora pidiendo perdón a Dios por las faltas de tus amados, pero hazlo tomando la carga de todos, incluye tu propio arrepentimiento, cuando un hijo falla, ha fallado el padre.
¡Oh Señor, contra ti hemos cometido faltas gravísimas, pero ayúdanos por amor a tu propia magnífica fama!
Dios no cambia, Él espera que sus hijos vuelvan a sus brazos, el Dios que le dio una oportunidad a Judá es el mismo Dios que espera que vuelvas a Él.
Con amor
Martha Vílchez de Bardales
Gracias Marthita, en tiempos difíciles no cabe buscar "culpables", somos todos los que debemos asumir la responsabilidad y las consecuencias. Sólo Dios puede darnos la salida por su amor y misericordia!.